José Peña, el primer Chinelo en NY
José, un migrante morelense ha sorteado dificultades para encontrar una mejor vida y para mantener viva una tradición que migró con él, la danza de los chinelos
Rubén ZermeñoHace toda una vida que José Peña dejó su pueblo natal en Morelos, México. Desde que llegó a Estados Unidos ha tenido que hacer los trabajos más difíciles para poder obtener una mejor calidad de vida para él y su familia.
Cambió su idioma, su dieta, sus costumbres para ir adoptando poco a poco el estilo de vida de Nueva York pero hubo algo que se negó a dejar atrás, el ser chinelo. Porque, según él, quien es chinelo no deja de serlo durante toda su vida.
Hace 20 años fundó en Nueva York la primera compañía de chinelos para transmitir la tradición a los más jóvenes que se encuentran a más de 4 mil kilómetros lugar donde se originó.
Don José, como lo conocen en su grupo, dejó a inicios de los 90 Calderón, un pequeño poblado ubicado en Cuautla para emigrar a Nueva York.
“Al principio se me complicó encontrar trabajo, pero una vez encontrando me abrí camino aquí. Llegué a trabajar a una compañía de limpieza y en moliendas de carne. Hice todos los trabajos sucios pero me aguanté, uno viene a trabajar. Uno siempre busca una vida mejor”, narró a Reporte Índigo.
Actualmente don José es mecánico de elevadores, tiene mucho trabajo debido a la cantidad de rascacielos que hay en la Gran Manzana y ya no se preocupa por qué va a comer. Ahora su principal objetivo es que no muera la tradición que trajo de Morelos y que se ha esmerado en compartir.
“Yo comencé esta tradición aquí en Nueva York. Llevamos 19 años. Comenzamos 6, 7 personas y se ha venido incrementando.
“Nos decidimos y en una semana formamos el grupo de chinelos. El mero 12 de diciembre del 2000 bailamos en la Iglesia de Santa Brígida en Brooklyn”, recuerda.
A casi dos décadas de distancia, ya hay otros grupos de chinelos en Nueva York, pero el de don José sigue siendo el más querido y más conocido.
Entre los tonos marrones y grises de los edificios de la Quinta Avenida y del mármol blanco de la Catedral de San Patricio resaltan las lentejuelas y plumas de colores de don José, quien comparte danza con las nuevas generaciones.
“Raro es quien deje de bailar, comienzan desde niños y le siguen. En nuestro grupo hay unos que comenzaron desde los 3 años y ahora tienen 12 años. Lo hacen con todo gusto. Para mi es un gran orgullo. Me siento muy contento”, expresa.
La tradición de la danza de los chinelos surgió a finales del siglo XVII en el centro del país. Los indígenas mexicanos, quienes eran excluidos de los carnavales de los españoles, se disfrazaban para simular a los capataces y parodiar las festividades a las que no eran invitados.
El baile se convirtió rápidamente en una forma de protesta de los excluidos, significado que sigue presente en la comunidad migrante en Estados Unidos.
“Ultimamente está difícil la cosa. Faltan muchos trabajos, pero el migrante buscando encuentra. Nosotros a cualquier trabajo le entramos, no nos echamos para atrás, nunca”, sentenció don José Peña.