Manos de internos que construyen esperanza
Personas privadas de su libertad del Reclusorio Oriente crean en el taller de carpintería artesanías, muebles y pinturas para poderlas vender y apoyar a sus familias; además, este tipo de actividades disminuye el porcentaje de reincidencia
José Pablo EspíndolaCon sus manos, internos del sistema penitenciario cometieron delitos por los que cumplen alguna sentencia, pero ahora las utilizan para crear artesanías, pinturas y muebles de alta calidad que ponen a la venta para generar ganancias y poder ayudar a sus familias.
Dentro de los Centros de Reclusión de la Subsecretaría del Sistema Penitenciario de la Ciudad de México se ofrecen talleres para que los internos construyan, con esfuerzo y creatividad, diferentes trabajos que, en muchos casos, podrían ser llamados obras de arte, pero también para que tengan herramientas que, al cumplir sus sentencias y salir libres, puedan utilizar para poder vivir.
Al entrar al taller de carpintería que se imparte en el Reclusorio Preventivo Varonil Oriente se respira el olor a madera y pintura. El piso, lleno de aserrín, es testigo de todo el trabajo que ahí se hace, hombres de distintas edades serruchan, pegan, sostienen, levantan y pintan materiales sin forma. El calor del lugar contrasta con el frío que se siente en el resto del Reclusorio.
El encargado de este taller es el señor Miguel Ángel Reyes Luna, quien está por cumplir cuatro años como responsable del lugar, de los 13 que lleva privado de su libertad de una condena de 35 años. Además de la carpintería, Miguel también apoya en otros oficios como tapicería y acabados.
Reyes Luna cuenta con la ayuda de nueve internos más que lo apoyan en capacitar a los nuevos, en total, le han enseñado al cien por ciento el oficio de la carpintería a más de 320 personas. Tardan ocho meses en que alguien llegue a un nivel avanzado.
“Empezamos con la carpintería básica, todo lo que es el uso de las herramientas, lo que involucra la seguridad personal y el uso de aditamentos, todo eso que nos permita trabajar eficientemente sin causar ningún daño”, explica Miguel Ángel, en entrevista con Reporte Índigo.
En el nivel medio, los internos aprenden la logística, mercadotecnia, las propiedades y costos de la madera y los tipos de acabados. En el intermedio les enseñan todas las propiedades ergonómicas y, finalmente, en el avanzado ven el tipo de armado, presupuestos, tipos de acabados y calidades y resistencias de los materiales.
Por cuestiones de seguridad, los internos no cuentan con todas las herramientas necesarias para ejercer el oficio, lo que representa un reto cada que inician un nuevo proyecto. El material de trabajo está controlado por una persona de confianza, el señor Jaime Ugalde.
“El señor Ugalde nos hace el favor de poder suministrar las herramientas bajo un pedimento de proyecto. Esa es un área restringida para todos nosotros, se maneja una hoja con folio y fecha donde se anota todo lo que son misceláneos y herramientas bajo previa autorización con hora y firmas”, explica el encargado.
El taller de carpintería también cuenta con un área de acabado y otra de pintura, donde puede ser acrílico, esmalte, placas automotivas o poliuretanos. También se hacen trabajos al óleo como paisajes, representaciones, bodegones y fisonomías, entre otras.
“Está la gratificación de que hay bastantes personas que han venido en la visita y que me dicen que se están dedicando actualmente a la carpintería. Invitaría a la gente a que nos den esa oportunidad, que puedan ver la calidad de nuestro trabajo”, pide el señor Miguel Ángel.
‘Somos como la mano’
Juan Carlos Ríos Martínez lleva año y medio formando parte del taller de carpintería. Para él todo el equipo es como un engranaje, donde cada uno conoce a la perfección su función.
“El taller me ha despertado un poco más la creatividad, aquí todos los internos tenemos una función. Somos como la mano, todos tenemos ciertas tareas que cumplir, sabemos nuestra labor. Cuando se pide algún mueble o un diseño todos participamos”, asegura.
Por su parte, Alejandro Gómez González lleva apenas siete meses en el Reclusorio Preventivo Varonil y preguntando fue que llegó a los talleres por su interés en aprender algo que en el futuro le pueda dar beneficios económicos.
“Hago figuras de papel crepé, porque soy curioso, me gusta aprender cosas nuevas. Cuando termino un muñeco tengo la satisfacción de darme cuenta de que uno puede lograrlo. Lo primero que hice fue un payasito grande, luego un Santa Claus y Kittys, hago la figura que sea. Las vendo durante las visitas o mi familia se las lleva para venderlas también”, cuenta Alejandro, quien se meterá después al taller de pastas francesas.
El encargado del taller de carpintería dice que si bien por las circunstancias cometieron errores también merecen oportunidades. “Ojalá se pueda hacer una evaluación real de quiénes somos y qué hacemos y nos puedan ayudar con recursos, con trabajo, sería algo muy productivo para la gente”, opina Miguel Ángel.
La marca de los internos, una marca que vale
José Manuel Villafuerte, coordinador de los jefes de talleres de todos los reclusorios del Sistema Penitenciario de la Ciudad de México, asegura que Miguel Ángel Reyes Luna es una de las personas talento que tienen, porque sabe manejar desde un programa de computación para hacer diseños en 3D, hasta manualidades.
“Estoy viendo que tiene muchos chavos nuevos y eso me da mucho gusto, porque toda la gente que ha pasado por aquí sale sabiendo algo. Aparte de todo el apoyo que da la Subsecretaría, él con su talento hace que los chavos salgan con una capacitación que les da buenas herramientas para cuando estén afuera”, comenta Villafuerte.
Hace un año la Subsecretaría del Sistema Penitenciario formó la marca Hazme Valer con el objetivo de garantizar que los productos que elaboran personas privadas de la libertad en los centros penitenciarios de la Ciudad de México cuenten con estándares de calidad.
“Tiene un trasfondo social, porque esta marca que ya está registrada en el IMPI por la Subsecretaría, le permitirá a los chavos, a las personas privadas de su libertad, en el momento que salgan libres, hacer su propia empresa y utilizar la marca Hazme Valer a través de convenios de manera gratuita”, explica el coordinador.
Actualmente, más de 15 mil personas privadas de la libertad realizan alguna actividad laboral en los centros penitenciarios. El porcentaje de reincidencia es de alrededor del 40 por ciento, mientras que en el caso de las personas que se incorporan a un programa laboral este porcentaje disminuye hasta 10 por ciento.
O a través de las páginas de internet de la Secretaría de Gobierno y de la Subsecretaría de Sistema Penitenciario donde se puede consultar el catálogo con los productos que se elaboran (https://bit.ly/2JAfYOR).
“Siempre he pedido que la gente crea en el trabajo de las personas privadas de la libertad, son personas muy capaces, independientemente del delito por el cual hayan estado aquí; son personas muy talentosas y trabajadoras”, señala José Maniel Villafuerte.
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