La difícil transición

La transición de poder en un Ayuntamiento es un asunto que exige completa atención de los involucrados, y cuando se da entre fuerzas políticas contrarias puede subir de tono. Más si la administración que sale deja evidentes pendientes, como podría suceder en Monterrey.

Es cuestión de unos cuantos meses para que Margarita Arellanes termine su mandato como presidenta municipal de Monterrey y las tareas que dejará a su sucesor, Adrián de la Garza, son cardinales.

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El incremento en el parque vehicular de la metrópoli y la deplorable condición de las calles y falta de nuevas vías, han convertido a Monterrey en una zona complicada

La transición de poder en un Ayuntamiento es un asunto que exige completa atención de los involucrados, y cuando se da entre fuerzas políticas contrarias puede subir de tono. Más si la administración que sale deja evidentes pendientes, como podría suceder en Monterrey.

Es cuestión de unos cuantos meses para que Margarita Arellanes termine su mandato como presidenta municipal de Monterrey y las tareas que dejará a su sucesor, Adrián de la Garza, son cardinales.

Hay rubros tan transcendentales que de no resolverse, pueden representar una bomba de tiempo, y de éstos se tendrá que hacer cargo el siguiente alcalde.

Adrián de la Garza deberá sentarse a estudiar durante el periodo de transición, hacer un análisis detallado de cada segmento de la Administración, para elaborar un plan intenso de las acciones a seguir y por dónde empezar.

En los últimos días, la situación administrativa vivió momentos álgidos: despidos de personal, huelga de burócratas y falta de pago a proveedores, que incluso les cortaron los servicios de telefonía e Internet en Palacio Municipal.

Entre los detalles que ya debe conocer el futuro munícipe, es que Arellanes deja un precario trabajo de bacheo y pavimentación en la ciudad.

El incremento en el parque vehicular de la metrópoli y la deplorable condición de las calles y falta de nuevas vías, han convertido a Monterrey en una zona complicada.

La prolongada temporada de lluvia que registró la ciudad hace algunos meses dejó en evidencia la mala calidad del material utilizado en la pavimentación y bacheo.

A unos meses de que culmine la actual Administración, la situación persiste.

El caos al sur

La capital neolonesa no sólo no mejoró su sistema de urbanización durante el mandato de Arellanes, sino que abrió la puerta a una complicación mayor en el futuro próximo.

La autorización desmedida de nuevos desarrollos inmobiliarios en el sur de la ciudad han provocado el trastorno vial en la carretera Nacional.

En los últimos años las autoridades han aceptado la construcción de exclusivos fraccionamientos, centros comerciales e instituciones educativas, sin antes adecuar las calles y avenidas para poder soportar el incremento poblacional.

Uno de los principales traspiés es que cada desarrollador ha propuesto su propio plan, sin adaptarlo al del constructor de junto y así hacer un gran proyecto en el que la vialidad no se perturbe y todos se beneficien.

En cambio, la única entrada y salida por el lado sur de la ciudad, la Carretera Nacional, está teniendo que soportar un número creciente de habitantes.

El monto de los recursos que se requieren para poder hacer ampliaciones y más vialidades excede lo que el Ayuntamiento puede pagar, es por lo que Monterrey recién anunció que hará mancuerna con San Pedro, para juntos solicitarlos al estado y la federación.

Si bien el combate a la inseguridad, la implementación de acciones para frenar a los giros negros y al horario de venta de alcohol, han sido acciones que ya palomeó Arellanes, la ciudad no luce prolífera ni ordenada.

Para aportar una solución global a los problemas de seguridad que ha enfrentado la capital de Nuevo León, la misión de Adrián de la Garza será continuar con un riguroso plan de control a los giros negros y los horarios de operación.

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