A México lo distingue su gente y lo caracterizan su gastronomía y riqueza cultural. Pero también destaca por ser un país en el que reina la violencia, la corrupción, la inseguridad y la impunidad.
En ese “combo delictivo” se incluye una práctica que se ha vuelto una industria en constante crecimiento: el secuestro.
Y es que los casos –registrados y los no denunciados– están en constante aumento y afectan tanto a ricos como a pobres. De hecho el 2017 será el año más violento de todo este sexenio, según estima Alberto Enrique Nava Garcés, quien es investigador en el Instituto Nacional de Ciencias Penales.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) indicó que el país pasó de 64 mil 459 secuestros en el año 2015 a 69 mil 107 en 2016.
Y es que, de acuerdo al Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP), tan solo durante los primeros cuatro años de la presente administración se reportaron alrededor de 6 mil 235 casos (en la pasada se contabilizaron 4 mil 955 en el mismo periodo).
Sin embargo, las cifras son muy ambiguas, ya que son pocos los casos de secuestro que se denuncian a las autoridades, por lo que “y ni ellas mismas conocen la tasa real del problema, o no la comparten”, como señaló José Luis Martínez Limón en una publicación de VICE.
“En 2012, el INEGI estimó que ocurrieron más de 105 mil secuestros en el país, de todo tipo. Mientras, la cifra oficial de secuestros registrada por el Sistema Nacional de Seguridad Pública en 2012 fue sólo de mil 317 —es decir, 80 veces menos de lo que la cuenta el INEGI”, agregó Martínez Limón.
Cada cuatro horas una persona es privada de su libertad –y se pone en riesgo su vida– en México, según la organización Alto al Secuestro, la cual es presidida por Miranda de Wallace.
Las víctimasy el resto
Las víctimas de secuestro sufren diversas consecuencias a nivel físico, psicológico y emocional, entre ellas Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT).
De acuerdo al Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-V), el TEPT se origina cuando la persona fue víctima o testigo de algún suceso severamente traumático, entre los que destacan delitos como violación, atentados, asaltos, secuestros o accidentes que pongan en riesgo su vida.
Pero en un país como México, los familiares de las víctimas –así como el resto de habitantes– padecen y presentan los síntomas traumáticos debido a la creciente ola de delitos como secuestro.
‘Industria’ como cualquiera
Como todo negocio, el secuestro en México tiene departamentos y genera utilidades millonarias.
Entre los departamentos están los tipos de secuestro, de los cuales hay prácticas comunes en México como lo son exprés, virtual, colectivo o de extorsión.
Tipos de secuestro
En 2013, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) enlistó los tipos de modalidades de secuestro que hay en el mundo y su manual que lucha contra este delito busca que se haga frente a los casos con mayor eficiencia.
El manual de la ONU describe el secuestro como el concepto de detener ilícitamente a una persona –o varias– en contra de su voluntad con el objetivo de exigir su liberación sacando provecho de forma delictiva (pidiendo un rescate por ejemplo).
A pesar de que están en constante evolución, los tipos de secuestro que enlista la ONU son extorsión, con fines políticos o ideológicos, entre grupos delictivos o dentro de los mismos, los que están vinculados con problemas familiares y domésticos (rapto), los que tienen fines de explotación seuxal y el que es simulado o fraudulento (la víctima es cómplice).
A su vez están el secuestro exprés (la persona pasa poco tiempo en captura), el virtual (se exige un pago sin privar a la persona de su libertad), así como el de la venta de la víctima a otro grupo delictivo.