El sueño de Andrea Garza se consolidó 30 años y cuatro hijos después: una editorial infantil, Cayuco.
“Me dijeron que iba a morir de hambre, de todas maneras morí de hambre de otras profesiones, porque si no es lo que te gusta, mueres de hambre. No solo es dinero lo que hay que ganar”, dice.
Andrea estudió neurolingüística y es terapeuta del lenguaje y aprendizaje. También se casó y tuvo cuatro hijos. Sin embargo, nunca olvidó su sueño de contar cuentos para niñas y niños.
En mayo de este año surgió Cayuco, que es el nombre de su proyecto editorial. Desde entonces ha recorrido varias ferias del libro para darse a conocer y mostrar sus obras.
“¿Cómo empecé con esto? Pues la verdad son mis ahorros de 30 años”, cuenta.
Aunque Cayuco vio la luz apenas en este 2019, su proyecto comenzó a latir desde el 2016 con los trámites legales como el registro de la marca y de las obras.
“Tienes que juntar dinero para depositar en el banco y poder registrarte, tienes un montón de papeles de Hacienda, pero quisimos hacerlo muy bien, todos tienen ISB, todos tienen registro, todos tienen contrato, todos son mexicanos, todos son jóvenes”, explica.
Cayuco, su editorial, cuenta con cuatro títulos. Cada uno de los libros transmite un valor en específico y está ilustrado por jóvenes talentos, cuyas edades van desde los 28 años.
Además, Andrea escribió tres de las cuatro historias que conforman el catálogo de Cayuco, las cuales son “Rolando, el colibrí”, “Kiko”, “Tatis” y “Saúl y los Felinos”.
“Lo más importante de este trabajo es que la imagen te lea una historia, pero el texto te lea la historia también y juntos enriquezcan el vocabulario y la comprensión”, dice.
Para lograr su proyecto, Andrea no improvisó. Empezó a tomar cursos y talleres de redacción, de escritura y de construcción de un libro.
Primero de manera presencial y luego por internet. Siempre le recomendaban escribir, escribir y escribir, recuerda.
En libretas, ella anotaba sus ideas y poco a poco les iba dando forma. A través de recortes o de sus propios dibujos, iba construyendo personajes y diálogos.
Su esposo, que es su socio, ha sido una pieza fundamental para consolidar su proyecto.
“Le digo a todo el mundo que tengo los post it de ‘no te rindas, sigue tu sueño, nunca es tarde, ve por él’”, cuenta.
Andrea dice que consolidar los sueños no es fácil, por lo que recomienda visualizar a dónde se quiere llegar.
“No pierdas a dónde quieres llegar y cada paso que vas a ir dando va a ir a ese objetivo, entonces te vas a ir exigiendo perfección (…). Dedícale al menos dos horas de tu vida a tus sueños”, recomienda.
Vencer retos con Cayuco
Andrea recuerda la primera vez que vio impresos los libros en los que tanto tiempo había trabajado. “Sentí una alegría y mucho miedo”, dice.
Frente a ella había 2 mil ejemplares y no sabía cuál debía ser el próximo paso a seguir.
Empezó a venderlos a sus compañeras de la universidad, a amigos del deportivo, a sus familiares, a sus vecinos y a cualquier persona que conociera.
“Así fue como le perdimos el miedo y tocamos la puertas que debíamos de tocar”, cuenta.
Se dio cuenta de que crear su editorial fue solo el primero de varios desafíos que ha enfrentado desde entonces.
“La primera parte es que la gente sepa que existes y tengas algo bueno que contar.
“La segunda parte es la parte económica. La verdad son mis ahorros de 30 años, los ahorros de mi marido también. Y esta vez que dije: va por mí, tengo cuatro hijos, pero esta vez va por mi”, dice.
Además, Andrea también pidió un crédito en el banco. Sin embargo, confía en que va a recuperarlo, pues librerías como El Péndulo y Gandhi han acogido sus libros. Así como otras más pequeñas en la Ciudad de México y hasta en otros estados del país.
Un tercer reto es hacerse presente en las redes sociales. Por ahora, la Editorial Cayuco ya tiene Facebook, Instagram y página web.
Libros distintos
Para Andrea Garza, el gran mérito de sus libros es que ofrecen un formato en el que tanto el adulto como el niño pueden ponerse a leer juntos; la tipografía y el tamaño que tienen facilita su lectura; y el papel es grueso.
“Personajes que se vuelven nuestros, entrañables, que se identifican con los niños”, dice.
“Lo hace diferente que la imagen te cuenta la historia, la calidad, que los ilustradores son mexicanos y son jóvenes”, agrega.