Adolorido, pero de pie

El letrero sobre el camino se anticipa a la expectativa: Bienvenidos a la tenencia de Felipe Carrillo Puerto (La Ruana). Lugar de tierra fértil y gente honesta. 

El hombre personifica el eslogan. No se reserva al hablar, dice lo que piensa. Contesta directo. Habla con franqueza de sus aspiraciones y de la oportunidad que le da la vida de poder alzar la voz representando a los que no se atreven o no pueden hacerlo. Hipólito Mora encarna la honestidad de la que se hace alarde en la zona de Tierra Caliente, Michoacán.

J. Jesús Lemus J. Jesús Lemus Publicado el
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“Soy un hombre como todos, pero con la gran diferencia de muchos, de no dejarme”, asegura. “Desde niño he sido aguerrido”
Hipólito Mora

El letrero sobre el camino se anticipa a la expectativa: Bienvenidos a la tenencia de Felipe Carrillo Puerto (La Ruana). Lugar de tierra fértil y gente honesta. 

El hombre personifica el eslogan. No se reserva al hablar, dice lo que piensa. Contesta directo. Habla con franqueza de sus aspiraciones y de la oportunidad que le da la vida de poder alzar la voz representando a los que no se atreven o no pueden hacerlo. Hipólito Mora encarna la honestidad de la que se hace alarde en la zona de Tierra Caliente, Michoacán.

Alejado ya de las armas, pero no de los ideales, Hipólito anuncia la continuación del movimiento de las autodefensas, pero desde la trinchera política. Se nota convencido de que el camino de las armas -aun cuando fue el único que tuvo junto con otros vecinos asediados por Los Caballeros Templarios- no era el más correcto.

Él mismo se dice adolorido por los saldos que le dejó la guerra: dos veces encarcelado, la ruina económica familiar, traicionado por la Federación, y lo peor de todo, un hijo muerto. 

Es la muerte de su hijo Manolo lo que más lo lacera. 

Con nadie habla de sus sentimientos. Solo su confesor, el padre Goyo, conoce las lágrimas de Hipólito Mora. Es el que lo llevó de la mano a refugiarse en Dios, es el que lo hizo entender que “Dios no se equivoca”. 

“Soy un hombre como todos, pero con la gran diferencia de muchos, de no dejarme”, asegura. “Desde niño he sido aguerrido”. 

De eso no hay duda. 

El gobierno estatal de Michoacán puede dar cuenta de lo incomodo que ha sido Hipólito Mora en los últimos dos años, desde que al lado del doctor José Manuel Mireles llamó a la insurgencia ciudadana, y armó a un ejército de civiles para defenderse no solo del crimen organizado, sino del mismo gobierno estatal.

‘No los voy a decepcionar’

Hipólito Mora suelta la risa a la menor provocación. Su gusto por las bromas hace dudar que en ese mínimo hombre, los ciudadanos de la región de La Ruana hayan depositado su confianza al grado de seguirlo hasta la muerte. 

De los casi 600 hombres que lo siguieron desde que se organizó la autodefensa, al menos unos 70 han perdido la vida, defendiendo las barricadas, el último reducto para salvaguardar a sus familias.

Decide hablar para Reporte Indigo. Su amigo, el padre Gregorio López lo acompaña. Se abrazan, bromean. Ignoran la grabadora. El sacerdote le recrimina, con algo de sorna, su ascenso mediático desde que fue nombrado candidato a diputado federal. 

Hipólito responde con una sonrisa franca que le sonroja el rostro. 

“No los voy a decepcionar”.

Más que un diputado aguerrido…

Reporte Indigo: Hay una iniciativa de ley que está congelada en el Senado, que daría la libertad al doctor Mireles, en el caso de que usted llegue a la diputación, ¿haría usted algo para que se le otorgue la libertad?

Hipólito Mora: ¡Sí, cómo no!. Yo estoy interesado en que lo dejen en libertad. Él tiene que estar fuera, es un luchador y como lo acabo de decir, él no es un asesino…

RI: ¿Es su amigo?

HM: Sí. Es mi amigo, no es asesino, no tiene porqué estar en la cárcel, él tiene que estar afuera, lo necesita mucho su familia, y más todos los ciudadanos.

RI: ¿Se cartea con él, tiene comunicación con él?

HM: No yo no tengo ninguna comunicación directa, la única comunicación que tengo con él es a través de su familia: un saludo, dígale que sí, que yo voy a hablar por él, que deseo que esté fuera. Y él creo tenía mucho la esperanza de que yo fuera liberado pronto, porque él sabe bien que la persona que va a hablar siempre por él voy a ser yo.

RI: ¿Pero sí está al pendiente de lo que le está pasando?

HM: Sí, su familia es la que me informa, una hija de él y una hermana, son las que me tienen al tanto.

RI: ¿Con su candidatura se acaba el movimiento armado?

HM: Pues yo me voy a retirar acá, para lo político; pero quiero estar siempre al pendiente de las autodefensas y de mi grupo. Yo no los voy a dejar solos, al contrario, si yo llego a ocupar la diputación, van a tener mi apoyo al 100 todos los autodefensas.

RI: Dice usted que va a ser un diputado aguerrido, ¿Qué es lo que va a exigir al gobierno?

HM: No nada más seré un diputado aguerrido, yo he sido aguerrido desde niño. Donde quiera que esté yo siempre voy a ser así, a veces hasta grosero con algunas personas, pero no me gusta quedarme callado. A lo mejor les doy problemas.

RI: ¿En el seno de su familia como ven su candidatura?

HM: Ellos la ven bien, están tranquilos y dicen que sí, que mejor de esta forma, sin olvidarme de las autodefensas que fueron los que me apoyaron para llevar a cabo esta lucha.

RI: Emocionalmente, ¿cómo está Hipólito?

HM: Bien. Me siento bien, me siento tranquilo a pesar de lo golpeado que he sido. Yo creo mucho en Dios, y los seres humanos nos podemos equivocar, Dios no. Él sabe por qué hace las cosas.

RI: ¿Resentimientos?

HM: Debería decir que no, pero sí los hay. Pero hay que superarlos.

RI: ¿Qué hace para superarlos?

HM: Yo creo mucho en Dios, y creo que todos los ciudadanos que no se atreven a alzar la voz, a dar la cara, merecen que los que sí nos atrevemos, hablemos y luchemos por ellos.

RI: ¿Piensa que Dios lo está poniendo en la candidatura a diputado federal?

HM: Estoy seguro que sí. Estoy seguro, porque varias mujeres, a veces en la calle me paran y me echan algún rezo aquí en la camisa, y me dicen: si estás allí, es porque Dios vio todas las cualidades en ti para que estés en este lugar y confiamos en ti. Y creo que Dios es el que mueve mi vida.

RI: ¿Hipólito Mora va por el sueldo de diputado?

Suelta la risa. Voltea a todos lados. Se acomoda otra vez los lentes y se recompone:

HM: Estoy amolado, claro que lo necesito –sigue con la risa que no lo deja hablar- si no, cómo me voy a mover, debería decir no lo ocupo, pero cómo le voy a hacer.

RI: ¿La guerra lo acabó económicamente?

HM: No –dice todavía con la sonrisa a flor de labios-. Yo estoy amolado económicamente desde siempre. -Se Recompone, se serena. Habla con tono más serio-. No, no voy por el sueldo, que quede claro, voy por mis ideales, voy por mis principios, pero el sueldo se necesita; gasolina, comida, para todo. Pero no es lo que me esta moviendo, el sueldo. Nunca me ha movido lo económico. Me mueve cuando veo a alguna gente que necesita algo y nadie voltea a ver a esa persona, nadie dice mira pobrecito, como anda de tronado. No tiene para comer esa familia o se está mojando cuando llueve. Eso es lo que me mueve a mí, no lo económico.

RI: ¿Usted buscaría un encuentro con el presidente?

HM: Ah, claro, ¿cómo que no? Tengo mucho pidiendo.

RI: Como legislador, tendrá la investidura para ello…

HM: …y como ciudadano también. Como legislador, como sea, pero a mí me interesa mucho hablar con él.

RI: ¿Y que le plantearía usted en ese momento?

HM: Que le eche ganas, ¡hombre! Que tiene la oportunidad de su vida, de hacer algo donde quede en la historia de México como un buen presidente. Que suelte el dinero que haya, a los ciudadanos, para que se viva mejor, y que la gente diga este presidente si hizo por nosotros y lo queremos, lo vamos a apoyar.

RI: ¿Confía en Peña Nieto?

HM: Sí, ¿cómo no? Sí confío en él. Eso es lo que me ha matado siempre: que confío en todo mundo. Pero si confío en él, y ojalá tenga la oportunidad de platicar con él y le voy a decir bien mi forma de ser, mi forma de pensar. A lo mejor tiene un concepto equivocado de mí, pero ya las personas cuando me tratan, me lo han dicho muchísimas veces: creíamos que era una persona violenta ¡y no!

RI: ¿Le pediría la libertad de Mireles?

HM: Sí. Sin lugar a dudas. Sería lo primero. 

RI: ¿Y la libertad de los otros autodefensas presos, qué?

HM: Son muchos, 300 o 400 creo. También que se dejen en libertad. ¡Pero que se fijen, si algunos andaban disfrazaditos de autodefensa y eran sicarios, esos se tienen que quedar.

 

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