(Andrés Manuel López Obrador quiso que la ceremonia de su investidura como presidente de la República sirviera para dejar claros no solo sus planes de gobierno, sino para acallar los rumores de un posible intento de reelección.
Ante un Congreso de la Unión que lo apoya abrumadoramente y una oposición que buscó hacerse notar con varias estrategias, López Obrador recibió la banda presidencial y aprovechó no solo para hablar sobre sus planes de gobierno, sino para criticar a quienes han puesto al país en una situación de crisis en los últimos 30 años.
Visiblemente conmovido y empoderado, López Obrador habló de la pobreza, la inseguridad, la corrupción y la impunidad que prevalece en el país.
A un par de metros de distancia, el expresidente Enrique Peña Nieto escuchaba con un gesto adusto las palabras del mandatario entrante.
Peña Nieto no tuvo que enfrentar solamente las palabras y acusaciones de López Obrador. Desde su entrada al Salón de Sesiones, el expresidente se encontró con el primer reclamo: “Peña, bombón, te espera la prisión”, se leía en una improvisada cartulina fluorescente que algún legislador de izquierda le sacó a su paso.
Detrás de él, López Obrador cruzó el Salón de Sesiones custodiado por sus legisladores afines. Todos querían tocarlo, saludarlo, tomarse con él una selfie o desearle suerte.
Así, llegó a la tribuna donde protestó como nuevo presidente, recibió la banda presidencial y ofreció un discurso de 1 hora 20 minutos en el que dio un diagnóstico de la situación del país y de las soluciones que él propone para llevar a cabo la “Cuarta Transformación” del país.
Mientras tanto, el PAN y el PRD intentaron mostrar músculo como una oposición activa. El PRI permaneció en silencio.
López Obrador hablaba de que durante su sexenio no habría aumentos a la gasolina y otros combustibles, cuando el PAN aprovechó para reclamar que “hoy, hoy, hoy” bajara su costo, lo que provocó un reclamo del presidente.
“Ahora resulta que los que aumentaron el precio a las gasolinas están pidiendo que baje. Hago el compromiso responsable, que pronto, muy pronto, cuando terminemos la refinería que vamos a construir en México y se rehabiliten seis refinerías, va a bajar el precio de la gasolina y de todos los combustibles”, lanzó.
No fue todo. El PRD mostró tres mantas mientras López Obrador hablaba sobre el perdón y él borrón y cuenta nueva para no perseguir a los políticos que hayan cometido actos de corrupción para no dar paso a chivos expiatorios y a escándalos sin sentido.
“No al pacto de impunidad”, “Juicio a Peña” y “No a la militarización”, fueron los mensajes que el PRD mostró Al primer mandatario.
La protesta más fuerte, sin embargo, ocurrió cuando López Obrador agradeció la presencia de diferentes mandatarios del extranjero y cuando mencionó a Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, el PAN desprendió una manta que había colocado en una de las paredes del Salón de Sesiones para ponerla frente a la tribuna.
“Maduro no eres bienvenido”, se leía en la manta que el mandatario venezolano no pudo leer porque no estuvo presente en la sesión.
Así, sin siquiera estar presente, Maduro se convirtió en la causa de la primer protesta contra López Obrador en el congreso. Él ni se inmutó.
Tras escuchar que no tiene derecho a fallar, que no endeudará más al país, que aprovechará al máximo los recursos del país y que trabajará 16 horas diarias, sus partidarios estallaron en una ola de aplausos y porras para el nuevo presidente.
“Estoy preparado para no fallarle a mi pueblo. Ahora que venía para acá, se emparejó un joven en bicicleta y me dijo: Tú no tienes derecho a fallarnos. Y ese es el compromiso que tengo con el pueblo: No tengo derecho a fallar”, fue la promesa más sentida del nuevo mandatario, a lo que sus legisladores respondieron con gritos de “Es un honor estar con Obrador” y “Sí se pudo, sí se pudo”.