“El país está de luto, volvieron los dinosaurios”. Las palabras de Jesusa Rodríguez resuenan por dos columnas de bocinas colocadas al pie del Ángel de la Independencia.
La directora de teatro y un grupo de actores representan una parodia que versa sobre la llegada de Enrique Peña Nieto a la Presidencia.
El protagonista es “Chatarratzing” un escuálido copetudo que se esfuerza por hablar inglés: “I want to change Pemex for the mirrors”, dice mientras se pasea entre pancartas que rezan: “Lo queremos todo”, “Bancomer”, “Repsol”, “Santander”.
La gente ríe desenfadada. Así expresa su pesar por el retorno del PRI a Los Pinos. Este 1 de diciembre, en la avenida Reforma de la Ciudad de México, el duelo no viste de negro ni de caras largas sino de sonrisas y ropas de colores.
Falta media hora para que dé inicio el mitin convocado por Andrés Manuel López Obrador. Varias personas siguen por sus celulares las últimas noticias sobre Carlos Yahir, un jóven que fue herido de gravedad por una bala de goma.
“Dicen que ya murió”, se escucha decir a una mujer. Luego un hombre de pelo cano comenta: “Seguridad Pública ya lo desmintió”.
En un extremo de la rotonda del Ángel está un dinosaurio construido con cajas de cartón. A unos cuantos metros hay dos muñecos enanos, hechos de papel maché. Uno semeja a Felipe Calderón, vestido de militar. A su lado y sobre el suelo se lee sobre un cartoncillo: “Este desgraciado se va a ir muy tranquilo con sueldo de 214 mil pesos mensuales…”
A las 11 de la mañana se anuncia la llegada de la escritora Elena Poniatowska. Ese sábado cumple 80 años. “Desde entonces ha vivido la presencia de los dinosaurios de este país”, dice Jesusa.
Mientras los demás invitados suben al templete, un hombre pasa a cantar un corrido en honor del nuevo Ejecutivo federal. La última estrofa remata con un “aquí no queremos ratas, lejos vete a otro lugar”.
El sol pega inclemente, 20 minutos después se anuncia que AMLO está llegando. En el podio se ve, entre otros, a Martí Batres, Jesús González Schmall y César. Luego se incorporarán Alberto Anaya, Ricardo Monreal y Layda Sansores.
El líder de Morena viste un traje gris oxford con camisa blanca. Hace su tradicional saludo: un autoabrazo con el que sus seguidores se emocionan. Comienza a gritar: “Obrador, Obrador, Obrador”.
Sin duda éste es uno de los actos menos concurridos que el ex candidato presidencial de las izquierdas ha encabezado en el corazón de la capital mexicana.
Si bien hay cientos de personas, son apenas una sombra de lo que fueron sus multitudinarios mitines de hace algunos meses. El quiebre de la izquierda electoral se materializa a los ojos.
Morena y el dinosaurio
El acto da inicio con un recuento que hace González Schmall. A nombre del Tribunal del Poder Popular emite una condena contre el IFE y el Tribunal Electoral por la forma como se condujeron en las elecciones del 1 de julio.
Al cinco a las 12 del día, el presidente nacional del Movimiento Regeneración Nacional, pronuncia un discurso de 12 minutos que toca las fibras más sensibles de los ahí presentes.
Señala que Calderón entrega una administración plagada de números rojos. El grito de “asesino, asesino” emerge como una ola feroz.
Las palabras finales corren a cuenta de López Obrador. De inicio, solicita la renuncia de Miguel Osorio Chong.
“Como primera acción de defensa vamos a exigir la destitución del actual secretario de Gobernación, el señor Chong”.
Lo culpa del innecesario uso de fuerza bruta contra los jóvenes por el enfrentamiento que la madrugada del sábado se suscitó entre estudiantes y policías federales en las inmediaciones de San Lázaro. También dice que si Manuel Mondragón es responsable de tal represión, debe renunciar.
El tabasqueño refrenda que el gobierno peñista es “ilegal e ilegítimo”. Indica que, camino a que Morena se convierta en partido político, iniciará una campaña de concientización en el medio rural y las colonias populares. Ahí “donde el PRI ha sentado sus reales”.
También informa que volverá a recorrer todos los municipios del país. Y que Morena no dejará de ser un movimiento social al servicio de los ciudadanos.
A sus fieles seguidores, AMLO les pide tener ánimo, a no caer presas del pesimismo. Los invita a participar en la tarea del renacimiento de México. Sus palabras surten efecto.
Al pie del ángel dorado decenas de lopezobradoristas terminan bailando al son de una cumbia morena.
Es la ebriedad del desconcierto quizá. Una forma de hace frente a eso que todavía no se alcanza a asimilar. El dinosaurio de cartón que está frente a ellos los mira sin mirarlos.