> Reporte Indigo (RI): ¿Por qué hacer “Tierra de cárteles”?
Matthew Heineman (MH): Yo quería explorar lo que pasaba cuando el gobierno y las instituciones fallaban, cuando la gente siente que han sido abandonados por el gobierno y tienen que tomar la ley por sus propias manos. Vemos a dos grupos, los autodefensas aquí en México y otro grupo en Arizona, y en varios aspectos son similares. Seguí a los dos líderes de estos grupos, el doctor y a “Nailer” en el caso del grupo de Arizona.
Ambos dos son hombres de 55 años, los dos creen que el gobierno les ha fallado y han tomado la ley por sus propias manos para pelear en lo que creen. Pero las circunstancias son bastante diferentes. Aquí en México la violencia es real, visceral. En Arizona esa violencia es más teorética, es un miedo que se mueve entre nuestras fronteras.
Para mi la película es acerca de lo que provoca a hombres y mujeres levantarse en armas.
>RI: ¿Dramatizaste algo?
MH: No; todo es real.
> RI: ¿Todo? Inclusive cuando entras “hasta la cocina”?
MH: Para mí entrar a un laboratorio de metanfetaminas era muy importante, mucha de la metanfetamina que consumimos en Estados Unidos viene de México y mucha es de Michoacán. La metanfetamina es el alma del cártel, el alma de Los Templarios y es una parte muy importante de la historia. Casi desde el primer día, a través de mi equipo local, intentamos entrar en un laboratorio. En cada filmación preguntábamos cómo podríamos llegar a entrar y finalmente en una de nuestras últimas grabaciones, casi nueve meses después, uno de esos días que nada va bien, se te descompone el automóvil… y luego una llamada diciendo: “Nos vemos en la plaza del pueblo a las 6 y están adentro”. Era un conecte de confianza que conocíamos de hace tiempo, manejamos hasta el pueblo y un grupo de encapuchados nos llevó al laboratorio. Era una escena que soñaba filmar desde hace meses y cuando llegas ahí, cuando finalmente estamos en el bosque, la tarde cae y todo se vuelve oscuridad y yo no uso luces para grabar, todo es natural.
Cuando llegamos ahí, y se nos hace de noche me doy cuenta que no sabíamos cómo íbamos a grabar, y luego el “cocinero principal”, me empieza a enseñar el lugar con una pequeña linterna, y esa es la luz que usamos para grabar esa escena.
Sabía lo importante que era esta escena y cómo es que quería empezar desde ahí, pero nunca supe que el lugar forma parte de ser un rol importante para el final de la película.
>RI: ¿Por qué al ver a Mireles se siente una imagen idealizada al principio y luego se victimiza?
MH: Para la historia misma en un sentido más grande, pensé que estaba contando esta simple historia de héroes y armas cuando llegué a Michoacán, hombres en camisetas blancas peleando contra los que tienen camisetas negras, como en un western clásico, pero al pasar del tiempo me di cuenta que no era así de simple, y que entre las líneas de lo bueno y lo malo eran más borrosas de lo que pensaba.
Para mí con el doctor es uno de los personajes principales, no quería crear un retrato blanqueado de él o de cualquier persona en la película. Todos somos seres humanos complejos, tu eres complejo, yo soy complejo y nuestras motivaciones son complejas. Yo quería retratar la complejidad, y yo respeto al doctor por mantenernos en la línea de enseñarnos ambos lados, lo bueno y lo malo, eso es lo que lo hace humano, nos hace humanos, eso es muy importante para mí.
>RI: ¿Por qué no se profundizó en los errores de Mireles, los errores que él comenta a cuadro al final del filme?
MH: Sí creo que mostramos algunos de ellos. Es una película donde hay muchas partes que mueven y que es una historia complicada de contar. Por un lado está la historia del doctor y luego la de “Nailer”, de los dos hombres y sus grupos, pero también la historia de sus movimientos, y las personas que pertenecen los movimientos y qué pasa con los movimientos.
>RI: ¿Por qué no se explora el financiamiento de los Autodefensas desde un inicio? ¿Cuál fue el financiamiento para las armas y vehículos?
MH: Creo que una de las cosas que hicimos al realizar esta película era llevar a la audiencia a través del viaje que nosotros mismos vivimos al hacer el filme: sentir la emoción como una montaña rusa de lo que fue hacer la cinta. En muchos aspectos la manera como la información es develada en la película, es como la información nos fue revelada a nosotros (los realizadores), la primera vez que llegamos ahí, también nos preguntamos eso: ¿De dónde salen las camionetas, las armas, los chalecos antibalas? Pero no obtuvimos respuestas seguras de esas preguntas y fue solo a través del tiempo cuando nos dimos cuenta lo que en verdad estaba pasando.
> RI: ¿Los cárteles financian a los autodefensas?
MH: No lo podría decir, no puedo responder esa pregunta. Creo que lo que vemos al final de la cinta, es que hay muchas fuerzas diferentes que están luchando por el poder en Michoacán y lo que también vimos es que hay un vacío de poder, cuando las autodefensas se deshicieron del cartel, alguien tenía que llenar ese vacío y tal vez era inevitable que otro cártel llegara al lugar, era inevitable que alguien tenía que cocinar esa metanfetamina, que esa droga hiciera su camino para llegar al norte y la gente en Estados Unidos la consumiera… ese ciclo era inevitable. Hay muchos rumores de que las personas se han infiltrado en el cartel, digo en los autodefensas, muchas acusaciones se han hecho a las autodefensas estando en el rol de otros cárteles, eso también era lo que daba miedo de hacer el documental, el no saber quiénes son los buenos o los malos, y las líneas entre el bien y el mal se vuelven borrosas.
>RI: ¿Sabes el nombre de ‘La niña’?, ¿qué pasó con ella después de terminar el documental?
MH: No me siento cómodo contestando esa pregunta. Si quieres saberlo deberías contactar al Doctor, nosotros mostramos lo que él nos mostró a nosotros, y nunca tuvimos el contacto directo con ella así que no puedo contestar esa pregunta. Grabamos lo que atestiguamos, mostramos lo que fuimos testigos.