Huele a gas… shale
La nueva bonanza ha surgido de la tierra, y esta vez, en lugar de ser brillante y pesada, es un gas invisible, pero muy poderoso. En la última década, el surgimiento del gas natural de esquisto, conocido comúnmente como el shale gas, como fuente de energía ha venido a revolucionar la dinámica energética del mundo.
El gas shale es un gas natural que existe en los terrenos donde abunda el esquisto (un tipo de roca de dónde se produce y extrae este gas).
Jesús M. Badiola
La nueva bonanza ha surgido de la tierra, y esta vez, en lugar de ser brillante y pesada, es un gas invisible, pero muy poderoso. En la última década, el surgimiento del gas natural de esquisto, conocido comúnmente como el shale gas, como fuente de energía ha venido a revolucionar la dinámica energética del mundo.
El gas shale es un gas natural que existe en los terrenos donde abunda el esquisto (un tipo de roca de dónde se produce y extrae este gas).
En los últimos cinco años el precio del gas natural ha bajado más de un 57 por ciento a establecerse alrededor del 3.42 dólares por mmbtu (unidad de medida británica) en gran parte gracias al incremento de la oferta del shale gas.
Mientras que en el 2000, el shale gas proveía solo uno por ciento de la producción de gas natural en Estados Unidos, 10 años después, el gas equivalía al 20 por ciento.
Se estima que para el 2035 este gas equipare el 46 por ciento de la oferta de gas natural del país de mayor consumo de energía en el mundo, y para el 2020 podría marcar hasta la mitad del gas natural producido en Norteamérica.
Para la extracción comercial del gas se busca crear una fracturación hidráulica horizontal, en un proceso llamado fracking. Tal proceso ha sido criticado fuertemente por supuesto daño ambiental.
Mientras que el shale gas ha sido producido en Estados Unidos por los últimos 100 años, históricamente ha tenido una aportación marginal contra el agregado de extracción de gas natural contemporáneo.
Recientes avances tecnológicos han hecho que los métodos hidráulicos de extracción de shale gas sean mucho más eficientes y alcancen un nivel de rentabilidad más alto.
Mientras los pozos de shale gas pueden llegar a ser más caros que los de gas natural empleados normalmente, los pozos tienden a ser menos riesgosos.
La producción total del gas natural en Estados Unidos en 1990 se mantenía alrededor de los 18 billones de metros cúbicos, a diferencia de los 20 billones de metros cúbicos de consumo. Para el 2010, la producción alcanzó los 22 trillones de metros cúbicos y se espera que para el 2035 tal cifra toque los 27.5 trillones.
Cuando en el 2010 se necesitaba importar el 11 por ciento del consumo de gas natural dentro de Estados Unidos, la Administración de Información de Energía de aquel país proyecta que para el 2035 se produzca suficiente gas natural para acaparar el consumo interno y aún así se exporte un 5 por ciento de la producción total.
La importancia económica del shale gas se establece en la abundancia de tal gas alrededor del mundo.
El gas natural comúnmente utilizado prolifera solo en algunas áreas del mundo, especialmente en países al norte como Rusia y Canadá y naciones del medio oriente, por lo que estos países han podido exceder un poder del mercado e influir en el precio. Sin embargo el shale gas se cotiza diferente.
La creciente importancia de este gas natural se ha visto reflejada en las proyecciones de de la Administración de Información Energética de Estados Unidos en referencia a su proyección del crecimiento, estiman que para el 2035, el 46 por ciento de la producción estadounidense de gas natural provenga de ductos de shale gas.
China tiene la reserva de shale gas más grande en el mundo, con unos recursos recuperables de 35 trillones de metros cúbicos y ha presentado un crecimiento en el consumo de alrededor de 15 por ciento anual en la última década. Se propone a producir 6.5 mil millones de metros cúbicos para el 2015 y 100 mil millones para el 2020.
También existen importantes reservas en Latinoamérica, Australia, Sudáfrica y Europa del Este.
En el Reino Unido, se ha publicado que existe una reserva de gas shale valuada en cerca de 2.3 billones de dólares, de los cuales solamente el 10 por ciento se encuentra en áreas no pobladas y con posibilidad de extracción.
Los partidarios de tal industria buscan notar que el desarrollo de la producción de tal gas natural en el Reino Unido vendría a prevenir futuros golpes inflacionarios en el sector energético.
En espera de que el departamento de Energía presente los resultados de un estudio subterráneo, se estima probable que se dé el aval de los ministerios para los proyectos de excavación propuestos a producir hasta 300 mil metros cúbicos al día. .
Aún así, la innovación de los estadounidenses los ha colocado como los líderes en la producción de este gas. En el 2011, el 87 por ciento del fracking en el mundo se dio en Norteamérica. Esto ha presionado a que Estados Unidos se acerque a una mayor independencia energética y disminuir sus importaciones de gas natural, especialmente con Rusia. En el último año, 50 nuevos proyectos petroquímicos han surgido en Estados Unidos.
Impacto ambiental
Ante el aumento en la producción del shale gas, la comunidad ambientalista ha seguido de cerca los impactos que se consideran por el uso de tierra, manejo de residuos y contaminación marina y aérea.
En principio, la minería en superficie que colinda con el proceso de producción conlleva a un uso de suelo con fuerte perjuicio ambientalista. La emisión de dióxido de carbono se ha notado a niveles mayores que en la industria de gas natural convencional.
Además del impacto típico de cualquier operación minera, la industria del gas shale tiene un particular efecto proveniente del proceso contaminante de agua de subsuelo.
Al trabajar en el proceso de hidrofracking, se perfora un pozo con trayectoria horizontal, dentro del cual se le inyectan millones de galones de agua, arena y una fórmula líquida con químicos específicamente usados para presionar la tubería que busca explotar las reservas de gas shale subterráneas.
Esta fórmula se supone que contiene diversos químicos malignos que puede contaminar las reservas subterráneas de agua.
Dentro del proceso se puede usar entre uno y 8 millones de galones de agua tratada para estimular la captación del gas shale. Se estima que en cada proceso de fracking, entre 80 y 300 toneladas de químicos pueden ser usadas. Un pozo de shale puede ser tratado hasta 18 veces.
El dilema aquí es que esta industria no tienen que revelar qué tipo de químicos están introduciendo dentro del proceso exploratorio, con la excusa de que tal fórmula es parte de su modelo de negocios y que revelarlo pondría en beneficio a su competencia.
Aunque las fórmulas específicas no ha sido presentadas, se han identificado rastros de carcinógenos y toxinas como uranio y mercurio, además de compuestos orgánicos volátiles como benceno, tolueno y xileno; que han sido marcados como tóxicos.
En un claro ejemplo de tal contaminación, en el estado de Pennsylvania, en Estados Unidos, donde se ha excavado para exploración de gas shale, se ha encontrado fuerte cantidad de metano en el agua corriente de la comunidad.
En un estudio descubrieron que el nivel de metano en los pozos de agua que se mantienen cerca a sitios de hidrofracking es hasta 17 veces mayor que en los alejados.
La concentración de metano en el agua puede llegar a ser mortal, tanto para los humanos que consumen agua potable, como para el ecosistema que suministra. La imagen icónica de este problema es un individuo acercando un encendedor a una llave de agua casera, y el agua inflamándose.
Ha habido más de mil casos documentados de contaminación de agua en zonas con excavaciones de gas shale en Estados Unidos.
El problema continúa en el proceso de recuperación y administración del agua mermada.
México entre los grandes
Un reporte comisionado por la Energy Information Administration (EIA) buscó estimar las reservas técnicamente recuperables de gas shale por país, en el mundo, encontrando que la cuarta reserva más grande se encuentra en México.
Con 681 billones de pies cúbicos, México es uno de 32 países reportados por la EIA con alrededor de 70 formaciones subterráneas.
China, Estados Unidos y Argentina lideran tal reporte.
Aún teniendo una de las mayores reservas de gas natural en el mundo, la exploración y captación de tal gas natural ha sido marginal en comparación con el aumento en el consumo de tal gas, importado de Estados Unidos.
El importante incremento en la producción estadounidense de la oferta del gas shale ha reducido un 32 por ciento el precio del gas natural.
Ante el aumento en producción de gas shale en el vecino país, y la caída del precio del gas natural, la importación mexicana de gas natural de Estados Unidos se perfila a dispararse.
Mientras que en el 2010 México importó 0.3 billones de pies cúbicos del gas natural de Estados Unidos, la EIA espera que para el 2025 se importen 1.2 billones de pies cúbicos y 1.7 billones en el 2035, importando más gas natural de Estados Unidos que de Canadá.
En México el consumo de gas natural se proyecta a crecer de forma robusta en las siguientes dos décadas, mientras que la producción no se espera que alcance a surtir tal aumento. Ante la alta demanda esperada por parte de México, y la falta de capacidad de producción y refinación suficiente, se espera que para el 2035 Estados Unidos exporte alrededor de 2 mil millones de pies cúbicos de gas natural a México diariamente.
A diferencia, Pemex ha ido disminuyendo su producción de gas natural al tener que importar gas natural de Estados Unidos para poder mantener un precio competitivo en el mercado.
Ante tal situación, Pemex anunció que buscará invertir 200 millones de dólares para exploraciones de gas shale en el noreste de México. El plan es impartir un programa en dos sitios prometedores, una en la extensión de la formación Eagle Ford entre Chihuahua y Coahuila, y la segunda cercana a Tampico.
Se espera que el desarrollo de los pozos de gas shale tarde entre cinco y ocho años, mientras que Pemex seguirá importando gas natural de Estados Unidos para poder abastecer la creciente demanda de las industrias en México.
La demanda por el gas natural ha crecido tanto que Pemex actualmente ha tenido que reducir la oferta de gas shale, dado a que la demanda de armadoras de acero en el país busca aprovechar el bajo nivel del precio del gas.
Empresas como ArcelorMittal, Ternium y Altos Hornos de México han tenido que ser limitados en su demanda del gas shale, para poder abastecer al resto de la población.
La empresa regiomontana Alfa ya ha puesto su mirada también en el creciente mercado de gas en Estados Unidos. A través de su subsidiaria Newpek, incorporada en el 2006 en Texas, ha logrado experimentar en el mercado con resultados muy satisfactorios.
Según su reporte anual en el 2011 logró perforar 111 pozos, la mayoría de shale gas, en la formación Eagle Ford en Texas. Para este año, en sus últimos reportes trimestrales, se informó que actualmente tienen 137 pozos, esperando llegar a finales de año a los 200.
Sin duda el corporativo está viendo con posibilidad ese negocio, puesto que durante el mismo período los ingresos de la subsidiaria incrementaron en un 264 por ciento.
En términos relativos sigue siendo una pequeña subsidiaria con 24 millones de dólares en ingresos, pero el potencial es importante.
Además, no solo podría ser una buena opción para Estados Unidos, sino que gracias a que cuentan con una tecnología que hace posible la extracción del gas en zonas con poca disponibilidad de agua, parece una opción atractiva para áreas como Coahuila.
El reto es definitivamente uno principal: navegar los ríos regulatorios de México, que hacen difícil, o al menos complicada, la inversión privada en el sector energético.