A Margarita Arellanes de nada le sirvió encomendarse a Dios, porque a final del día no obtuvo el triunfo.
Cuando a las 11:30 de la mañana llegaba a la Catedral de Monterrey para asistir a misa, la alcaldesa con licencia ya se ubicaba por debajo de Felipe de Jesús Cantú en el número de votos emitidos.
Además, ya era blanco de las primeras acusaciones del día. Se le cuestionaba por presuntos actos de acarreos en San Pedro y amenazas contra panistas del Municipio de Santa Catarina, obligados a votar en su favor.
Cerca de las 13:00 horas Margarita Arellanes acudió a emitir su voto en una casilla ubicada en la colonia Contry, sobre la avenida Sendero Sur.
Ella seguía sonriendo. Se decía tranquila, relajada y casi ganadora, cuando en compañía de su familia depositaba su boleta en las urnas.
Después se retiró a su “bunker”, en donde permaneció encerrada por el resto de la tarde, hasta que sucedió lo inesperado, pues en los últimos meses era ella quien encabezaba casi todas las encuestas electorales que se hicieron.
Fue hasta pasadas las 19:00 horas cuando Margarita Arellanes reapareció en escena para desearle a su contrincante que ojalá ganara la gubernatura, pues en el PAN estatal ya habían anunciado a Felipe de Jesús Cantú como el ganador de las elecciones internas.