Para el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), la permanencia de José Manuel Mireles en prisión –al menos mientras enfrenta el proceso penal al que ha sido sometido de nuevo- representa “un riesgo en la frágil estabilidad social del estado de Michoacán”.
El Cisen estima que algunos autodefensas que esperaban la salida de su líder fundador podrían convertirse en grupos de civiles armados imponiendo su propia ley y eventualmente unirse a algunos cárteles locales de drogas.
Fuentes de inteligencia federal que operan en la entidad, hablaron para Reporte Índigo y destacaron que la ratificación del auto de formal prisión a Mireles podría complicar el proceso para la pacificación de Michoacán. Los grupos de autodefensa ya son vistos como un ejército sin general, pues al menos 38 grupos de civiles armados se mantiene a espera del retorno del que consideran “héroe nacional” para continuar la lucha contra el cártel de Los Caballeros Templarios, que no ha sido desarticulado en su totalidad.
En estos momentos, la mayor parte de los que fueron comandantes de los grupos de autodefensa ya no están al frente. La mayoría rompieron con el Gobierno Federal y decidieron alejarse de las trincheras. Otros fueron ejecutados por el crimen organizado y al menos cuatro de ellos se encuentran encarcelados. Otros cinco de los comandantes insurgentes se sumaron a la Fuerza Rural Estatal.
De acuerdo al mapa de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) en Michoacán siguen operando 38 grupos de autodefensas, todos leales a José Manuel Mireles. El mayor de esos grupos es el que dejó acéfalo Semeí Verdía, el ultimo comandante activo, quien fue detenido y encarcelado el pasado fin de semana. Los 13 grupos de autodefensas que comandaba Verdía se han declarado en guerra contra el Gobierno Federal tras la detención de su líder.
El nuevo auto de formal prisión contra Mireles ha sido tomado por algunos encargados de grupos de autodefensas -principalmente de la región de Tancítaro y de Apatzingán- como un mensaje del Gobierno de cerrar la posibilidad del dialogo con los civiles armados.
“Si el Gobierno se cierra”, dijo un autodefensa de Tancítaro, “no nos vamos a detener en nada, lo vamos a considerar como que está del lado de los Caballeros templarios, y le vamos a declarar también la guerra”.
Alto riesgo para el Cisen
Para el Cisen, la ausencia de mandos al frente de los grupos de autodefensa es el principal factor de riesgo en la posibilidad de quiebre en “la frágil estabilidad social del estado de Michoacán”. El hueco de mando general en la mayoría de los grupos de autodefensa lo estaba ocupando la esperanza de retorno a la libertad de José Manuel Mireles.
Un funcionario del Cisen en Michoacán confió que al no regresar -al menos por el momento- el fundador de las autodefensas a liderar a sus seguidores, se abre la posibilidad de que los civiles armados se fracturen y resulten pequeños grupos armados que pueden ser “comprados” por algunas células de los cárteles de las drogas.
No hay una cifra exacta, pero el Cisen estima que cerca de 5 mil hombres –principalmente jóvenes entre los 14 a los 27 años de edad- están armados y conforman los grupos de autodefensa que están a la espera del regreso del doctor Mireles. La mayor parte de esos milicianos estarían en los municipios de la zona sur del estado, donde en su momento tuvo dominio el cártel de Los Caballeros Templarios.
Precisamente ese cártel, estima el análisis del Cisen, sería el más beneficiado con la permanencia de Mireles en prisión, pues esa organización aún tiene la capacidad de reclutamiento de los autodefensas que se separen del movimiento al no llegar la libertad para el fundador de la resistencia civil.
Escasos los comandantes
De los 22 hombres y una mujer que decidieron formar los grupos de autodefensa el 24 de febrero del 2013, como única respuesta a su alcance para combatir la abrazadora presencia del cártel de Los Caballeros Templarios, a la fecha solamente tres de ellos se mantienen con sus grupos armados en calidad de comandantes.
Luego de tener estrechos acercamientos y diálogos de aliados con funcionarios del Gobierno Federal, la mayor parte de los fundadores de las autodefensas fueron acusados de colusión con el cartel de las drogas al que combatían. Muchos jefes de grupo de autodefensas fueron perseguidos, unos apresados y otros optaron por dejar el movimiento.
Los tres comandantes que siguen haciendo labores de autodefensa en sus localidades son Jesús Díaz Torres, de Chinicuila; Federico Villegas García, el comandante Lico de Turicato, y Ricardo Valdez, de Aquila. Ellos rompieron con el Gobierno Federal tras el encarcelamiento de José Manuel Mireles.
Otros siete comandantes fundadores de grupos de autodefensa optaron por abandonar la lucha ya sea para unirse a las Fuerzas Rurales o para ingresar a la política. Algunos siguen movilizándose con civiles armados, pero sin la clasificación de grupos de autodefensa.
Hubo algunos comandantes de las autodefensas que no tuvieron opción de permanecer al frente de sus grupos armados como Camilo Santana Aguirre, de Huetamo; José Luis Torres Castañeda, de La Ruana; José Luis Sánchez, de Apatzingán y Enrique Hernández Salcedo, de Yurécuaro. Ellos cayeron asesinados por miembros del cártel de las drogas al que combatieron. Sus viudas y huérfanos no vieron funerales de policía para sus jefes de familia.
Los penales también han sido destino para algunos de los que decidieron alzarse en armas contra el crimen organizado. Hoy permanecen en prisión José Manuel Mireles, de Tepalcatepec; Agustín Villanueva, de Aquila; Efraín Villanueva, de Aquila y Semeí Verdía, de Aquila. Todos acusados de delitos graves.