Como dicta la costumbre, con la llegada de otro periodo electoral comienzan a salir las figuras que recurren al “chapulineo” para buscar nuevas oportunidades tras no encontrar espacios en sus respectivas fuerzas políticas. Esto pese a que, en tiempos recientes, las segundas oportunidades no han dejado los resultados que sus protagonistas esperaban.
Habiendo decidido competir en solitario una vez más, Movimiento Ciudadano también mantiene una estrategia de rescatar a políticos marginados por otros partidos. En Hidalgo postulará a la gubernatura a Francisco Verganza, con historia en prácticamente todos los partidos, y en Oaxaca abandera a Alejandra García Morlán, recién salida de Acción Nacional.
Para Tamaulipas se registró como aspirante único a Arturo Diéz, también con trayectoria en el PAN y el Revolucionario Institucional. Así como se perfila pasará lo mismo en Durango, donde los dirigentes naranja le echaron el ojo a Patricia Flores, jefa de la Oficina de la Presidencia durante el sexenio de Felipe Calderón.
Laura Fernández, diputada federal del Partido Verde Ecologista de México, competirá por la candidatura del Partido de la Revolución Democrática, aliado al PAN, en Quintana Roo. Mismo estado en donde la senadora Marybel Villegas tiene casi un mes presionando con una posible salida del Movimiento Regeneración Nacional al no haber sido seleccionada como su candidata.
Para analizar el fenómeno del chapulineo en México, Reporte Índigo entrevistó al doctor Gustavo López Montiel, profesor de ciencias políticas en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, quien comenta que el origen del problema es la falta de candados en los reglamentos de los partidos para evitar este tipo de saltos de última hora.
Incluso menciona que, mientras PRI, PAN o PRD han ido retirando sus candados durante los últimos 20 años al ver lo redituable que puede ser postular a un externo, otras fuerzas como MC, PVEM o PT recurren a estas figuras no para ganar elecciones, sino para incrementar un poco su porcentaje de votación.
En particular del partido comandado por Dante Delgado, el académico menciona que “ha decidido ir sin alianzas con otros partidos, pero asumiéndose como una opción para aquellos políticos que se han movido, fundamentalmente del PRI, pero también del PAN y del PRD, eventualmente alguien de Morena también”.
Esto aunque, advierte, “siempre, el hecho de darle la candidatura a alguien que viene de fuera cuando ya hay un grupo, por pequeño que sea, trabajando una entidad o distrito, obviamente genera una fractura interna. Pero es siempre más benéfico traer una estructura popular que eleve la votación a mantener la estructura, es lo que podemos ver con esta práctica”
Historias de fracaso en el “chapulineo”
Si bien hay una larga historia de “chapulines” que lograron victorias importantes saltando de última hora a otros partidos, en las últimas elecciones no han tenido los logros esperados. En 2021, por ejemplo, solo el experredista Ricardo Gallardo logró la gubernatura de San Luis Potosí arropado por la alianza PVEM-PT y un respaldo de facto de Morena.
Aunque partió favorita en varias encuestas, la expriista Clara Luz Flores no pudo capitalizar el ímpetu de Morena y terminó cuarta en Nuevo León. Mientras que Eliseo Fernández, expanista, acercó a MC a la gubernatura de Campeche, pero el recuento ordenado por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación confirmó que no logró la hazaña.
Incluso cuadros históricos como Jorge Hank Rohn en Baja California o Christóbal Arias en Michoacán no pudieron al separarse de PRI y Morena, respectivamente. Si bien Hank quedó en un decoroso segundo lugar con Encuentro Solidario, Arias optó por declinar como abanderado de Fuerza por México, ambos partidos que perdieron sus registros a nivel nacional.
El doctor López Montiel explica este declive del chapulineo diciendo que “en algunos casos ocurre eso, lo que pasa es que son, al final de cuentas, figuras políticas que, si no se mueven junto con su estructura, no van a generar el resultado esperado por los partidos. La mayor parte de ellos no se mueven con la estructura. Es un tanto compleja la competencia”.
Ejemplifica esto al contrastar los resultados que arrojó la elección presidencial de 2018, con un mapa prácticamente dominado por Morena, con los que se pueden apreciar a en los estados que también celebraron elecciones locales en dicho año, donde los mapas mostraron mucha más pluralidad y competencia entre los partidos.
“No termina de moverse la estructura que da votos, eso lo vimos, de entrada, en la última elección, en el contexto de las candidaturas federales. Pero si lo vemos en el contexto de las locales, hay un comportamiento en el sentido distinto. A los grupos políticos les importa más la local porque es donde se hace de recursos, la federal le importa más a la estructura partidaria”.
En ese sentido, señala que el “chapulineo” “va a generar otro tipo de incentivos” en la medida que Morena se debilite, siendo que eventualmente perderá a López Obrador como factor de unidad, y en los conflictos que generen las inserciones de estos grupos en partidos, pues hay estados donde es más relevante el grupo político en el poder que el partido político en cuestión.
“No hay incentivos por el momento para que los partidos cambien esta condición, alguna vez alguien propuso editar legalmente hacer esos cambios, pero en realidad eso iría en contra del derecho de las personas a votar y ser votadas. Entonces, no hay iniciativas para que eso cambie por el momento”.