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Timoteo desea que en México exista igualdad de género también para los hombres.
Cuando un hombre busca la patria potestad de sus hijos, lleva la de perder ante una mujer. Un día tomó a su hija de seis años y escapó de Durango al centro del país porque vio que no iba a ganarle ese derecho a la madre, quien igual que su hermano presuntamente abusaron sexualmente de la niña.
Ante la ley, dice, es un delincuente. Un prófugo. Ante su conciencia, hizo lo correcto. Tomó a su hija en sus brazos y escapó.
No se mencionan sus apellidos y está de espaldas ante la cámara, pero no porque le dé miedo de que lo capturen sino por el bullying que su hija pueda sufrir en la escuela si la identifican.
E insiste: a cualquier autoridad que le quiera echar la mano se lo va a agradecer.
A menudo recuerda los tiempos en que fue policía federal en Durango y participaba en los operativos a la caza de delincuentes.
A manotazos secos se quita las lágrimas de las mejillas.
“Legalmente, actué mal, porque la custodia la tiene la mamá. Yo la tengo retenida y eso es un delito.
Y la mamá me ha amenazado con que me va a meter a la cárcel porque es un delito, y yo le he contestado que no me importa, algún día saldré, pero yo voy a proteger a mi hija”, señala.
Timoteo no puede trabajar porque debe llevar a su hija a la escuela, a la terapia y estar al tanto de las cosas de la casa. Es padre y madre a la vez. Se mantiene con una jubilación anticipada que tramitó en la Policía Federal, un seguro de desempleo y también sus padres le ayudan.
Lo peor es que es “normal” que los hombres en su condición no puedan pelear por las custodias de sus hijos. Desde el lado de los hombres también debería haber igualdad de género, considera.
“El 6 de marzo del 2012 se hace el juicio de divorcio en el cual yo pido la guardia y custodia de la niña porque la mamá permitía que le hicieran abuso sexual a la niña, y la juez me la niega argumentando que por derecho la guardia y custodia le corresponde a la mujer. Ella me amenaza diciéndome que el juicio para que yo tenga la guardia y custodia tardaría hasta tres años y por lo cual me recomendaba ceder la custodia a la mamá para que yo pudiera ver a la niña”, afirma.
Un día revisó a la niña y encontró huellas del presunto abuso sexual: “El 16 de junio de 2012 la niña tenía marcados los dientes en su mejilla izquierda. Le pregunté qué le había pasado y ella me dice que la mordió su tío Jorge. Nuevamente le reclamo a la mamá que si sabía lo que hacía su hermano con la niña por qué la dejaba todavía conviviendo y no la protegía, y ella dijo que no sabía nada”.
Timoteo se decidió a retener a su hija luego de que vio los desánimos del Ministerio Público para realizar el procedimiento y pudiera obtener su guardia y custodia.
“Desde entonces retengo a la niña y la juez familiar lejos de protegerla manda un oficio para que me catearan en mi domicilio y me retuvieran y me quitaran a la niña y regresara con su mamá. El 12 de julio de 2012 es cuando llego a la Ciudad de México, prácticamente huyendo de las autoridades del estado de Durango, y desde aquí comienza lo que es la lucha por querer cambiar la guardia y custodia”, cuenta Timoteo.
“Tuve que renunciar a mi trabajo, yo era policía federal. Renuncié. Tenía 16 años de servicio.
Renuncié a todo eso para proteger a la niña porque la juez familiar no la quería proteger”, asegura.
En la pelea legal por la custodia de la menor de edad sólo había dos opciones muy definidas: que volviera con su madre o una casa hogar. Afirma que obtener la custodia de la niña ha tenido trabas, pues los Ministerios Públicos le daban por default la razón a la madre y no escucharon las pruebas de los psicólogos de las propias instituciones públicas.
“Acudí a la Fiscalía y esta vez a la Ministerio Público le rogué (…), la mandó a hacer peritajes resultando en afectación psicológica en violencia sexual. Entre sus conclusiones anota que la niña asimiló que el abuso sexual es algo normal porque así se le enseñó en su entorno familiar”, recuerda.
Los psicólogos que valoraron a la niña luego fueron desoídos y pasaron a segundo plano. En una ocasión una agente del Ministerio Público cuestionó delante de él a la niña.
“Esta vez no se presentó una psicóloga para que fuera la que interviniera, como lo dice la ley(…). La niña le contesta que le tocaba sus pompas, le tocaba sus pechos, que le decía la mamá que se echara un chorro de agua en su clítoris porque se sentían cosquillas. La MP le dice que eso es normal, que es para el baño”, cuenta Timoteo.
La paidopsiquiatra, por el contrario, le había dicho que se rebasó el límite entre la autoexploración y abuso sexual.
El caso está archivado en la carpeta 55/48/2012 en Durango y hay otras tres carpetas en la Ciudad de México. Timoteo cuenta que los mismos funcionarios públicos le han recomendado que se esconda y mantenga retenida a la niña hasta que cumpla los 12 años, hasta que el tiempo arregle las cosas.
“Lamentablemente, en México quien actúa bien tiene que caminar por un camino lleno de piedras.
Quien actúa mal simplemente tiene las de ganar. Tan sólo el que abusaba de mi hija, su tío materno, él ya aprendió que no pasa nada, que puede continuar haciendo abuso sexual a cuantos se le antoje, sin que haya repercusiones, sin que a él se le moleste”, señala.
La autoridad discrimina a los hombres
Timoteo asegura que en los tribunales y en las instituciones, en el caso de la lucha por la patria potestad, sí se discrimina a los hombres.
Tanto su hija como él han tenido que tomar terapias psicológicas para sobrellevar la situación, pero no recibió ayuda jurídica, cuenta Timoteo.
“El 7 de octubre de 2013, me dice la paidopsiquiatra que también la mamá abusaba sexualmente de la niña. Entonces inicio una averiguación previa en contra de la mamá, el 16 de febrero de 2014, en
Durango. Y en febrero de 2014 también en el Distrito Federal”, revela.
Timoteo busca que alguna autoridad le ayude para luchar contra el Estado, pues no puede obtener la custodia de su propia hija, incluso cuando la propia madre legalmente no la reclama.
Una carta al Presidente
Timoteo relata que, por iniciativa de su hija, le envió una carta al Presidente de la República, Enrique Peña Nieto, donde le explican que ya están cansados de andar de allá para acá sin poder arreglar nada.
“La niña le escribió una carta al Presidente. Lo que hicieron fue remitirla al DIF Nacional. El DIF ya tiene conocimiento de nuestro caso desde abril de 2013, pero ellos no tienen facultades para intervenir sobre la autoridad del estado de Durango porque los estados son libres y soberanos. Todo tiene que hacerse en el estado de Durango, pero el problema es que las autoridades no quieren actuar”, asegura.
Afirma que se siente impotente porque no hay nadie que le ayude a proteger a su hija ante la inacción de las autoridades estatales.
“Querido señor Presidente, le escribo porque hemos ido con policías de México y Durango, a Derechos Humanos de Durango y México, abogados de gobierno y otros que mi papá les pagó, DIF Nacional, de Durango y México, Adivac (Asociación para el Desarrollo Integral de Personas Violadas), abogados que defienden los derechos de la infancia, Unicef, SAPII, Províctima nacional y de la CNDH, universidades, hemos ido a todos lados donde se supone que nos ayudarían en el asunto de mi mamá y su hermano, que es mi tío Jorge Alberto, que me hicieron abuso sexual, por eso es que le escribo esta carta para pedir ayuda”, indica la niña en su misiva al Presidente.
“Llevamos tres años ya con este asunto. Mi papá y yo ya estamos cansados de esta lucha por mi custodia y no se me ha hecho justicia. Además, se nos está acabando el dinero porque mi papá tuvo que renunciar a su trabajo para llevarme a mis terapias con psicólogos y psiquiatras porque he tenido mucha afectación por lo que me hizo mi mamá y mi tío Jorge Alberto”, indica en la carta.
Al final, la niña remata con una pregunta al Presidente: “Hace un mes fuimos a Durango para que la juez que ordenó que mi mamá me cuide me escuche y sepa lo que me hicieron, pero no quiso escucharme, y entonces, si ya leyó la carta ¿cree usted que nos pueda ayudar?”.