Monterrey VI: el negocio del sexenio
El proyecto Monterrey VI es la obra más costosa que pudo haber elegido el Estado para dotar a la ciudad de una nueva fuente de abastecimiento de agua potable.
De las ocho opciones que el gobierno de Nuevo León y Agua y Drenaje analizaron, la opción electa es la que requiere el mayor número de recursos para su ejecución.
El costo de la construcción del acueducto Monterrey-Río Tampaón, afluente de la cuenca del Río Pánuco, supera los 16 mil millones de pesos, una inversión que el Estado planea cubrir con recursos federales y privados.
César Cepeda
El proyecto Monterrey VI es la obra más costosa que pudo haber elegido el Estado para dotar a la ciudad de una nueva fuente de abastecimiento de agua potable.
De las ocho opciones que el gobierno de Nuevo León y Agua y Drenaje analizaron, la opción electa es la que requiere el mayor número de recursos para su ejecución.
El costo de la construcción del acueducto Monterrey-Río Tampaón, afluente de la cuenca del Río Pánuco, supera los 16 mil millones de pesos, una inversión que el Estado planea cubrir con recursos federales y privados.
Este esquema financiero comprometerá las finanzas de Agua y Drenaje por los próximos 30 años, aunque actualmente ya tiene problemas de endeudamiento.
Pero además los usuarios del servicio de agua potable en Monterrey tendrán que pagar los costos de operación, mantenimiento y amortización de la empresa privada que construya la infraestructura para traer el agua.
Estos pagos podrán alcanzar hasta los mil millones de pesos anuales en el momento en que el acueducto esté funcionando a su máxima capacidad de 5 mil litros por segundo, lo que se traducirá en un incremento en las tarifas que actualmente cobra la empresa paraestatal.
Ayer Reporte Indigo publicó que Rodolfo Gómez Acosta, el nuevo Tesorero del Estado, llega a este cargo con el plan de concretar el proyecto Monterrey VI, que se perfila para convertirse en el negocio del sexenio.
El costo de Monterrey VI supera por mucho las inversiones que implicaban la ejecución de seis alternativas más que se analizaron como la posible nueva fuente de abastecimiento de agua potable para la ciudad.
El único proyecto que se le comparaba al Monterrey VI por el monto de recursos requeridos fue el plan de traer agua potable del Golfo de México producida bajo el proceso de ósmosis inversa.
La construcción de 24 plantas desalinadoras y un acueducto de 310 kilómetros entre Monterrey y Matamoros integraban este proyecto estimado en 15 mil 180 millones de pesos.
Y es que antes de elegir Monterrey VI, el gobierno de Nuevo León analizó otras posibles fuentes de abastecimiento de agua potable para los regiomontanos.
Entre ellas estaba construir un acueducto para traer agua de la Presa Falcón, localizada en el Río Bravo, en los estados de Texas y Tamaulipas.
También la construcción de un acueducto con la presa Vicente Guerrero, ubicada también en Tamaulipas, con un costo de 5 mil millones de pesos, fue otra de las opciones analizadas.
Sin embargo, la alternativa más viable que analizó Agua y Drenaje fue la construcción de un segundo acueducto de 102 kilómetros de longitud entre la Presa El Cuchillo y la Ciudad de Monterrey.
Pero la realización de este proyecto obligaba al Gobierno de Nuevo León a construir, como una forma de compensación para los agricultores de Tamaulipas, un acueducto para llevar agua residual tratada a la Presa Marte R. Gómez.
La construcción de este acueducto ascendería a 3 mil 400 millones de pesos, sin embargo el costo de esta obra se incrementaría hasta los 10 mil millones, por la obligación de construir el acueducto de aguas residuales.
Hubo más planes que Agua y Drenaje analizó antes de aprobar el proyecto Monterrey VI.
Una opción más fue la de traer agua de la presa Los Mimbres, ubicada en Tamaulipas, y construir una conexión con el acueducto que actualmente trae agua de El Cuchillo a la zona metropolitana de Monterrey.
Otra alternativa más fue la construcción de cuatro presas en la zona citrícola de Nuevo León.
Estarían en los municipios de Allende, Montemorelos y Linares, para que los embalses estuvieran a una relativa corta distancia de la ciudad.
Esta opción requería únicamente mil 500 millones de pesos, pero también fue desechada por la administración de Rodrigo Medina.