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Enclavada en el corazón de la Meseta Purépecha, la población indígena de Cherán era una de las más castigadas por la violencia y el saqueo.
El índice de homicidios era casi uno por semana. Cientos de pobladores emigraron a otras localidades de la región dejando abandonadas sus viviendas y parcelas.
Hoy la historia es distinta.
Desde hace tres años, el pequeño municipio indígena se declaró autónomo. Dijo no a los partidos políticos. Dijo no al gobierno convencional. Dijo no a la violencia.
Cherán se desligó del gobierno estatal y se convirtió en una burbuja en medio de la tempestad.
Hoy, mientras Michoacán se sume en una ola de violencia y desgobierno, Cherán se mentiene inmune a los problemas sociales que afrontan más de 4 millones de michoacanos.
Esta población –con sus casi 16 mil habitantes– resalta en la geografía del estado al ser el único lugar en donde, desde hace más de 2 años, no se registra un solo delito.
No hay robos. No hay riñas, y los homicidios son parte de la historia. El mando de usos y costumbres les ha funcionado bien. Se basa en la confianza de la gente hacia sus autoridades, y en el servicio de las autoridades hacia su gente.
Un gobierno a mano alzada
Antes de que el mando de usos y costumbres se instaurara, al municipio comenzaron a llegar grupos del crimen organizado atraídos por la riqueza de los bosques.
El despojo de tierras, la tala ilegal de árboles, el robo del ganado y el rapto de mujeres, eran cosa de todos los días.
Por las calles y caminos de ese poblado, las camionetas cruzaban el lugar a toda velocidad con vidrios polarizados y hombres armados, intimidando a los vecinos. Se buscó la ayuda de las autoridades, pero en ninguna parte se escuchó el reclamo.
Durante gran parte del 2010, los indígenas despojados de sus bienes, bosques y tierras, hicieron antesala en las oficinas del gobierno municipal de Cherán (PRI), del estatal de Michoacán (PRD) y del federal de la República (PAN), para pedir apoyo.
No hubo respuesta en ninguna de las instancias, solo promesas de investigación sobre los delitos denunciados.
Cansados del abandono de las autoridades, al margen de su gobierno local impuesto desde Morelia, los pobladores de Cherán buscaron organizarse y declararse independiente del gobierno estatal.
Decidieron tomar el problema de la seguridad de los bienes de todos los vecinos en sus propias manos. El gobierno estatal ni siquiera advirtió las manifestaciones de hartazgo que se daban en esa localidad indígena.
El 15 de abril del 2011 se declararon autónomos.
Como primer acto, en repudio a la corrupción de las autoridades, se expulsó a los representantes del gobierno de Michoacán.
Prefirieron quedarse sin policía. Se establecieron barricadas a las entradas del pueblo y se decretó un gobierno constituido democráticamente, en base al uso tradicional de elección a mano alzada. El evento de elección del Concejo Mayor se realizó en la plaza principal, con la participación de todos los del municipio.
Desde entonces, los vecinos de esa localidad comenzaron a cuidarse entre ellos. Con representantes de todos los barrios se eligieron a 12 personas para integrar el concejo.
Cada uno de los cuatro barrios seleccionó y constituyó un juez menor, que es el que dictamina en primera instancia sobre los mandatos de autoridad. Disolvieron los partidos políticos. Decidieron no participar en elecciones y formar sus propias brigadas de seguridad mediante una policía comunal.
Fue en ese momento, en Cherán, donde surgió por primera vez el concepto de autodefensa comunitaria.
Se conformó una fuerza de 75 policías comunitarios en Cherán, mientras que en Ostula 27 personas se armaron para defenderse entre ellos. Todos ellos usaron carabinas de chispa, machetes y palos.
El consejo del Subcomandante
El 3 de marzo del 2001, el subcomandante Marcos y su movimiento zapatista visitó la comunidad indígena de Cherán.
Tras escuchar las quejas de abandono de las autoridades y saqueo de los criminales, Marcos convidó a los pueblos purépechas a crear una policía propia en base a sus usos y costumbres, alejada de la corrupción del gobierno.
El consejo funcionó.
La organización fue copiada en forma inmediata por los vecinos de la comunidad indígena de San Luis Acatlán en Guerrero, a donde fue llevado el modelo por los enlaces de comunitarios que esparció por la zona el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional.
La policía comunal que opera en Cherán, a diferencia de los grupos de autodefensa que proliferan en la entidad, se encuentran armados con palos, machetes y armas de fuego de calibre menor.
Las pocas armas de grueso calibre que utilizan los policías comunales son las que dejó vacantes la policía municipal cuando fue disuelta.
Viven bajo sus propias reglas
Desde que se decretó un gobierno constituido democráticamente, en base al uso tradicional de elección a mano alzada en Cherán, lejos quedaron las cuotas de sangre que los vecinos de esa localidad pagaban al crimen organizado.
No hay violencia, robos, asaltos o riñas. Todo parte de que el Concejo Mayor no permite la entrada a extraños a esa población.
Se han prohibido los vidrios polarizados en autos, así como el consumo de alcohol en la vía pública. Hay tolerancia cero a la tala inmoderada de árboles. Se mantiene un estricto control sobre los caminos que conducen a esa localidad y hacia las zonas agrícolas, ganaderas y boscosas de la zona.
Los integrantes del Concejo Mayor no perciben salario alguno. Su función es de servicio a la población.
No hay agencias del ministerio público ni comandancia de policía. La función de la policía comunal es preventiva y de advertencia.
Si alguien es sorprendido en la comisión de un delito –cosa que no ocurre desde hace más de dos años– sería llevado ante la presencia de un juez menor. Si el juez menor se declara incompetente para sancionar la conducta, el caso se turna al Concejo Mayor. Allí se deciden las sanciones.
Las sanciones que puede imponer el Concejo Mayor, tras una deliberación, van desde el trabajo colectivo, la reparación del daño, la exhibición pública, la reprimenda pública, los azotes, el arraigo domiciliario y el arraigo carcelario, hasta la expulsión y el destierro de la comunidad, dependiendo de la gravedad del delito.
Todas las partes en un conflicto tienen el derecho de ser escuchadas por el concejo.
A pesar de haber recibido la oferta de algunos grupos de autodefensa para fortalecer la seguridad en esa localidad, el Concejo Mayor de Cherán ha decidido seguir manteniendo la seguridad pública con su policía comunitaria.
Se han fortalecido los filtros de control de acceso a la ciudad, para evitar que de nueva cuenta ingresen a ese poblados miembros del crimen organizado.
Asilo indígena
Debido a las condiciones de seguridad que se mantienen dentro del poblado de Cherán, muchos de los vecinos de otras localidades indígenas cercanas, azotadas por la violencia y el crimen organizado, han buscado asilo en esa población.
Eso ha hecho que Cherán sea el principal municipio indígena de Michoacán con una población creciente.
Hasta hace tres años, esa localidad registraba una población cercana a los 10 mil habitantes, ahora son más de 16 mil. El índice de emigración local asciende a más de 700 personas por año, en promedio.
Todos los asilos a pobladores de otras localidades indígenas, siempre que demuestran ser personas de trabajo, son avalados por el Concejo Mayor.
La llegada de pobladores de otras localidades indígenas de la Meseta Purépecha ha hecho que las labores artesanales se diversifiquen en Cherán, en donde la principal actividad económica es el tallado de madera, bordado de telas y tejido de canastas y cestos de mimbre. También el renglón de la prestación de servicios ha ido a la alza en los últimos años, reconocen los propios pobladores.
¿Cómo se maneja un gobierno por Concejo?
La forma de gobierno que ha dado resultado en Cherán, no la abandera ningún partido político ni es propuesta de algún candidato. Son los usos y costumbres de mando que por siglos sirvió al pueblo Purépecha para organizarse. Es el gobierno a base de Concejos.
Los Concejos son los que asumen el control de la administración de los servicios al pueblo, de la vigilancia pública y de la impartición de justicia, siempre con la encomienda de operar atendiendo la demanda de la mayoría.
El otro Michoacán
La violencia y el desgobierno siguen permeando a Michoacán.
El pasado fin de semana, en el municipio de Arteaga fueron detenidos cuatro policías municipales acusados de brindar protección a células delincuenciales, mientras, en la capital del estado, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, aseguró que Michoacán superará la etapa de crisis que afronta.
La presencia de Osorio Chong en Michoacán se llevó a cabo en medio de una huelga generalizada por parte del sindicato de empleados al servicio del ejecutivo estatal, quienes reclamaban un incremento salarial que el gobierno local no puede otorgarles.
Además, continúa en toda la región la tensa calma por el próximo vencimiento del nuevo plazo que puso el Gobierno Federal para el desarme de los grupos de autodefensas –pactado para el 10 de mayo-.
Se estima que aún prevalecen células del crimen organizado que no han podido ser desarticuladas, prueba de ello son los ataques que durante la semana pasada encararon Fuerzas Federales desplegadas en la entidad.
El líder de los civiles armados, José Manuel Mireles, sigue claro en su postura: se entregarán el armamento solo si el Gobierno Federal cumple con la promesa de liberar a aquellos autodefensas que han sido detenidos por el delito de portación de arma de fuego.
También, a manera de avance en las negociaciones, se sabe que al menos 56 de los 98 autodefensas presos en cárceles federales, ya fueron trasladados a cárceles de mediana seguridad en Michoacán.
El acuerdo de desarme a cambio de liberar a los presos, no beneficia al líder de las autodefensas de la Ruana, Hipólito Mora Chávez, ni al líder de las autodefensas de Yurécuaro, Enrique Hernández, ambos acusados de homicidio.