La lucha del NAIM
Los pobladores que habitan a la orilla del Lago de Texcoco se resisten a ser desplazados por una obra que amenaza sus tierras, sin embargo, la decisión final de la siguiente administración pende de una consulta que se realizará en las próximas semanas
Nayeli Meza Orozco[kaltura-widget uiconfid=”39952882″ entryid=”0_ywi1h6h8″ responsive=”true” hoveringControls=”false” width=”100%” height=”75%” /] Los tiempos se aceleran y el conflicto se incrementa. Las voces que se escuchan alrededor del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) son en defensa del medio ambiente y de los pueblos originarios, mientras un gobierno que está próximo a asumir el poder titubea sobre si debe continuar o no con el proyecto.
Desde que amanece hasta que anochece, aproximadamente 4 mil 500 camiones transportan materiales pétreos que se utilizan en la construcción de la controvertida obra.
Estos camiones transportan aproximadamente 30 toneladas de cargamento en cada uno de sus viajes, realizan un trayecto que va del NAIM a las minas ubicadas en las comunidades aledañas al Lago de Texcoco.
A pesar de que los vehículos de carga se han convertido en parte de la vida cotidiana de los que habitan esa región mexiquense, un enemigo silencioso se esconde al interior de esos gigantes metálicos, según versiones de sus pobladores.
José Agustín Reyes, consultor en recursos naturales, ambientales y desarrollo, explica que los trabajadores del NAIM extraen tezontle, arena, grava, tepetate y basalto, materiales que solo se obtienen mediante un proceso de dinamitación, el cual genera una devastación ambiental por la destrucción de cerros, bosques, humedales, fauna y paisaje.
A cambio, las minas que son explotadas se rellenan con lodos tóxicos que se sustraen de las excavaciones del NAIM y que contienen cloro, sodio y plomo, entre otros metales dañinos.
“Estos camiones transportan muerte. Es una realidad lacerante que está provocando un ecocidio y una afectación a la salud de los que vivimos aquí porque respiramos aire contaminado todos los días”, añade el también ingeniero agrónomo egresado de la Universidad Autónoma Chapingo (UACh).
La mayor preocupación del consultor es que en el largo plazo los millones de metros cúbicos de materiales contaminantes se filtrarán a los mantos acuíferos ubicados a 60 metros de profundidad.
“Cada vez que llueve ocurren filtraciones hacia los arroyos. Va a llegar un momento en que se van a unir con los mantos acuíferos y vamos a tener agua contaminada”, advierte.
Otro punto que los representantes de las comunidades ven como un foco rojo en materia ambiental es la sobreexplotación de las minas.
En la actualidad, el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra tiene contabilizadas 180 minas que operan en puntos estratégicos, pero Juan Pablo Murillo, vecino del municipio de Tepetlaoxtoc, comparte que la cifra aumenta al tomar en cuenta las que operan de forma clandestina.
“La minería por definición es una actividad de alto impacto ambiental, una sola genera una serie de efectos tanto en la calidad del aire, la preservación del suelo, así como en la flora y fauna”, asegura Murillo.
La sombra de la consulta
El presidente electo Andrés Manuel López Obrador convocó a una consulta popular del 25 al 28 de octubre para definir si se suspende la construcción del Nuevo Aeropuerto y a cambio se apuesta por una nueva terminal aérea en la base militar de Santa Lucía.
Según lo dado a conocer por el equipo de transición, durante esos cuatro días se instalarán mesas de participación en 538 municipios de todo el país.
Se prevé que participen entre 100 mil y medio millón de mexicanos.La convocatoria nacional ha dividido opiniones tanto en la clase política como en la cúpula empresarial y la sociedad.
A un par de semanas de que ocurra la consulta, ésta no ha despertado gran interés entre los mexicanos; incluso ha disminuido, de acuerdo con la ‘Tercera encuesta nacional sobre el NAIM’ elaborada por Consulta Mitofsky.
El análisis revela que solo tres de cada 10 mexicanos han escuchado sobre el proyecto y el interés de participar en dicho proceso de elección; lo que mostró una disminución del 45 al 31 por ciento de septiembre a octubre. De igual forma, 64.9 por ciento de las personas encuestadas no quieren saber del tema y a sólo 31.4 por ciento le interesa la construcción.
Ayer, parte del próximo gabinete de AMLO recorrió con pobladores de Texcoco y municipios cercanos las áreas que han sufrido algún daño ambiental por las obras del NAIM.
A pregunta expresa de Reporte Índigo, Javier Jiménez Espriú, futuro titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), comentó que la consulta debe seguir adelante, aun cuando no todos los representantes de los colectivos estén de acuerdo con ella.
Por su parte, al abordar a Josefa González Blanco, próxima secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), aseguró que el gobierno del político tabasqueño garantizará en todo momento el cuidado y la protección a los recursos naturales.
Al cuestionarle sobre los desafíos que ven en materia ambiental, González Blanco respondió que más adelante dará un posicionamiento al respecto.
No obstante, hizo un llamado a la ciudadanía. “Es muy importante que todos nos informemos y que escuchemos muchas voces para tener una opinión, pero hay que participar en la consulta”.
La herencia perdida
Ignacio del Valle Medina, habitante de la comunidad de San Salvador Atenco, es contundente al momento de hablar sobre la defensa de sus tierras y la historia de éstas.
“No queremos este proyecto, el suelo que pisamos es la herencia de nuestros abuelos y se la queremos dejar a nuestros nietos. Este es nuestro territorio y lo vamos a defender sin importar lo que pase”, comparte el también integrante del Frente Pueblos en Defensa de la Tierra.
Mientras las voces de ambientalistas, integrantes del gobierno y empresarios hacen eco, las historias de los pobladores de los alrededores del lago de Texcoco están atrapadas en una decisión que depende de una consulta.
Nieves Rodríguez vive en medio de una carretera sin concluir y desde hace dos años ha sido víctima de amenazas. Los daños colaterales para esta mujer originaria de San Salvador Atenco pasan inadvertidos para las maquinarias y las manos que las operan, mientras ella todos los días busca sacar adelante a su única hija en medio de un pueblo que se resiste a no perder la batalla.