El polémico diamante
La polémica no se aparta de la figura del laureado arquitecto Luis Barragán Morfín, ni parece que lo hará pronto. La intervención de la urna que guarda sus restos en la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres en pleno Centro Histórico de Guadalajara, para retirar una fracción de los mismos y volverlos diamante, sigue causando escozor.
Luis Herrera
La polémica no se aparta de la figura del laureado arquitecto Luis Barragán Morfín, ni parece que lo hará pronto. La intervención de la urna que guarda sus restos en la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres en pleno Centro Histórico de Guadalajara, para retirar una fracción de los mismos y volverlos diamante, sigue causando escozor.
El anillo que adorna ese diamante se muestra ahora en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC), mientras las críticas arrecian contra el papel que jugaron las autoridades de Jalisco y Guadalajara en esta historia, y las que no se mostraron a la altura, dicen sus detractores, de la responsabilidad que demanda la protección de la memoria de ese premio Pritzker, y su herencia cultural para México y el mundo.
Al hecho se le ha calificado como una “vejación”, e incluso como una “profanación”, es decir, un trato irrespetuoso a lo sagrado, a las cosas venerables. Y hay también quienes ha visto en el hecho mismo algo “poético”.
Lo cierto es que hay sombras sobre la actuación de los funcionarios públicos que no han sido esclarecidas.
Desde aquella cena del 19 de julio de 2014, realizada en el Museo de Arte de Zapopan, un espacio de ese Ayuntamiento, puesto a disposición por su directora, Viviana Kuri, para que la artista Jill Magid convenciera ahí a la familia Barragán de autorizar este proyecto, hasta la aprobación de la extracción de las cenizas que vino del Gobierno de Guadalajara y la Secretaría de Cultura de Jalisco, aunque manteniéndolo en secreto.
La polémica se desató en agosto de 2016, luego de que la historia del diamante en que fueron transformadas las cenizas de Barragán se publicara en un medio fuera de México –la revista The New Yorker-, sin embargo, en realidad han trascurrido ya dos años desde que el primer trámite formal fue efectuado por los familiares del arquitecto.
Fue el 22 de abril de 2015 cuando el sobrino de Barragán, Hugo Barragán Hermosillo –fallecido en febrero pasado a los 83 años-, escribió al entonces alcalde de Guadalajara, Ramiro Hernández García:
“Estimado Ingeniero Hernández. Espero que la presente lo encuentre bien. Por medio de este medio quisiera hacer de su conocimiento que la familia Barragán -heredera, descendiente y dueña de los restos mortales del Arquitecto Luis Barragán Morfín- necesita extraer una pequeña y simbólica cantidad de cenizas de la urna.
“Es por esto que a nombre de la familia Barragán, le solicito muy atentamente el permiso para exhumar momentáneamente las cenizas de nuestro antepasado, que se encuentran en la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres”.
Puntualiza en la carta que ellos se harán cargo de todos los gastos, que saben que el proceso de extracción debía realizarse con la presencia de un notario público, y “ser ejecutado por un profesional designado por una agencia funeraria.
Los miembros de la familia Barragán “dueños” de las cenizas del arquitecto comenzaban así su participación en el proyecto de la artista Magid, quien, según lo ha dicho, tenía por propósito elaborar el diamante con esos restos mortuorios y confeccionar un anillo de compromiso para ofrecerlo a la propietaria del archivo profesional de Barragán en Suiza, Federica Zanco, a cambio de que accediera a retornar esa colección a México.
En la narrativa de Magid, Zanco había recibido el archivo documental de Barragán de manos de su esposo, para sellar así su compromiso matrimonial. Zanco desmintió esa historia en el diario El País: “la narración de Jill Magid es fruto de su fantasía”.
Peculiar petición
La solicitud de los descendientes del arquitecto Luis Barragán provocó un cruce de múltiples oficios de varias instituciones y dependencias, girados para solicitar orientación o dar su aprobación.
La irrupción
La idea de Magid y la familia Barragán causó desconcierto en el Gobierno de Guadalajara y generó múltiples oficios girados para solicitar orientación sobre cómo proceder.
El Reglamento de Panteones regula el proceso de exhumación de restos humanos -un servicio municipal-, pero la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres no es precisamente un cementerio cualquiera.
Ese gobierno consultó a sus direcciones del Registro Civil y Panteones, y al exterior, al Congreso del Estado y a la Secretaría de Cultura estatal. Los diputados se deslindaron del trámite, pero la titular de Cultura en Jalisco, Myriam Vachez Plagnol, emitió su aprobación del caso, del que estaba enterada desde aquella primera solicitud al alcalde -con copia para ella.
En el Oficio SC/0903/2015, del 9 de junio de 2015, dirigido al entonces secretario general de Guadalajara, Jesús Lomelí Rosas, la secretaria de Cultura, Vachez Plagnol, le señaló:
“En relación a la petición del señor Hugo Barragán Hermosillo que fue acordada por el presidente municipal de Guadalajara, le manifiesto que la Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado aprueba el retiro momentáneo de las cenizas del Arquitecto Luis Barragán Morfín para efectos de que puedan extraer una simbólica cantidad de las mismas y realizándose la reinstalación de manera inmediata”.
También emitió su opinión el entonces titular del Registro Civil, José Ricardo Carrillo Almeida, en el oficio DRC/87/2015 dirigido al secretario general el 12 de mayo de 2015:
“No habiendo ninguna prohibición en la Ley del Registro Civil del Estado de Jalisco para la exhumación de restos ya cremados (cenizas)”.
Aúna: “estando dichos restos en la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres podrá dar la autorización el Ayuntamiento de Guadalajara, con la anuencia del Congreso del Estado por ser este el que decretó la inhumación de los restos en dicho lugar”.
El 8 de julio de 2015, Barragán Hermosillo le presentó una responsiva al Gobierno de Guadalajara donde deslindaba de cualquier consecuencia que pudiera sobrevenir a las autoridades municipales.
Una bolsa con 530 gramos
La exhumación se dio la mañana del 23 de septiembre de 2015. A las 8:47 horas los sepultureros municipales ya estaban abriendo el nicho de Barragán en la Rotonda. Los pormenores de aquel día quedaron plasmados en el acta de hechos que levantó el notario Carlos Enrigue Zuloaga.
La contratación del notario, por cierto, no la hizo la familia Barragán, sino la propietaria de la galería Labor que representa comercialmente a la artista Magid: “En la ciudad de Guadalajara, Jalisco, siendo las 8:05 horas compareció a mi oficina… la señora Pamela Echeverría Sandoval… ante dicha persona yo me identifiqué como notario y ella me solicitó que diera fe notarial de los hechos que aquí se consignan, lo cual procedo a hacer…”, dice el acta.
Ese documento demuestra que la exhumación fue presenciada por funcionarios municipales y estatales. Ahí estuvieron, además de la familia Barragán y Magid: Fernando Reyes García, director de Panteones; Ricardo Carrillo Almeida, director del Registro Civil, Eduardo Torres de la Mora, administrador del Panteón de Mezquitán, todos subalternos del exalcalde Hernández García, y la secretaria de Cultura estatal, Myriam Vachez Plagnol.
“La señora Lorenza Barragán Salin comenzó a sacar ceniza con una cuchara, colocándolas en una bolsa de plástico, la cual fue llenando hasta que la misma arrojó un peso total, incluyendo la bolsa, de 530 gramos”.
Las cenizas se depositaron en una caja que decía “temporary container 150604USCH01”. A las 9:15, previo a devolver la urna a su sitio, Barragán Hermosillo introdujo “una pequeña escultura con forma de un caballo, la cual le fue entregada como regalo por la señora Jill Magid, quien manifestó era una pieza de plata, a lo cual algunos de los asistentes procedieron a tomar fotos”; practicaba la equitación, de ahí la figura.
La investigación
En una carta respaldada por intelectuales y otros familiares de Barragán, el 7 de febrero pasado se exigió investigar la actuación de las autoridades.
Es un documento firmado por personalidades como Elena Poniatowska, Juan Villoro, Néstor García Canclini, Diego Valadés, Fernando González Gortázar, y exmiembros de la Fundación de Arquitectura Tapatía Luis Barragán, integrantes de la Orden de las Clarisas Capuchinas Sacramentarias y familiares del arquitecto solicitan la indagación.
“(Se exige) una investigación y una auditoría para determinar si la Secretaría de Cultura, el Museo de Arte de Zapopan, la Fundación de Arquitectura Tapatía Luis Barragán y la Casa-Museo Luis Barragán utilizaron bienes y recursos públicos para apoyar y/o financiar de manera irregular el proyecto de carácter privado, y si se cumplieron a cabalidad los procedimientos legales correspondientes”.
Piden a esas autoridades ofrecer una disculpa pública y critican su actuación.
La figura del caballo depositado en la urna debe ser retirado, y conminan a la familia Barragán a que “dicho objeto (el diamante) sea reducido a polvo y sus restos debidamente reintegrados al digno lugar de sepultura del cual nunca debieron de haber salido”.
Nada ha concluido.