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Detrás de la deuda de casi 4 mil millones de pesos que dejó en Guadalajara el actual gobernador Jorge Aristóteles Sandoval Díaz, hay varias dudas que quedaron sin resolver.
Las cifras de cómo y dónde se gastó tanto dinero, nunca quedaron del todo claras.
Tras la salida de varios funcionarios de la administración de Sandoval Díaz en el Ayuntamiento de Guadalajara, quedó una sensación de división y traiciones al interior de su equipo.
Varios personajes fueron señalados por casos de corrupción, entre otros el exsecretario de Obras Públicas, Juan Carlos Uranga García, y el excontralor Víctor Urrea Stettner.
En ambos casos la Comisión Anticorrupción los exculpó, pero ninguno de los dos fue reintegrado a su cargo.
Los motivos nunca se expusieron, pero ante la imagen pública los exfuncionarios quedaron como corruptos, y el hoy gobernador salió limpio.
En los diversos medios se expuso el caso del viaje a Las Vegas con constructores y la presunta corrupción de Urrea Stettner para el otorgamiento de permisos de corrupción.
Y aunque se comprobó que Urrea Stettner mintió inicialmente en su versión de un viaje con su esposa por motivos de salud, la comisión que llevó su caso resolvió que no había delito que perseguir.
Al final la presión mediática fue tanta que el excontralor no fue retirado de su cargo.
Por eso Víctor Urrea Stettner, al igual que otros funcionarios, como el extitular de la Secretaría de Seguridad Pública de Guadalajara, Servando Sepúlveda, salieron por la puerta trasera.
En todos los casos no existieron elementos suficientes para comprobar su culpabilidad, pero la sentencia para un alcalde que estaba en campaña era eliminar todo lo malo que estuviera cerca de él.
Así se dejó atrás a funcionarios que fueron parte importante en su administración y que ahora se sienten traicionados por el hoy gobernador.
Entre los que formaron parte del gabinete de Sandoval Díaz en Guadalajara hay varios resentidos por el actuar de al menos dos de los funcionarios más cercanos del hoy gobernador y las omisiones de este último.
Los funcionarios favoritos
Alberto Lamas Flores y Ricardo Villanueva Lomelí supieron ganarse un lugar al lado del gobernador.
Estos dos funcionarios trabajaron su relación al lado de él, cuestión que eventualmente le costó a Sandoval Díaz un distanciamiento con otros miembros de su gabinete cuando era alcalde.
Y es que se dice que esta relación -al menos en el caso del mercadólogo Alberto Lamas Flores- después se volvió una obstrucción en el trabajo de otros funcionarios.
Tal y como sucede hoy en las áreas de Comunicación Social del Gobierno de Jalisco, Lamas Flores se adueñó de los contratos de publicidad y medios de comunicación, y desde ahí benefició a varias empresas.
El excoordinador de Comunicación Social de Guadalajara asignó de forma directa contratos millonarios (principalmente) a dos televisoras y dos medios impresos.
También se encargó de la gestión de la publicidad en los parabuses y espectaculares en Guadalajara.
En ambos negocios hubo grandes pérdidas para el Ayuntamiento más endeudado del país.
Pero tal parece que la inspección de las cuentas de estos y otros negocios, cuyos resultados que golpeaban a Lamas Flores y otros funcionarios tapatíos en las áreas de asignación de Obra Pública, habrían motivado la salida del excontralor Víctor Urrea.
Porque en un análisis que realizó Reporte Indigo de investigaciones previas sobre los parabuses y las asignaciones de contratos de comunicación, resalta que Lamas Flores participó y que eran cuentas que estaban siendo revisadas por el contralor que nunca fue reintegrado.
Y es que en declaraciones de Víctor Urrea publicadas por varios medios en febrero del 2010, el entonces funcionario refería las auditorías que realizaba a la Dirección de Servicios Generales, a la de Obras Públicas, de Padrón y Licencias, de Promoción Económica, del Instituto Municipal de la Juventud, del Consejo Municipal del Deporte y del área de Estacionamientos.
Pero luego de su salida, todos estos expedientes quedaron inconclusos.
A ninguno se les dio seguimiento, y el resultado es que a la fecha hay una deuda de casi 4 mil millones de pesos que no está aclarada.
Pero estas advertencias del excontralor podrían haber motivado su salida sin retorno, pues los expedientes no solo revisaban las cuentas del panismo, sino también las de la administración priista de Sandoval Díaz.
Quizá por eso decidieron aprovechar el escándalo para no reintegrarlo y así retirarse de encima a un contralor que ya les venía incomodando para hacer sus negocios.
La versión del excontralor
A la redacción de Reporte Indigo llegó un expediente con pruebas del excontralor de Guadalajara para aclarar dos cosas.
La primera, la compra de su departamento en la colonia Americana, referida en la publicación de Reporte Indigo “Los vecinos de Horizontes Chapultepec” del 31 de marzo, que a decir de los documentos en realidad se realizó en 2007, y no en marzo de 2012 como se señaló en la nota.
El problema –refiere en versión escrita enviada a este medio- viene de que el complejo tardó en escriturar por la falta de uso de suelo en las fechas en que compró.
Y la segunda aclaración era sobre su atropellado paso por Guadalajara y su presunta relación con el otorgamiento de permisos de construcción llevándose un porcentaje o “moche”.
Para este punto envió documentos donde muestra que los permisos de construcción donde se le involucró fueron otorgados en los últimos días de la administración del panista Alfonso Petersen Farah.
En este apartado se incluyen los casos del Casino Capri, y de tres edificios más y una gasolinera.
Envió copia de cada uno de los permisos donde se comprueban las fechas que el exfuncionario refiere.
A la fecha, Víctor Urrea se encuentra ocupado en sus negocios personales y alejado de la escena política, donde ya no figuró desde su desafortunado paso como contralor de un alcalde al que no le importó sacrificar a sus cercanos, con tal llegar al Gobierno de Jalisco.
El que sí se quedó callado
Tras el escándalo desatado con motivo del cese del excontralor de Guadalajara, Víctor Urrea Stettner, la administración duró varias semanas para definir un nuevo perfil.
Fue hasta enero del 2011 que el entonces alcalde de Guadalajara, Aristóteles Sandoval Díaz, presentó a Francisco Morales Aceves como nuevo contralor del Municipio. Y para él, la consigna fue clara: No hacer olas.
Morales Aceves se dedicó a exaltar el trabajo del alcalde e incluso a generar bases de apoyo político entre militantes del PRI.
En algunos medios locales se dejó en claro que él buscaría llevar a “Aristóteles con altas calificaciones” y lo hizo bien.
Pues la contraloría no detectó irregularidades en los contratos de pavimentación, comunicación y otras concesiones que hoy en día enfrentan severos cuestionamientos de corrupción.
Morales Aceves fue el encargado de organizar la Contraloría Social en el programa de pavimentación, proyecto de vigilancia ciudadano de la obra pública, que fue ampliamente criticado por ser un ente politizado y con poca incidencia en la obra.
El excontralor, hoy oficial mayor en la Secretaría General de Gobierno de Jalisco, había sido presidente del PRI Jalisco y conocía las entrañas del partido, por lo que su posición como contralor en Guadalajara fue clave para convencer a la vieja guardia priista de acompañar al joven alcalde en su contienda por la gubernatura.
Las actividades partidistas motivaron que un ciudadano interpusiera un juicio político en su contra, por hacer uso de recursos públicos para asuntos de partido. Además, se acusó a la contraloría de dar cabida a empleados que también cobraban en la nómina del Congreso del Estado.