El mito del ‘American Dream’

La idea del sueño americano donde se puede alcanzar la grandeza sin importar el estrato social o el lugar de nacimiento ha muerto, prueba de esto es el adelgazamiento de la clase media estadounidense y las políticas que el gobierno de Donald Trump ha implementado en contra de los inmigrantes
Mariana Recamier Mariana Recamier Publicado el
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[kaltura-widget uiconfid=”38728022″ entryid=”0_kdpcaa03″ responsive=”true” hoveringControls=”false” width=”100%” height=”75%” /] El sueño americano o ‘American Dream’ es una pesadilla en estos tiempos. El ideal que en algún momento fue parte de la construcción identitaria estadounidense, ahora no se cumple en sus aspectos principales.

Durante décadas influyó en millones de estadounidenses y personas de diferentes países esa idea onírica de que Estados Unidos era una nación de oportunidades, libertad, igualdad, consumo y prosperidad.

No obstante, de acuerdo con especialistas, el sueño americano está en el pasado debido al adelgazamiento de la clase media, la falta de oportunidades para jóvenes, la polarización económica y un presidente que discrimina a ciertos sectores de la sociedad estadounidense.

Otro elemento importante para afirmar que el ‘American Dream’ está en el pasado es el poco desarrollo de la clase trabajadora y la clase media en términos educativos y culturales.

También cada vez hay menos oportunidades de desarrollo para los no estadounidenses y menos capacidad y disposición de parte del gobierno para recibir migrantes y refugiados. Además, hay pocas mujeres ocupando cargos políticos y se da una constante violación a los derechos humanos.

“Ahora lo que podemos ver es que Estados Unidos no solamente es un país con una dudosa democracia, sino que además no es ese paraíso inalcanzable que se le vendió por muchas generaciones a los nacionales y a los extranjeros”, afirma Arlene Ramírez Uresti, doctora en relaciones internacionales, en entrevista para Reporte Índigo.

Para saber lo que se ha perdido, primero se tiene que conocer el antecedente de esa construcción ideológica que le da forma a la identidad estadounidense.

El término sueño americano fue acuñado por el historiador James Truslow en el libro ‘La épica de América’, escrito en 1931.

De acuerdo con el historiador, este concepto se refiere a que todas las personas pueden aspirar a la riqueza y el crecimiento independientemente de su clase social o las condiciones en las que nacen.

La premisa recuerda las imágenes de centroamericanos y mexicanos cruzando la frontera estadounidense de cualquier manera posible con tal de llegar a la tierra prometida, pero también a la familia de los años cincuenta que disfrutaba de estabilidad económica.

“No es un sueño simplemente de automóviles y salarios altos, sino un sueño de orden social al que hombres y mujeres pueden aspirar sin importar las circunstancias fortuitas de su nacimiento o posición”
James TruslowFragmento del libro ‘La épica de América’

Aunque el término aparece hasta el siglo XX, el sueño americano está presente en las raíces de Estados Unidos: desde la fundación hasta el expresidente Ronald Reagan, quien en 1989 se despidió de su cargo retomando la frase del político puritano John Winthrop “la ciudad radiante sobre la colina”, metáfora que dibuja la realidad estadounidense como la aspiración de todo el mundo.

“El sueño americano refleja la imagen de que Estados Unidos tenía, a diferencia del resto del continente y del mundo, un régimen absolutamente democrático en donde las garantías individuales y las libertades estaban garantizadas a través de su Constitución. En un momento se vendió la idea al pueblo norteamericano como los privilegiados que vivían en una sociedad que era inalcanzable para el resto del mundo”, define Ramírez Uresti.

La internacionalista menciona que este principio filosófico se crea con la intención de generar una campaña que se convirtiera en contrapeso de las ideologías radicales que estaban revolucionando el entorno europeo.

Por otro lado, la doctora en relaciones internacionales afirma que la intención de difundir el ideal americano también era elevar el espíritu de la gente en Estados Unidos después de la crisis de 1929.

La internacionalista describe que el auge del sueño americano fue entre los años 50 y 70, cuando en Estados Unidos cualquier madre de clase media podía acceder a su propio auto o televisores. Esos elementos eran un lujo en otros países de América Latina.

“La parte de la tecnologización puso en tangible ese sueño americano. Era posible trabajar y tener la recompensa de tu esfuerzo ejercido en el acceso a todo eso que en algún momento sonaba inalcanzable en otros países”, describe Ramírez Uresti.

La especialista explica que durante ese periodo el gobierno estadounidense vendía la idea del capitalismo y la democracia como sistemas eficientes. Añade que estos sistemas funcionaban aparentemente porque cualquier persona que trabajaba mucho podía tener la recompensa del sueño americano.

Un sueño roto

Especialistas aseguran que el ideal de Estados Unidos como país democrático e igualitario está roto y en proceso de transformación. La doctora en relaciones internacionales Arlene Ramírez Uresti menciona que los elementos que conforman el sueño americano ya no son una realidad.

La internacionalista comenta que uno de los primeros síntomas que demuestran que este sueño ya no existe es el adelgazamiento de la clase media y por lo tanto la polarización de la riqueza.

Esto se demuestra en un estudio que revela que el problema de desigualdad en Estados Unidos está empeorando, ya que el 1 por ciento de los estadounidenses acaparaba casi una cuarta parte de los ingresos nacionales en 2016, según un sondeo de la Reserva Federal (FED).

Ya sea porque se extinguió o porque se ha ido modificando, el sueño americano como se conocía ya no existe; muestra de ello es el trato que ahora da el gobierno de ese país a los migrantes

El 1 por ciento de los hogares más acomodados poseía 23.8 por ciento de los ingresos en 2016 contra el 20.3 por ciento en 2013, según la encuesta trienal de finanzas de consumidores del banco central de Estados Unidos que consultó a más de 6 mil personas.

En términos de patrimonio, ese mismo 1 por ciento más rico poseía 38.6 por ciento de las riquezas de su país contra 36.3 por ciento hace tres años.

Otro de los aspectos que destaca la internacionalista para demostrar la ruptura del sueño americano es el poco desarrollo de la clase trabajadora y la clase media en términos educativos y culturales.

De acuerdo con un estudio realizado en el marco del Programa Internacional para Evaluación de Competencias (PIAAC, por su sigla en inglés), entre países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), la primera potencia tuvo un desempeño mediocre.

En el análisis participaron 23 estados. En la prueba sobre capacidad lectora, entre aquellos que no habían terminado la secundaria, los estadounidenses estuvieron entre los cinco países con peores resultados, mientras que entre los que sí habían terminado estos estudios quedaron por debajo de la media.

En el caso de las personas que contaban con al menos dos años de estudios universitarios, los estadounidenses quedaron por encima de ocho países, empataron con otros seis y fueron superados por siete naciones.

La especialista también menciona que el mito de la igualdad, en específico la equidad de género como elemento del sueño americano, actualmente no se cumple ni en la política estadounidense.

La presencia de mujeres en el Congreso de este país está muy lejos de la paridad con sólo 104 parlamentarias: 20 senadoras (el 20 por ciento del total) y 84 miembros de la Cámara de Representantes (19 por ciento del total).

La situación general en cuanto a igualdad de género es similar. Según el Informe global 2017 de brecha de género del Foro Mundial de Davos, Estados Unidos se sitúa en el puesto 49 de los 144 países que son incluidos en este registro. La brecha de género es la diferencia entre mujeres y hombres que se refleja en los logros o actitudes sociales, políticas, intelectuales, culturales o económicas.

Ramírez Uresti advierte que la caducidad del sueño americano también se refleja en el trato del gobierno estadounidense a migrantes y refugiados.

“Una parte importante del principio filosófico y político del sueño americano fue alentar la migración para que el proceso productivo se reactivara sobre todo en momentos de guerra”
Arlene Ramírez UrestiDoctora en relaciones internacionales

En la actualidad, Estados Unidos se encuentra en una crisis migratoria. El presidente Donald Trump fue acusado por gobiernos de todo el mundo y organismos internacionales de violar los derechos humanos de los niños migrantes que son separados de sus padres.

Trump impuso una política de tolerancia cero desde mayo de este año, lo que provocó que miles de familias de migrantes fueran apartadas, no obstante, después firmó un decreto para garantizar la reunificación de menores de edad y sus tutores.

A pesar de esto, el presidente estadounidense aún no renuncia a su propuesta de un muro fronterizo y en el Congreso de Estados Unidos continúa en discusión la reforma migratoria.

Con una postura contraria a la de Ramírez Uresti, la especialista en negocios internacionales Norma Soto asegura que el sueño americano no ha muerto, sino que se ha transformado.

“La realidad ha cambiado, por eso el sueño americano ya tiene diferentes modificaciones. El desarrollo tecnológico ha propiciado que menos personas trabajen en el sector industrial y en todas las áreas, lo que ha provocado que las personas ya no tengan tantas oportunidades en Estados Unidos”, declara Soto.

La también docente de la Universidad La Salle afirma que la economía de los Estados Unidos ya no es tan poderosa como en épocas anteriores, lo que está propiciando que este sueño tenga ciertas modificaciones.

Soto menciona que el entorno internacional, la globalización y la apertura comercial provocan que este sueño tenga cambios importantes y repercute sobre todo en los migrantes y las nuevas generaciones.

“Las nuevas generaciones que no están legalizadas se están enfrentando a problemas muy fuertes, pueden ser deportados y ya no tener acceso a educación, ni a salud, ni a vivienda”, concluye la profesora.

A los elementos que menciona la especialistas se pueden agregar otros que demuestran que el sueño americano ya no existe. Uno de ellos puede ser la esperanza de vida. El informe más reciente del Programa de la ONU sobre Desarrollo Humano (PNUD) indica que la esperanza de vida de los estadounidenses es de 79.2 años.

Ese dato lo ubica en el puesto número 40 del mundo, por detrás del conjunto de naciones desarrolladas, pero también por debajo de países latinoamericanos como Chile, Costa Rica y Cuba.

Este dato varía sensiblemente cuando se analiza desde el punto de vista de la educación y la raza. Mientras la esperanza de vida de un hombre blanco con estudios universitarios es de 80 años, la de un hombre afroamericano con poca formación es de 66 años, según datos de una investigación publicada por el Centro Nacional sobre Pobreza de Estados Unidos (NPC, por su sigla en inglés).

La seguridad personal es otro elemento básico del bienestar social que integra la idea del sueño americano. De acuerdo con el informe más reciente de la Oficina de la ONU contra las Drogas y el Delito (UNDOC, por su sigla en inglés), Estados Unidos registra una tasa de homicidios de 4.88 muertos por cada 100 mil ciudadanos, lo que le coloca en el puesto 59 a nivel mundial.

El punto de quiebre

La internacionalista Arlene Ramírez Uresti afirma que el sueño americano comenzó a desaparecer después de la administración del expresidente Reagan.

“En el momento que finaliza la presidencia de Ronald Reagan se empieza a generar un cambio que termina en la crisis de 2008 con la presidencia de Barack Obama, ciertamente Obama vino a darle una nueva bocanada de aire a todo esto, pero la familia Bush y Bill Clinton no ayudaron a seguir soportando la idea del sueño americano”, afirma la especialista.

Al finalizar la Guerra Fría y el conflicto entre lo que fue la Unión Soviética y EU ocurrieron muchos cambios a nivel mundial como el disminución de la clase media, lo que eventualmente provocó que el sueño americano se difuminara

Ramírez Uresti dice que esto se debe a que hubo muchos cambios en el mundo, tales como la finalización de la Guerra Fría y que Estados Unidos abandonó la competencia con la Unión Soviética porque esta desaparece, sin embargo, la ruptura del sueño americano es más evidente después del gobierno de Reagan.

Este expresidente hizo un programa económico pensado en rescatar a la clase media que ya empezaba a adelgazarse en Estados Unidos, pero nunca se le dio continuidad.

“Buscaba el crecimiento y el desarrollo de la clase media porque es la que consume. Esa época es extraordinaria porque de 1930 a 1950 viene toda la propaganda para desarrollar el consumo en los Estados Unidos y para reactivar la economía a través de nuevas tecnologías”, describe la especialista.

La internacionalista menciona que artículos como lavadoras y automóviles generaron en la clase media la idea de que el trabajo rendía frutos.

Además menciona que a partir del término de la presidencia de Reagan se da un cambio en las políticas económicas de Estados Unidos y se abandona un poco el tema de la clase media, de tal forma que la crisis de este sector avanza hasta la gran burbuja inmobiliaria del 2008.

El final de la presidencia de Ronald Reagan es lo que marca el término del sueño americano como se conocía

“Es nuevamente la clase media la que fractura el desarrollo económico de EU por la poca capacidad de pago, entonces empieza a haber un adelgazamiento de la clase media y recibe la presidencia Donald Trump con la mayor cantidad de gente en situación de pobreza, de acuerdo a los parámetros de un país desarrollado”, concluye Ramírez Uresti.

¿Reformista o enemigo?

El presidente Donald Trump se asume como un reformador del sueño americano, no obstante, es antagonista de sus principios según algunos ciudadanos estadounidenses y la perspectiva internacional.

“Para los ojos del mundo y los demás no solamente es el enemigo, sino la persona que potencialmente puede destruir el sueño americano”, asegura Arlene Ramírez Uresti, doctora en relaciones internacionales.

La especialista comenta que Trump pretende convertir a Estados Unidos en una gran potencia. Desde su visión, el presidente realiza una serie de cambios en la política interna y exterior para llevar al país a su próxima etapa de desarrollo, no obstante, estas reformas distan mucho del ideal del sueño americano.

“A nivel social y político poco se está retomando de la construcción del sueño americano, al contrario, se está dividiendo al país para poder ganar no solamente adeptos, sino también un peso político más importante”, describe la internacionalista.

Ramírez Uresti opina que Trump es enemigo de los ideales norteamericana porque no está dispuesto a que su país sea el refugio de las personas que huyen de la violencia o buscan oportunidades.

Trump ha dicho que su objetivo es revivir el sueño americano, sin embargo sus políticas distan mucho de lo que esto significa, pues no está dispuesto a que su país sea el refugio de quienes más lo necesitan

“No está dispuesto a que su país sea ese santuario para los perseguidos de otros países, como lo fue en su momento y que justamente para eso se creó la filosofía de un lugar en donde el sueño de la democracia y del capitalismo era alcanzable”, argumenta.

Trump también demuestra que es adversario del ideal onírico de Estados Unidos en sus decisiones de política exterior. Está aniquilando las alianzas que otros gobiernos construyeron después de la Segunda Guerra Mundial y arremete contra sus socios históricos como la Unión Europea.

El ideal del sueño americano no sólo está muriendo, sino que ya no funciona en el contexto contemporáneo. La doctrina filosófica y política con la que fue creado el proyecto de nación estadounidense cimienta el gobierno actual, no obstante, expertos opinan que esos principios tienen que evolucionar conforme progresa la población y el sistema global.

“No podemos esperar que siga exactamente lo mismo, finalmente el proceso que se creó en 1930 era específicamente para un contexto histórico.

Norma Soto, catedrática en negocios internacionales de la La Salle, añade que la realidad actual no puede darse el lujo de sostener el sueño americano.

“Es imposible permitir que este éxodo hacia territorio estadounidense siga porque a la larga eso generaría más problemas para el propio país”.

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