En el sector turístico del estado de Oaxaca se ha creado una mafia en la que participan tanto trabajadores informales como formales y funcionarios públicos, la cual ha sido responsable de desviar millones de pesos de las actividades que se realizan en las zonas arqueológicas de la entidad.
A pesar de que autoridades de los tres niveles de gobierno han sido informadas de todas estas prácticas irregulares, al día de hoy no han tomado acciones para erradicarlas
Esta red de corrupción involucra a los custodios encargados de velar por los principales monumentos, museos y otros patrimonios pertenecientes a las áreas receptoras de visitantes, quienes a su vez son trabajadores sindicalizados del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y también forman parte de los pueblos originarios de la región en donde laboran.
Junto con ellos colaboran de forma activa los guías de turistas irregulares o sin certificación, trabajadores informales que ahora abundan en el estado del suroeste mexicano y quienes han sido los responsables de ahorcar y dejar fuera de la competencia a aquellas empresas turísticas y a sus empleados que cumplen con la normatividad correspondiente que establece tanto la Ley General de Turismo como su reglamento y las normas oficiales.
“Estas personas sin preparación cobran los tours en 150 o 200 pesos por persona, una cantidad que, de seguir la normativa establecida, no te permite solventar tus gastos como empresa y vivir de manera digna, es decir, con el sueldo que uno merece.
“El tour debería rondar entre los 350 y 500 pesos por persona. Nosotros (guías certificados) contamos con una licenciatura; hablamos más de un idioma, cumplimos con las horas de capacitación que nos piden las autoridades, cuidamos de los turistas, de los lugares que visitamos, la información que proporcionamos es veraz y confiable y llevar a cabo todo esto implica una jornada laboral de por lo menos 10 horas”, cuenta un guía de turista certificado que ha preferido permanecer en el anonimato debido a las agresiones que se han suscitado en contra de quienes denuncian esta situación en la entidad.
En esta problemática han sido omisos desde el actual Secretario de Turismo Federal, Miguel Torruco Marqués y su antecesor, Enrique de la Madrid Cordero, hasta el actual secretario de Turismo del Estado, Juan Carlos Rivera Castellanos; algunos directores de zonas arqueológicas como Patricia Martínez Lira, de Monte Albán, o Leobardo Daniel Pacheco Arias, Encargado de la Zona Arqueológica de Mitla. En esta lista también figura Ilan Vit Suzán, Delegado estatal de Oaxaca del INAH.
A todos estos funcionarios públicos se les ha informado —desde hace más de un año— mediante oficios realizados por parte de la asociación Guías Certificados Oaxaca Mexico A.C. los cuales cuentan con los sellos de recibido e incluso con la firma de algunos de ellos, de las graves irregularidades que ocurren diariamente, hechos que al parecer, también se replican en otros estados de la república.
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El modus operandi
Las estrategias utilizadas por esta mafia para desviar el dinero que debería entrar a las zonas arqueológicas y al Instituto Nacional de Antropología e Historia a través de la compra de los boletos son dos principalmente.
Ambas se puede observar en lugares como Monte Albán o Mitla, los atractivos turísticos del estado más visitados.
El primero consiste en burlar los torniquetes por los que los visitantes deberían pasar y los cuales son manejados por los custodios del lugar.
Cuando un grupo o una persona por sí sola quiere acceder a cualquiera de estas zonas arqueológicas, lo que tiene que hacer es comprar su boleto directamente en la taquilla de la zona correspondiente o en las oficinas del INAH.
El boleto consta de dos partes: una que se debe de devolver al visitante y otra que el custodio conserva como prueba de esa entrada.
En el boleto se establece claramente que el pase es “válido sólo por un acceso”. Sin embargo la realidad es otra.
Los custodios deciden quiénes entran por los torniquetes y quiénes no. Si se trata de una sola persona o de un grupo pequeño, estos trabajadores sindicalizados y dependientes del INAH lo dejan pasar como las reglas lo establecen e incluso le devuelven la parte del boleto que corresponde.
Sin embargo, si la visita está siendo coordinada por alguno de los guías de turistas irregulares o incluso por algunos de los acreditados que se encuentran coludidos con ellos a cambio de una comisión, lo que hacen es dejarlos pasar por una puerta paralela a los torniquetes, en donde no se registran las entradas y los boletos no son devueltos a quienes los compraron.
En lugar de eso, los conservan sin “poncharlos”, es decir, marcarlos como usados, y los reenvían a la taquilla de la zona arqueológica, donde se revenden.
La segunda forma de robar el dinero de los boletos es aún más sencilla. El guía de turista antes de llegar a alguna de las zonas arqueológicas que piensa visitar pide a los pasajeros que transporta los 75 pesos que cuesta la entrada —mismo precio en Monte Albán que en Mitla—, una vez recopilado el dinero, lo entrega directamente a los custodios, quienes le devuelven la comisión que negociaron con él dependiendo del número de visitantes, permitiéndoles entrar sin registrarlos.
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Impunidad, la raíz del problema
En México las leyes, normas y regulaciones abundan, sin embargo, su cumplimiento es escaso y la aplicación de los castigos correspondientes por parte de las autoridades ante esta realidad son aún menos.
La profesión de guía de turista, en sus orígenes, surgió de una actitud espontánea de las personas por dar a conocer los principales monumentos, museos, zonas arqueológicas y lugares históricos del país. Pero con el transcurso del tiempo, adquirió un contexto legal para convertirse en lo que es hoy en día, una profesión regulada por la Ley.
De acuerdo con la Norma Oficial Mexicana NOM-08-TUR-2002, que es la vigente, y la cual establece los elementos a los que deben sujetarse los guías de turistas generales y especializados, estos trabajadores son los responsables de enseñar e interpretar la cultura de un país y de mostrar las riquezas culturales y naturales del mismo, transmitir el respeto hacia el patrimonio y crear conciencia en los visitantes.
Para ello, el Reglamento de la Ley General de Turismo señala una serie de requisitos tanto técnicos como éticos que deben cumplir.
Uno de ellos está señalado en el artículo 83, el cual indica que “los prestadores de servicios turísticos están obligados a inscribirse en el Registro Nacional de Turismo”, es decir, contar con una acreditación que los certifica.
Por su parte, en los “Lineamientos para el registro y validación de conocimientos de diplomados, cursos de formación y actualización a los que deben sujetarse los guías generales y especializados en temas o localidades específicas de carácter cultural de acuerdo a la NOM-08-TUR-2002” y los cuales fueron avalados tanto por la SECTUR como por el Instituto de Competitividad Turística (ICTUR), destaca que “el guía de turista es un profesional técnico, calificado y especializado, con un sistema de valores fortalecido y con una gran capacidad de desarrollar relaciones interpersonales.
“Cuyas funciones principales son conducir e informar de manera planificada y veraz a grupos turísticos en destinos y/o recorridos durante lapsos establecidos, por lo que debe tener un sistema de valores sólido y un sistema de competencias integral.
Entre los principales valores podemos destacar: honestidad, responsabilidad, solidaridad, justicia e identidad cultural, entre otros.
Sin embargo, de todas las personas que se dedican u obtienen ganancias del turismo en Oaxaca, muy pocas respetan estas leyes, normas y reglamentos tanto estatales como federales para desempeñar sus actividades, situación que se hace cada vez más común ante la falta de acción por parte de las autoridades correspondientes.
Guías de turistas de zonas arqueológicas en la clandestinidad
Las irregularidades se pueden ver a simple vista, aseguran los guías de turistas acreditados que denuncian las actividades de su competencia que opera sin cumplir con la normativa.
“Al llegar al zócalo de la Ciudad de Oaxaca se puede apreciar a decenas de personas con carpetas llenas de fotos de los lugares turísticos más populares de la entidad, quienes no cuentan con su acreditación, no han tomado los cursos, algunos son extranjeros sin permiso para trabajar y muchas veces tampoco tienen las herramientas para poder brindar los servicios que ofrecen.
“Uno de los ejemplos más claros de esto es que se trasladan en vehículos privados que no cuentan con las placas de turismo, hacen negocios irregulares con los custodios de las zonas arqueológicas, no cuidan de los turistas, la información que brindan no es veraz y tampoco ven por los lugares que visitan”, cuenta una de la guías a cambio de no revelar su identidad.
Aunado a esto, la Asociación de Guías Certificados de Oaxaca México A.C., también ha denunciado al ICTUR ante la Secretaría de Función Pública y a los servidores públicos: José de Jesús Quiñones Ramírez , director del instituto; Noé Gabriel González Urbina, encargado del despacho de la Dirección de Capacitación y Cultura Turística del ICTUR; y Los funcionarios públicos señalados en la tabla han sido informados de las irregularidades y corrupción que se suscitan en el sector turístico de Oaxaca. a Antonio Valle, encargado de la mesa de Autorización y Validación de Diplomados para acreditación de Guías del ICTUR.
Esto debido a que “entregaron un folio de registro y validación oficial a una asociación civil denominada “Ecoturismo Morelia” para la impartición del “Diplomado para la Formación de Guía General de Turistas” mediante el folio ICTur08ECMORDGGO060518-(01) violando los “Lineamientos para el registro y validación de conocimientos de diplomados, cursos de formación y actualización” y la Norma Oficial Mexicana NOM-08-TUR-2002.
Por último, mientras algunas agencias únicamente cuentan con personal coludido con los custodios del INAH, como Lescas Co., existen otras como Siente Oaxaca donde el personal no sólo participa en esta red de corrupción, también suelen contratar a los beneficiarios de la beca Jóvenes Construyendo el Futuro, para llevar a cabo estas actividades.
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Las Repercusiones para el turismo
La corrupción entre los custodios de los zonas arqueológicas y los guías de turistas, sumado al sinfín de irregularidades que autoridades como la Secretaría de Turismo, tanto estatal como federal, y los organismos que dependen de éstas han permitido, se refleja en diversas problemáticas que ya afectan a la entidad y a los vestigios históricos con los que cuentan, muchos de ellos considerados patrimonio de la humanidad.
En Monte Albán, por ejemplo, se puede observar al entrar cómo más de uno de los monumentos que ahí se encuentran permanecen apuntalados con polines de madera tras las afectaciones que dejó el terremoto del 19 de septiembre de 2017; la zona donde se encuentra la cancha del juego de pelota, es uno de los que está en remodelación desde entonces.
Incluso, en la zona de torniquetes, a un lado de la taquilla donde se compra el boleto de entrada, hay una manta pegada denunciando la falta de dinero por parte de los trabajadores sindicalizados para poder desempeñar sus labores.
Los arcos de acero que se colocaron para reforzar parte de algunas estructuras de los edificios y tumbas no cuentan con protección, situación que ha provocado muchos accidentes entre los turistas.
Tampoco hay un resguardo real de las zona por parte de los custodios —una de sus principales responsabilidades— ya que se puede apreciar a los visitantes, tanto turistas como locales, subiéndose a los arcos para tomarse fotos, tocando las paredes, las pinturas y caminando por zonas donde el acceso está restringido.
De manera general, en ningún sitio arqueológico se cuenta con la infraestructura necesaria para que personas de la tercera edad o discapacitados puedan moverse libremente sin el riesgo de no poder avanzar o de que sufran un accidente.
No obstante, la problemática va aún más allá, pues el robo de las entradas también genera una cifra negra muy alta en cuanto al número de visitantes que se registra en estos lugares, impidiendo que las secretarías de turismo de los municipios en donde se encuentran estos atractivos, cuya responsabilidad es hacerles promoción para que más gente llegue y se beneficie económicamente la región, reciban más recursos para poder cumplir con sus responsabilidades.
Al hacer un recorrido por Monte Albán, Mitla, Hierve El Agua y al hablar con los guías de turistas tanto acreditados como irregulares, se puede comprobar que las cifras oficiales de visitas reportadas, por ejemplo, en Mitla, distan mucho de la realidad.
De acuerdo con los registros turísticos de visitas de San Pablo Villa de Mitla a la zona arqueológica del municipio, entre enero y junio de 2019 se reportaron 32 mil 206 entradas a este lugar.
En enero fueron 4 mil 995 accesos, en febrero 2 mil 900, en marzo 4 mil 420, en abril 10 mil 676 —por ser época vacacional—, en mayo 3 mil 907 y en junio 4 mil 559.
Sin embargo, los guías de turistas aseguran que nada más en un fin de semana pueden llegar a visitar el lugar más de 4 mil personas.
Nada más en un periodo de tiempo de tres horas —de 11am a 1pm— llegaron al sitio arqueológico cinco camiones llenos de turistas con una capacidad de 45 personas cada uno, más aproximadamente 20 camionetas con capacidad de 15 personas cada una.
No obstante, mientras no se combata la reventa de boletos y la corrupción entre custodios y guías de turistas en las zonas arqueológicas y se regule a estos trabajadores, se seguirán perdiendo millones de pesos y los monumentos y zonas arqueológicas e históricas no podrán ser preservadas ni restauradas para futuras generaciones.