El cambio de turno de los reporteros de la fuente policiaca transcurría sin aparente novedad la mañana del pasado miércoles 4 de marzo.
Los periodistas que durante la noche cubrieron la noticia para medios escritos y televisoras, habían llegado a las redacciones con las usuales noticias de accidentes y de delitos del fuero común.
Recién entraban los reporteros de día, que con café en mano verificaban la agenda del día: eventos, baches, política, “declaracionitis”…
A las 7:30 horas reapareció el frenesí noticioso que hacía tiempo no experimentaban: el enlace en vivo de un reportero de Televisa daba cuenta de la detención del máximo líder del cártel de Los Zetas.
El hecho se dio apenas a pocos kilómetros de sus medios de comunicación, a tan sólo unos minutos de distancia.
Nadie se enteró, ni el reportero mejor conectado, ni el más hábil para detectar las señales que los cuerpos policiacos se transmiten entre sí.
Como efecto dominó, reporteros locales, nacionales e internacionales se comunicaban unos a otros.
Alguien tenía que saber algo, en dónde se encontraba la casa en donde las fuerzas militares habían detenido durante la madrugada a Omar Treviño Morales, en el prominente municipio de San Pedro Garza García, Nuevo León.
La situación era clara, el único reportero que sabía hasta el momento la ubicación de la residencia de Omar, hermano del fundador de Los Zetas, Miguel Ángel Treviño Morales, era el reportero de Televisa, Ángel Giner, y habría que esperar a que lo anunciara al aire.
La primicia era sin duda para la televisora y el “pitazo” venía directo desde la Ciudad de México.
Sólo ese medio pudo captar imágenes de la incursión de los elementos castrenses a la casa y la detención del líder Zeta.
El resto de los reporteros fueron llegando a poco. Tarde. Conforme se fueron enterando y pasando información a los compañeros.
Ya a nadie le importaba ser perspicaz, ya pasaban las 8 de la mañana, los elementos se habían ido y en la foto sólo saldría la fachada de la casa.