[kaltura-widget uiconfid=”38728022″ entryid=”0_677zc7mp” responsive=”true” hoveringControls=”false” width=”100%” height=”75%” /] Andrés Manuel López Obrador ha prometido una sacudida total del aparato gubernamental mexicano en busca de acabar con la corrupción, el eje central de su cuarta transformación
El presidente electo de México, cuya constancia que así lo avala la recibió el pasado 8 de agosto, ha puesto sobre la mesa la reducción de los salarios de los burócratas, el combate a las prácticas corruptas y licitaciones públicas transparentes, entre otras cosas.
Pese a que en el discurso López Obrador ha planteado su proyecto de transformación, quedan dudas de cómo lo va a lograr. Además surge un factor que no ha dejado claro cómo lo va a abordar o negociar: los sindicatos mexicanos.
Se trata de grupos que llegaron a tener una influencia clave durante los sexenios priistas, y pese a que han perdido terreno, continúan con una importante presencia.
En mayo pasado, aún en campaña, el político tabasqueño desde San Andrés Tuxtla, en Veracruz, se comprometió a respetar la autonomía sindical de todas las organizaciones de los trabajadores además del voto libre en la selección de los representantes gremiales.
Unos días después, desde Minatitlán, volvió a abordar el tema y dijo que durante su gobierno habrá democracia sindical y pondrá fin al cacicazgo petrolero.
“Se acabó el cacicazgo en el manejo del sindicato petrolero, llegó a su fin. Sí me entienden, ¿verdad?”, dijo durante el mitin en el que no mencionó nombre alguno pero hacía una clara referencia al polémico priista Carlos Romero Deschamps, quien ha ocupado el liderazgo del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) desde 1996.
A pocos días de iniciar el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, en enero de 1989, el entonces presidente de México ordenó la detención de Joaquín Hernández Galicia, “La Quina”, el líder petrolero fue acusado de posesión ilegal de armas y condenado a más de 30 años de prisión. La maniobra fue conocida como “elquinazo”.
Los liderazgos de los principales sindicatos oficialistas se perciben longevos y con tintes corruptos, por lo que si López Obrador planea cumplir con su plan de sacudir las estructuras gubernamentales, deberá poner especial atención en las finanzas opacas de estos gremios.
Joel Ayala, presidente de la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado (FSTSE), respaldó el plan de descentralizar las secretarias propuesto por el presidente electo, aunque puso condiciones como que debe existir una vivienda digna para los empleados en otras entidades, además advirtió que no aceptarán proyectos a la ligera y que se debe hacer de forma gradual.
Por su parte, Luisa María Alcalde, propuesta para ocupar la Secretaría del Trabajo en el próximo sexenio, ha mencionado en entrevistas con otros medios que en el tema sindical no todo es corrupción, pero que se manejarán de manera democrática y con libertad, por lo que garantizó que serán las organizaciones las que tomen sus decisiones y que habrá garantía de que el gobierno no será persecutor ni tampoco cómplice de nada.
Tras el triunfo de López Obrador el 1 de julio, el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM), encabezado por Romero Deschamps, ofreció por medio de un desplegado su respeto institucional para el que será el próximo presidente de México.
En días pasados, Rocío Nahle, propuesta para ocupar la Secretaría de Energía, descartó por completo una cacería de brujas en contra del líder petrolero, ya que dijo que en el nuevo gobierno viene un cambio de cómo se hacían las cosas antes.
Expertos consultados por Reporte Indigo opinan que México se encuentra ante una oportunidad histórica para cambiar las relaciones con las prácticas sindicalistas, aunque consideran que el panorama es difícil, ya que el plan de gobierno que ofrece López Obrador puede resultar en un principio incómodo para estos gremios.
Por su parte, el analista Juan Pablo Galicia, ve que con la llegada de la administración encabezada por el tabasqueño, se abre una oportunidad para el sector sindicalista de regresar a la estructura de gobierno, sobre todo para reivindicarse con las propuestas de una política proteccionista y de tratar de recuperar la producción del mercado interno, lo cual no considera en su totalidad negativo.
Una oportunidad histórica
Los sindicatos van a seguir jugando un papel importante en el sistema político mexicano el próximo sexenio en lugar de tomar un protagonismo en la parte económica o de producción, que es la que realmente les corresponde, considera el politólogo Maximiliano García.
Para el doctor en Ciencia Política por la Universidad Nacional Autónoma de México, existe una oportunidad histórica en el país ante esta nueva alternancia para replantear cuál es el papel real de los sindicatos y tratar de encontrar una mayor transparencia en ellos, pero considera que será muy complicado que esto ocurra.
Indica que López Obrador conoce muy bien qué papel juegan los sindicatos en el sistema político, por lo que desde su punto de vista, el presidente electo tratará de mantener una relación estable, sin embargo, será muy difícil que lleguen cambios reales que modifiquen tanto su estructura como su actuar en el panorama nacional.
“Es lamentable porque estamos ante una oportunidad histórica de replantear el tema del sindicalismo y cómo es que se tendría que orientar precisamente para los fenómenos económicos y de mercado que se han registrado en el país”, agrega.
Maximiliano García considera que una de las habilidades principales de los sindicatos es su capacidad de adaptación.
Tras los procesos de alternancia y democratización que ha vivido México en las últimas décadas, observa que tienen una lectura muy clara de cómo se tienen que ir moviendo para alinearse al sector gubernamental.
“Ante los procesos de democratización en México se generaron oportunidades para que los sindicatos volvieran a replantear su papel frente a la autoridad y ante los empresarios y que fueran un factor de estabilidad. Contrario a lo que pasó en otras partes del mundo, donde incluso llegaron a apoyar procesos de privatización como en el caso de telecomunicaciones o de algunos otros servicios”, explica.
Para el politólogo, el reto sindicalista en el sexenio que iniciará el 1 de diciembre va en dos vertientes: uno es replantear qué papel jugarán al tener un vínculo directo con el gobierno, ya que anteriormente su intermediario se hacía por sectores del PRI, pero ahora buscarán un diálogo frente a frente.
Y por otra parte será que deben marcar una agenda laboral real, en la cual se refleje su interés por la mejora de las condiciones de los trabajadores, aunque considera que no se ha logrado y difícilmente se encuentre en los próximos años, ya que no está dentro de sus intereses principales.
Un “quinazo” descartado
Para el analista político, Juan Pablo Galicia, existen todas las condiciones para que tras la toma de posesión de López Obrador como presidente ocurra una detención mediática al estilo Joaquín Hernández Galicia “La Quina” con Salinas de Gortari o Elba Esther Gordillo con Peña Nieto pero lo descarta porque considera que eso significa no haber aprendido de los errores de los gobiernos anteriores.
“Llevar a cabo un quiñazo en el sexenio a mí me parecería no haber aprendido del error de Peña Nieto, y aunque las condiciones existen, sería un mensaje equivocado a los sindicatos de que si no estás conmigo estás contra mí”, agrega.
En este sentido, el politólogo del Tecnológico de Monterrey, Gustavo López Montiel, considera que es muy poco probable que suceda, sobre todo porque esas acciones se hicieron en administraciones que comenzaban con un déficit de legitimidad, factor que no tiene el gobierno que encabezará López Obrador.
“Es poco probable porque esos golpes se han dado debido a que los presidentes han partido de un déficit de legitimidad, Salinas y Peña Nieto necesitaban mostrar algo de fuerza con sus sectores y seguidores para incrementar su aprobación e hicieron este tipo de acciones. López Obrador inicia con una amplia legitimidad y lo llevará por otra vía”, indica.
López Montiel considera que si la administración morenista trata de seguir esa ruta que en el pasado ya demostró que no da buenos resultados, el costo político podría ser mucho más alto que el beneficio, y agrega que sólo se haría si hubiera una confrontación directa con algún personaje pero que hasta el momento no se ha dado.
Lanzarse en contra de alguno de los líderes sindicales actuales como lo hicieron Salinas o Peña podría resultar más dañino que benéfico, pues mandaría un mensaje equivocado a estas organizaciones de que si no estás conmigo estás contra mí
Cercanía con los sindicatos
“López Obrador es cercano a los sindicatos en su discurso y en su acción. Me parece que los planteamientos que ha hecho sobre todo en temas de la burocracia sí tocan o pueden tocar espacios sindicales. Pero creo que esta corriente de Morena es mucho más cercana al sindicalismo que los gobiernos panistas en su momento”, indica Gustavo López Montiel, doctor en Ciencia Política.
El analista considera que la campaña del tabasqueño estuvo cercana al sector sindical, aunque aclara que dependerá de cada sector, pero cree que hay acercamientos para llevar una relación de colaboración entre ambas partes.
Por su parte, el politólogo Juan Pablo Galicia, considera que el proyecto que ha planteado López Obrador de recuperar la producción nacional y fortalecer el mercado interno es una buena oportunidad para que los sindicatos recobren fuerza.
“Que el gobierno diga que se va a tratar de producir en el país la mayor parte de lo que se consume tiene que ver mucho con estas agrupaciones, pues los sindicatos están involucrados con el campo, con la energía, con el petróleo y se van a ver beneficiados con este tipo de políticas porque habrá inversión en ellos”, indica.
Galicia ve 3 escenarios para el sindicalismo en el gobierno morenista: primero tratarán de vincularse directamente con algún partido político, como ya lo hicieron anteriormente con el PRI; o desligarse totalmente de la lucha partidista y enfocarse en cuestiones laborales; y la tercera es tratar de formar sus propios partidos como ya ocurrió con Nueva Alianza y el SNTE.
Además ve un acercamiento con una parte del sindicalismo con la llegada del líder minero Napoléon Gómez Urrutia al Senado bajo los colores de Morena, así como la llegada de gente con vínculos al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).