Un disfraz para Nicolás, aventuras con causa
Con la película animada Un disfraz para Nicolás, el director Eduardo Rivero le da voz a los niños con Síndrome de Down. Por la crisis sanitaria que se vive, la cinta llegará a autocinemas, ya que el realizador opina que este formato retro puede ser una buena opción para estrenar producciones
Hidalgo NeiraCon la película animada Un disfraz para Nicolás, el director Eduardo Rivero le da voz a los niños con Síndrome de Down.
En un mundo de fantasía, donde habitan un pirata, un vaquero, dragones y hechiceros, es donde la mayor parte del tiempo se distrae Nicolás, quien nació con Síndrome de Down. A él le gusta disfrazarse, lo cual le ayuda a enfrentar su realidad cuando se va a vivir con sus abuelos y su primo David.
Durante las noches Nicolás descubre un portal mágico, donde se encuentra con las pesadillas de su primo, ahí tiene aventuras sin igual y nuevos amigos que lo ayudan a vencer los malos sueños que habitan el pensamiento de David.
Con esta premisa inicia Un disfraz para Nicolás, cinta animada mexicana inspirada en el cuento de 2012, Pablo y el Baúl, de Jaime Mijares que Eduardo Rivero Cruz decidió adaptar al cine para hacer visibles a quienes tienen esta alteración genética, ya que, incluso, la voz del protagonista es de un niño con Síndrome de Down, Fran Fernández, quien además sirvió como fuente de inspiración para los creativos, porque tomaron sus reacciones naturales y expresiones faciales para animar al personaje.
“Durante la preproducción de la película anterior, ese libro llegó a nuestras manos, lo escribió un amigo del productor, entonces, cuando lo leímos, pensamos que podría ser bastante adaptable a una película de aventuras, pero también creo que encajaba perfecto con el mensaje y la temática que queríamos abordar”, comenta Rivero, en entrevista con Reporte Índigo.
El filme es producido por Fotosíntesis Media, misma casa de animación que se ha dedicado a visibilizar temáticas infantiles desde 2015, primero con La increíble historia del niño de piedra, que incentivaba a conocer los cinco sentidos y después continuaron su trabajo con dos películas más.
Con el cierre de salas por la crisis sanitaria que se vive, Un disfraz para Nicolás llegará directo a autocinemas. Rivero considera que esta es una vía para acercar el cine a las audiencias desde la comodidad de sus vehículos, por lo que antes de que llegue a un sistema de streaming, es mejor que se vea en una pantalla grande, aunque no sea la de una sala convencional.
“Vivimos en una época de incertidumbre y no sabemos cuándo realmente pueda volver a existir la normalidad que conocíamos, por eso creemos importante buscar estos espacios y que se les dé la importancia que merecen en este punto. Sí creo que es una buena plataforma para estrenar la película”, subraya el realizador.
Con enfoque hacia la industria privada
Ante la incertidumbre de los fondos e incentivos para la creación fílmica que provienen del Estado, Rivero señala que es necesario pensar en una forma prácticamente inexistente de financiamiento para el cine en México, comenzar a producir desde el sector privado y con el capital que generen las mismas cintas.
“Sí bien necesitamos esos apoyos, como una manera de iniciar, para los que estamos comenzando una carrera, creo que en algún momento la industria tiene que estar consciente de que debe ser autosustentable.
Una vez que terminas tu primer proyecto, el siguiente tienes que hacerlo con los recursos ganados o la experiencia que te dio el primero y justo pensar que ya no puedes depender de otro estímulo en ese caso”, explica.
El director de animación está consciente de que hay cada vez más talentos jóvenes que desean aspirar a estos estímulos federales, por lo que opina que se debe poner el ojo en la industria privada y dejar este tipo de recursos para quienes van a comenzar su carrera en el séptimo arte.
“Hay muchísimas voces que también merecen otra oportunidad. Está padre tener esos recursos, pero también creo que debemos ser conscientes sobre que si queremos formar una industria, tenemos que mantenernos fieles a lo que queremos contar, pero también estar conscientes de que es entretenimiento y que necesitamos llevarlo al gran público y obtener esa inversión de regreso”, explica.
Preferencia por el 2D
Actualmente, los estudios de animación prefieren apostar por la animación de computadora de tipo CGI o de tipo 3D; sin embargo, Rivero quiso que su película todavía fuera hecha con un estilo de 2D, porque esto le daba mayor terreno de detalle sin sacrificar la calidad.
“Una de las ventajas del 2D es que además del costo, podemos adaptarla a cualquier tipo de arte visual, generalmente depende de los alcances o las expectativas que tienes para tu proyecto. El 2D permite que por muy simple o minimalista que sea tu arte, si está bien diseñado, puede verse bastante atractivo visualmente”, reconoce.
Cinco años les costó sacar adelante esta producción independiente de animación, ya que comenzaron a tener su preproducción en 2015; durante un año y medio discutieron cómo querían realizar este nuevo largometraje, porque además de rescatar las ideas del libro original, emprendieron un trabajo de investigación para averiguar más del tema.
“Una vez que conseguimos el financiamiento por parte del EFICINE, fue cuando comenzamos de lleno a trabajar en la película, que eso fue a principios de 2017. La animación tomó 16 meses en completarse, y posteriormente alrededor de siete en la postproducción, que es corregir cualquier detalle que se nos haya ido”, puntualiza.