La Iglesia católica mexicana se sumará a los trabajos de pacificación nacional a los que ha convocado el presidente electo Andrés Manuel López Obrador y para ello lanzó su plan para la Construcción de la Paz.
Este proyecto incluye desde colaborar con el gobierno electo de México y con los tres niveles de gobierno en todo el país; hasta instalar centros de Derechos Humanos; defender y procurar a los migrantes que vayan en tránsito hacia el norte o que deseen permanecer en México; así como acompañar a las víctimas de la violencia y a quienes buscan a personas desaparecidas.
La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) presentó este programa durante el mes de septiembre, con el cual pretende sumar los esfuerzos de las diócesis y pastorales de todo el país a la pacificación.
Andrés Manuel López Obrador se reunió con obispos el 4 de septiembre pasado, con quienes charló sobre su interés de que participen en los foros de paz que ha convocado el nuevo gobierno.
Para ello, la CEM nombró a Carlos Garfias Merlos, arzobispo de Morelia, como su representante en los foros de pacificación.
Las acciones de la Iglesia católica buscan incidir no sólo en las políticas a nivel federal, sino que lo acordado con el nuevo gobierno llegue hasta las localidades más apartadas mediante los sacerdotes que trabajan en ellas.
Hacer comunidad
La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) plantea como uno de los ejes centrales de su plan la recuperación del sentido comunitario en las localidades, pueblos y colonias del país, a fin de involucrar a la mayor cantidad de personas en el plan de pacificación.
Además, busca participar en las iniciativas relacionadas al tema, que se trabajen no sólo desde el Ejecutivo, sino desde el Legislativo, buscando siempre el acercamiento con quienes tengan influencia en las decisiones.
“Queremos encontrar y capitalizar a aquellos aliados que tengan una fuerte incidencia en las diferentes corrientes políticas; e integrar también dentro de nuestra estrategia a líderes de opinión en los temas previamente escogidos”, señala el documento.
La Iglesia católica explica que debe hacer un acompañamiento a las comunidades indígenas, sobre todo a aquellas que han sido despojadas de su tierra o su patrimonio por parte de las empresas extractivas.
La protección también se extiende a los migrantes que se dirigen hacia Estados Unidos o a aquellos que han decidido quedarse en México.
La estrategia de la CEM incluye realizar un acompañamiento integral a las víctimas, instalando también centros de Escucha, y ayudar a las personas que tienen a un ser querido en calidad de desaparecido, así como a quienes han sido víctimas de trata.
La Iglesia busca también instrumentar talleres de perdón, para intentar reconciliar a las comunidades lastimadas por la violencia.
No sólo en las Iglesias y plazas públicas estará su campo de acción. Estará también en las cárceles, donde se busca hacer talleres de resiliencia con quienes están privados de su libertad y trabajar con sus familias para evitar que tengan reacciones “inadecuadas” en un ambiente de violencia.
La CEM también ha marcado como una de sus prioridades ayudar a los jóvenes que no tienen oportunidades educativas y laborales, así como promover el respeto hacia las mujeres.
Asimismo, la Iglesia católica señala que en el esfuerzo por la pacificación podrá buscar el apoyo de otras religiones, con el fin de que los trabajos sean conjuntos y vayan en la misma dirección de la reconciliación.
Prioridad a las víctimas
La Iglesia católica mexicana tiene claro que para llegar a una pacificación efectiva, la estrategia se debe centrar en el dolor de las víctimas.
En una entrevista para la Agencia Católica de Informaciones, Carlos Garfias Merlos señaló que se tiene plena conciencia de que la primera atención debe ser sanar las heridas de quienes han sido víctimas de la violencia y de sus familias.
“En general, por ejemplo en Morelia, lo que la sociedad expresa son sus insatisfacciones, sus dolores, sus tristezas. Han expresado, por ejemplo, ser víctimas de injusticia, estar dolidos porque las autoridades no les han atendido debidamente, o no se ha aclarado la verdad ante hechos violentos como asesinatos y desapariciones.
“El tema central es el gran resentimiento, rencores, ira acumulada, deseos de venganza”, sostuvo Garfias, quien es autoridad de la Iglesia católica en la capital de Michoacán, uno de los estados más golpeados por la delincuencia organizada, en los últimos años.
Para sanar al país, una de las primeras medidas será recuperar la confianza en las instituciones y acompañar a las personas aún en las situaciones más dramáticas, insistió el prelado, pues solo así es como el dolor puede ir disminuyendo y se puede enfilar a la sociedad hacia el perdón.
“Irán surgiendo instrumentos como las escuelas del perdón y la reconciliación”, apuntó, “los programas de familias fuertes, los sembradores de paz, los programas de ayuda para víctimas de la violencia” y otros.
Garfias comentó también que no se debe cerrar las puertas de la Iglesia a quienes hayan participado en actividades delincuenciales, siempre y cuando busquen acercarse al perdón y la reconciliación.
Garfias Merlos fue nombrado por la CEM coordinador de la acción de la Iglesia en las estrategias a favor de la superación de la violencia, la construcción de la paz y la reconstrucción nacional.