Un consorcio formado por el alcalde de Londres, Boris Johnson, propuso la construcción de un aeropuerto en una isla artificial en medio del río Támesis.
El plan tiene como propósito dar un respiro al icónico aeropuerto de Heathrow, que está operando en un 99 por ciento de su capacidad. Esta iniciativa surgió después de que se rechazaran propuestas para construir más terminales.
El nuevo aeropuerto, que se llamaría London Britannia Airport, tendría seis pistas y se ubicaría cerca de la isleta de Sheppey, a 80 kilómetros del centro de la ciudad inglesa.
Su construcción costaría más de 75 millones de dólares y tomaría siete años.
La ubicación sería ideal para reducir el ruido que provoca el actual aeropuerto en la urbe, según explica la propuesta.
La estructura tendría una forma ovalada y estaría dividida en dos por las pistas de aterrizaje. Techos transparentes permitirían que entrara luz para que vegetación pueda desarrollarse adentro.
Esta no es la primera propuesta del estilo que se hace al parlamento. Hace dos años, el arquitecto Norma Foster reveló la idea de un aeropuerto en el estuario del río, que permitiría el acceso de 300 mil pasajeros por día.
Problema sin solución
A pesar de las consideraciones ecológicas que se proponen, la construcción de una isla artificial para satisfacer la demanda de vuelos en Londres implica riesgos para la vida en el estuario del Támesis.
Según el Evening Standard, el reporte de Johnson admite que habría “retos significativos a la biodiversidad y los hábitats naturales”. Numerosas especies de aves migratorias, reptiles e insectos habitan el espacio actualmente.
Sin embargo, las alternativas (como una terminal más en Heathrow o un aeropuerto en tierra) presentan inconvenientes como el incremento en la cantidad de personas afectadas por el ruido o el tiempo de transporte de un aeropuerto a otro.