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Edward Snowden, exanalista de la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense (NSA, en inglés), cambió el paradigma del derecho de la privacidad y la libertad de expresión en Internet tras haber hecho público el mayor caso de espionaje en la historia de Estados Unidos.
Y reforzó una realidad incuestionable: no podemos dar por sentado nuestra privacidad en Internet. Nunca estamos seguros.
También puso en evidencia que, gracias a nuevas tecnologías exclusivas a las que no todos podemos tener acceso, la práctica de la vigilancia generalizada de las actividades en línea de los ciudadanos a escala global llega a ser pan comido para las élites de poder.
Las personas que ejercen su derecho de alzar la voz ante las injusticias y las violaciones de los derechos humanos, aquellos que informan y “sacan los trapitos sucios al sol” están cada vez más vulnerables a los ataques informáticos y físicos.
“Los gobiernos recurren cada vez más a tecnología peligrosa y sofisticada que les permite leer correo privado de activistas y periodistas y activar a distancia la cámara o el micrófono de sus ordenadores para registrar clandestinamente sus actividades”, dijo en un comunicado de la Amnistía Internacional (AI) Marek Marczynski, director de asuntos militares, de seguridad y policiales de dicha organización.
“Usan la tecnología en un cobarde intento de impedir que los abusos salgan a la luz”. Y si el intento es exitoso, la historia no termina en el freno de la fuga de datos.
“En muchos casos, la información que obtienen a través de esos medios es para detener, encarcelar e incluso torturar a activistas para confesar los delitos”, agregó.
Ante este panorama, la ONG, en colaboración con diversas organizaciones tecnológicas y de derechos humanos, lanzó un programa gratuito que rastrea computadoras y dispositivos de telefonía móvil del usuario, para detectar los programas espía de vigilancia más conocidos, algunos de éstos utilizados por los gobiernos de todo el mundo para vigilar las actividades de defensores de los derechos humanos y periodistas, señaló el comunicado.
La nueva herramienta disponible al público, llamada “Detekt”, “avisará a los activistas de esas intromisiones para que puedan tomar medidas”, informó AI.
Y es que “representa un revés para los gobiernos que están utilizando la información obtenida a través de la vigilancia para someter a detención arbitraria, arresto ilegal e incluso tortura a defensores de los derechos humanos y periodistas”, añadió el organismo.
AI advierte que el hecho de que Detekt no encuentre rastro alguno de un programa espía (o spyware) en una computadora no necesariamente significa que el dispositivo no está siendo objeto de alguna actividad de vigilancia.
De ahí que la ONG aclara que, con esta herramienta, se busca crear conciencia sobre el uso de los programas espía por parte de los gobiernos alrededor del mundo, y hacer que los activistas estén más atentos sobre estas amenazas, en lugar dar a los mismos una garantía total de que su computadora ha sido infectada.
“También esperamos que al conocer más sobre los peligros de estas tecnologías, cada vez más personas se unan a Amnistía Internacional pidiendo controles más estrictos en el comercio internacional de los mismos para detener su uso en violación del derecho a la intimidad, la libertad de expresión y otros derechos humanos”.
“Nuestro objetivo final es que los defensores de derechos humanos, periodistas y grupos de la sociedad civil puedan llevar a cabo su trabajo legítimo sin temor a la vigilancia, el acoso, la intimidación, arresto o tortura”.
Vigilancia global millonaria
Amnistía Internacional informa que la red a la que pertenece, Coalición contra las Exportaciones destinadas a la Vigilancia Ilegal (CAUSE, por sus siglas en inglés), calcula que el comercio anual de tecnologías de vigilancia a nivel global tiene un valor aproximado de 5 mil millones de dólares, cifra que va en aumento, con ganancias crecientes de 20 por ciento anuales.
Compañías privadas europeas y estadounidenses están detrás del comercio no regulado de equipo y software de vigilancia con países de alrededor del mundo que constantemente cometen graves violaciones de los derechos humanos, indica la ONG.
El organismo alude a la organización benéfica Privacy International, que lucha a favor de respetar los derechos a la privacidad de los ciudadanos, y la cual ha documentado ampliamente el desarrollo, la venta y la exportación de tecnologías de vigilancia por parte de empresas privadas a países como Bahrein, Bangladesh, Egipto, Etiopía, Libia, Marruecos, Sudáfrica, Siria y Turkmenistán.
“La industria de autorregulación ha fallado, y la supervisión del gobierno se ha convertido en una necesidad urgente”.
Aún falta mucho por hacer
Amnistía Internacional reconoce que, ante las cada vez más sofisticadas tecnologías de vigilancia y herramientas utilizadas por algunos gobiernos para atacar a aquellos defensores de los derechos humanos y periodistas que destapan abusos e injusticias, una sola herramienta como Detekt no es suficiente para educar a los grupos de la sociedad civil sobre cómo proteger sus actividades y comunicaciones en la Red.
“Los nuevos programas de spyware que se están desarrollando y utilizando son poderosos y peligrosos y están poniendo a muchos activistas de los derechos humanos y periodistas en riesgo de abuso”.
Alan Woodward, profesor de la University de Surrey, en Reino Unido, y quien asesora a los gobiernos sobre cuestiones de seguridad, expresó sus dudas a la BBC respecto a la eficacia y el mantenimiento de un programa como Detekt por parte de AI.
“En realidad no es su negocio principal. ¿Van a mantener la actualización del software, porque las variantes de software espía cambian todos los días?”
Y también cuestionó qué tan útil sería Detekt contra aquellos regímenes que utilicen software escrito en lugar de las versiones comerciales y comunes.
“Si una técnica es conocida ampliamente, esos regímenes asumirán que va a ser ineficaz y utilizarán otro enfoque”.
Pero se espera que Detekt se convierta en un nuevo enfoque para investigar la vigilancia, al tiempo que sensibilice a las personas sobre las amenazas a las que están expuestas.
“Sin embargo, a largo plazo, también debemos exigir que los gobiernos cumplan con sus compromisos existentes con los derechos humanos y que éstos y las empresas establezcan protecciones más fuertes para asegurar que las nuevas tecnologías no se utilicen para violar los derechos humanos”, apunta AI.
AI se asoció con Privacy International, Digitale Gesellschaft y la Electronic Frontier Foundation para lanzar Detekt al público por primera vez. Detekt fue desarrollado por Claudio Guarnieri, experto en seguridad alemán.
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