AMLO inaugura su legado con megaobras

Las megaobras del sexenio no solo tendrán un impacto inmediato, sea cual sea, en la vida nacional, sino que también marcarán en buena medida la agenda de quien busque relevar a López Obrador en Palacio Nacional
Carlos Montesinos Carlos Montesinos Publicado el
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Con la inauguración de las megaobras promovidas por el Gobierno de López Obrador llegará también el momento de sentir y evaluar su impacto real en la vida nacional, dice Ricardo Tapia Basurto, académico de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, en entrevista con Reporte Índigo.

“Es innegable que se está viendo una crisis institucional en México exacerbada por el Presidente, a la par se observa una crisis económica que se sigue encauzando. Esto va a desincentivar el crecimiento económico y las inversiones, elementos indispensables para hacer que sus proyectos sean redituables”.

Tapia advierte que, aún siendo inaugurados, las megaobras pueden no operar en su totalidad al final del sexenio, ya que “estamos ante grandes proyectos que, sean o no faraónicos, serán tratados como elefantes blancos. Se les habrán destinado miles de millones de pesos y poco a poco se les dejará morir, ejemplos de esos tenemos en cada administración”.

Además de prevé una encrucijada si el sucesor de López Obrador surge de su mismo partido, pues, por un lado, considera poco probable que abandone los proyectos, pues sería reconocerlos como un fracaso, pero tampoco cree viable que el próximo Ejecutivo federal mantenga el control presupuestal que hoy tiene el primer mandatario como para seguir financiándolos.

Mientras que la Secretaría de la Defensa Nacional se hará cargo del Tren Maya y los aeropuertos Felipe Ángeles, de Tulum, Palenque y Chetumal, la Secretaría de Marina se apuntó los puertos, ferrocarriles y parques industriales que compondrán el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, con lo que solo la refinería de Dos Bocas queda en manos civiles.

El maestro en Gobierno por la FCPyS de la UNAM también comenta sobre esto diciendo que “el poder es un juego de suma cero y al empoderar a los militares, ahí sí, se resta la autoridad civil. Quien venga después de López Obrador, un presidente civil, va a tener menor margen de maniobra para controlar a los militares y eso es preocupante”.

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