“Mi experiencia al mando de Cienfuegos Zepeda”, la voz de un militar retirado

Alejandro Vázquez, ex sargento del Ejército mexicano, nos platica su experiencia a cargo del ex secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos Zepeda

Alejandro Vázquez ingresó al Ejército mexicano en 1992. Tenía 17 años. Al año siguiente, participó en el concurso de selección para ingresar al Heroico Colegio Militar como cadete e ingresó 1 de septiembre de 1993, al mando de Salvador Cienfuegos Zepeda.

La vida en el Colegio Militar es difícil, dice. Más aún cuando acabas de entrar. A los cadetes más jóvenes les dicen “potros”. Por ser de nuevo ingreso el rigor y exigencia son mayores para ellos y deben cumplir ciertos rituales para conformar su disciplina y ganarse el derecho de pisar suelo militar.

“Teníamos que estar corriendo todo el tiempo. Si alguien te llamaba tenías que ir a paso veloz, nada que caminando porque te daban tu tablazo o te arrestaban”.

Cuando Alejandro ingresó, el Colegio estaba bajo el mando de Luis Ángel Fuentes Álvarez y a Salvador Cienfuegos como Comandante del Cuerpo de Cadetes, quien ya era coronel de Infantería y Diplomado del Estado Mayor.

Alejandro nunca olvidará el día en que conoció al general, porque fue el mismo en que intentó encubrir un homicidio.

Era septiembre de 1993.

Los más jóvenes, narra, vestían con el uniforme otán verde olivo y los cadetes antiguos usaban el beige.

A menos de una semana de su ingreso, muchos alumnos de primer año todavía no se adaptaban a las instalaciones del Colegio y, sobre todo, a que cada quién tiene un lugar inamovible perfectamente definido por la élite de la milicia.

Ese día, tras una larga jornada de entrenamiento y ejercicio, los potros fueron trotando rumbo al comedor anexo para tomar sus alimentos. Jóvenes entre 16 y 18 años, algunos desorientados sobre el lugar que les correspondía en el comedor según su nivel de antigüedad.

Uno de ellos, dice Alejandro, cometió la equivocación de sentarse donde no debía y fue el error que le costó la vida.

“Muchos cadetes se desorientaban en los lugares del comedor, en lugar de agarrar su mesa se sentaban en las de otra sección. Uno de nosotros, que tendría no más de 18 años, se equivocó de mesa y se sentó en la de unos cadetes de cuarto año, que pertenecían al equipo de taekwondo y pesas”.

El cadete quiso remendar su error, levantase e irse, pero los otros le pidieron que se quedara.

“La mesa estaba prácticamente vacía, nada más había como cuatro cadetes antiguos. Lo agarran y le dicen, ya la regaste, ahora quédate con nosotros, eres bienvenido. Lo empezaron a humillar, diciéndole, aquí estas en tu casa, cadete”.

Ese día, la cocina del comedor sirvió, entre otras cosas, atole de masa.

El castigo que los cadetes mayores asignaron al potro por el error de sentarse con ellos, dice Alejandro, fue darse golpes en el pecho mientras se bebía la jarra con el atole de masa. “No en una taza, sino la jarra completa”.

Como el cadete no se golpeaba fuerte, el que se encontraba a su lado le propinó un golpe en el pecho, con lo que el potro cayó de espaldas y comenzó a convulsionar en el suelo.

Al ser incapaces de auxiliarlo, llamaron al departamento de Sanidad del Colegio, quienes lo trasladaron en ambulancia al Hospital Central Militar, donde el cadete perdió la vida.

“Hubo problemas, llegaron los de la policía militar, detuvieron a los cadetes, evacuaron al cadete golpeado, y lo que supimos después del mediodía es que el cadete ya estaba muerto. Se lo llevaron al Hospital Militar y ahí murió”.

Los padres del cadete asesinado intentaron proceder legalmente contra los cuatro involucrados en el homicidio de su hijo, un joven que, según Alejandro, no tenía más de 18 años.

Pero Salvador Cienfuegos Zepeda, en su papel de Comandante del Cuerpo de Cadetes, los defendió.

“Empezó a dar discursos a los cadetes y nos lo dijo a todos, que lamentaba mucho lo ocurrido pero que el echo de andar ventilando estas cosas a civiles o instancias de justicia civiles, el echo de que los padres hayan iniciado un proceso contra ellos, no era de hombres; que eso de andar acusando a los cadetes por lo que torpemente cometieron no es de hombres, sino de chivatones”.

Ese fue su primer encuentro con Cienfuegos Zepeda, cuando el integrante de las fuerzas armadas presuntamente defendió el abuso y homicidio contra un inocente.

“Un hombre muy estricto, reglamentario, que te exigía obediencia, respeto y acatamiento a las leyes… pero al mismo tiempo, me percaté de que esa actitud de ser estricto y disciplinado no la aplicaba contra los abusos”.

Aunque el general mostró indignación por el homicidio, decidió pedir a los demás cadetes guardar silencio ante lo ocurrido.

“Cienfuegos se empeñó en defender a los cadetes. El sábado de esa semana estaba indignado por el cadete, pero reclamando porque los papas del fallecido estaban ventilando las cosas afuera. Decía, siempre que pasen estas cosas, es no ver, no oír pero sí callar”.

Tras los hechos, el entonces director del Heroico Colegio Militar, Luis Ángel Fuentes Álvarez, ordenó a los cadetes antiguos no meterse con los nuevos. Esa protección le valió el nombre de “la Generación del Sol”, al grupo de cadetes jóvenes que ingresaron al Colegio ese año.

Jueves sociales de Cienfuegos Zepeda

Todos los jueves, dicen, el Heroico Colegio Militar es sede de reuniones donde los cadetes y oficiales destacados invitan a sus amigos para comer y beber, vestidos de gala, en el Salón de Eventos.

Según Alejandro, cuando Cienfuegos Zepeda participaba en las reuniones, sus invitados eran civiles armados que asistían con escoltas y consumían drogas al interior del recinto militar.

“Eran fiestas y trasnochadas con gente rara, donde los escoltas se quedaban parados afuera. Eran civiles armados ¿por qué entrar armado a una instalación militar?. Y adentro, todos consumiendo drogas, salían a darse sus pasones, sus toques”.

Aunque Cienfuegos tenía comportamientos poco éticos, nunca dejó de exhortar a sus subordinados a conducirse con disciplina.

En 1999, el general ascendió a director del Colegio Militar, donde el soldado Alejandro formaba parte de la tropa en la ayudantía del plantel.

Cuando eran amonestados, dice, Cienfuegos Zepeda los hacía ir a su oficina para platicar con ellos sobre el motivo del arresto. Aunque mostraba un aparente acercamiento con la tropa, también fomentaba el clasismo en el ejército, explica Alejandro.

“Siempre tuvo un acercamiento con la tropa, pero eso no lo eximía de ser déspota y clasista con la tropa. Le decía a los cadetes que nos trataran mal y si tú como cabo, soldado o sargento le pedías al cadete que te respetara, nos decían que éramos escoria”.

Cienfuegos Zepeda dirigió el Colegio hasta el año 2000, cuando ascendió a General de División y fue relevado por Tomás Ángeles Dauahare.

Años después, Salvador Cienfuegos ocupó el cargo de secretario de la Defensa Nacional (Sedena), de 2012 a 2018, durante el sexenio de Enrique Peña Nieto; y el 15 de octubre de 2020 fue detenido por la Administración de Control de Drogas (DEA) de Estados Unidos, por presuntos vínculos con el crimen organizado.

Pero el 18 de noviembre, la justicia estadounidense retiró los cargos contra el general, para que fuera la Fiscalía General de la República (FGR) quien continuara con las investigaciones en su contra.

Días después, el diario The Washington Post publicó que la liberación de Cienfuegos Zepeda fue resultado de un amago del gobierno mexicano hacia Estados Unidos.

Según el diario estadounidense, el gobierno de México amenazó con expulsar a los agentes de la DEA del territorio nacional si no retiraban los cargos contra el general.

@ItsMonseOrtiz

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