Andrés Manuel López Obrador vuelve a la tribuna de la Cámara de Diputados, ante el pleno, desde donde dirigirá un mensaje a la nación por segunda vez en su vida desde que lo hiciera en 2005, obligado por un juicio que el entonces presidente Vicente Fox promovió para desaforarlo.
El tabasqueño regresa 13 años después, en un escenario muy distinto, para asumir el máximo cargo al que aspira un político en México, el de presidente de la República. Contrario a ese lejano 2005, en esta ocasión Obrador estará apoyado por la mayoría de legisladores que pertenecen a Morena.
Cuando Andrés Manuel López Obrador era jefe de Gobierno del Distrito Federal (2000-2005) enfrentó un juicio de desafuero promovido por el entonces presidente Vicente Fox, por medio de la Procuraduría General de la República (PGR), por violar una orden judicial para dejar de construir una calle en un terreno expropiado con antelación por autoridades de gobiernos anteriores.
El 7 de abril de 2005 Obrador acudió a la llamada cámara baja a defenderse, ante el pleno, de las acusaciones en su contra. Ante los legisladores y las cámaras y plumas de todos los medios nacionales, y uno que otro internacional, el tabasqueño afirmó que él no había violado la ley y que tenía la certeza de que lo juzgaban por su manera de pensar y actuar.
Ante la inminente elección presidencial de 2006, Obrador aseguró que el juicio de desafuero obedecía al miedo de la clase política dominante por un cambio verdadero… “ese miedo cobarde de perder privilegios los lleva a tratar de aplastar a cualquiera que atente contra sus intereses y proponga una patria para todos y patria para el humillado”.
El mismo día en que el desafuero se consumaba y en las calles había grandes manifestaciones por de la decisión judicial, Obrador se pronunciaba en la Cámara de Diputados en contra de la medida adoptada por la PGR por simplemente “intentar abrir una calle para comunicar un hospital”, refiriéndose al camino que pasaría por el terreno nombrado “El Encino”, en Santa Fe, Cuajimalpa.
“Ahora resulta que en el país de la impunidad, en el país del Fobaproa, de los Amigos de Fox, del Pemexgate y otros latrocinios cometidos, permitidos o solapados por los que ahora me acusan y juzgan, a mí me van a desaforar, me van a encarcelar, me van a despojar de mis derechos políticos por haber intentado abrir una calle para comunicar un hospital”, expresó Obrador.
En un discurso, que muchos consideraron como histórico, el ahora presidente de la República afirmó ante los legisladores que él estaba acostumbrado a luchar, a defenderse y convocó al pueblo de México, “aquel de buena voluntad, que cree en la libertad, la justicia y la democracia” a movilizarse para apoyarlo.
El 8 de abril, un día después de su discurso, Obrador abandonó su oficina y dejó en manos de la justicia su caso. El 24 del mismo mes miles de personas se concentraron en el Zócalo capitalino en una de las manifestaciones más multitudinarias de apoyo a un político de las que se tenga memoria.
Finalmente, ante la presión mediática y social, el gobierno de Fox tuvo que recular y tras la renuncia del entonces procurador General de la República, Rafael Macedo de la Concha, la nueva oficina de la PGR desechó el caso aduciendo un tecnicismo.
Al final, el resbalón jurídico de Vicente Fox pasó a la historia.