Desde hace 12 años, Norma Huerta se dedica al rescate y rehabilitación de perros y gatos en condiciones de maltrato o abandono. En 2009 formalizó su esfuerzo a través de la asociación civil Mundo Patitas, una de las más reconocidas en el activismo proanimal en la Ciudad de México.
“Desde que tengo uso de razón trato de ayudar a cualquier ser, humano y no humano, a mi alrededor. Pero también he aprendido que los únicos a los que ayudas y no te muerden la mano son los animales”, afirma.
La defensora narra que por un momento sintió perdido su instinto y su empatía por el rescate animal. Sin embargo, fue un spot de la organización ambientalista Greenpeace, lo que le ayudó a retomar su vocación de servicio.
“De pronto crecí, entré a trabajar y olvidé mi misión de vida. Pero luego vi una campaña de Greenpeace sobre las ballenas y empecé con la asociación, para que mis esfuerzos no fueran en vano”, asegura.
Su tarea no sólo se limita al rescate, sino también en el activismo en pro de los derechos animales y en la búsqueda de justicia contra quienes cometen maltrato.
La mirada de los perros después de ser rescatados, es una de las cosas que la motivan día a día para seguir, a pesar de la gravedad de los casos que atiende.
“El devolverles la confianza en ellos mismos y luego en la humanidad; verlos a los ojos y que me miren de forma distinta a cuando los conocí, eso creo que ha sido lo máximo”, señala.
Sin embargo, trabajar en equipo tampoco ha sido en vano, pues en octubre de 2015, junto con Fundación Tommy, logró la prohibición de la electrocución como método de sacrificio en los antirrábicos.
Recientemente, Mundo Patitas obtuvo justicia para Lala, una perra de raza pitbull a la que un sujeto le roció solvente y después le prendió fuego el pasado 15 de noviembre. El primer caso registrado en la Ciudad de México donde el maltratador Fidel ‘N’ fue recluido por la gravedad de las lesiones causadas a Lala.
Entre los casos más difíciles, la activista recuerda el de un veterinario de la Asociación Canófila Mexicana, quien mantuvo a ocho animales recluídos en condiciones deplorables en su consultorio.
“Era una persona que se decía veterinario, pero formaba parte de la Asociación Canófila Mexicana como asistente de uno de los jueces de concursos de belleza de perros. Tuvimos que conseguir una orden de cateo; él tenía ocho animales de raza en su consultorio en condiciones de anemia. Cuando ejecutamos la orden, tristemente sólo encontramos a dos perros, porque él ya había desaparecido a los otros seis”.
Norma añade que en este caso, la pesadilla no terminó porque el proceso judicial por maltrato animal continúa.
La activista también afirma en entrevista para Reporte Índigo que la situación de los animales ha mejorado mucho en la capital; no obstante, hay casos complejos a los que Mundo Patitas da prioridad.
“No cualquiera puede entrar a una casa, con una persona violenta, a tratar de invitarlo a no violar sus derechos, ni humanos ni legales; tratar de llegar, sin ser autoridad, intentando que done al animal y convencerlo de que, si no lo hace, se puede enfrentar a un proceso legal. A eso nos abocamos”, detalla.
Misión para mundo patitas: un nuevo hogar
Después de rescatarlos viene otro proceso: devolverles la confianza a través del cariño.
Norma Huerta y su equipo de voluntarios lleva a los animales maltratados al veterinario. Después de que son atendidos y se recuperan, son llevados al refugio de la asociación, ubicado en Huehuetoca, Estado de México.
Ahí una persona se encarga de atender a los aproximadamente 60 perros que se están rehabilitando, tanto de ánimo como de salud.
En tanto, Norma asiste una o dos veces a la semana para supervisar el proceso de recuperación de los animales. Y todos los domingos, se encarga de llevar a los que están listos para adopción al Parque México en la Colonia Condesa, para que puedan ser vistos por los visitantes.
“Soy pionera de poner stand en los espacios públicos. El Parque México es un lugar donde realmente me sentí muy bien; aquí me quedé desde hace 12 años. En la semana luego me quiero mudar de planeta, me decepciona la humanidad y aquí me recargo de energía”, declara.
En ese mismo espacio, la organización también recibe donativos económicos o de especie; también vende productos para mascotas y ocasionalmente llegan voluntarios.
El pasado 8 de diciembre, los Boy Scouts llegaron a ayudar a Mundo Patitas, y Norma Huerta acepta que ese tipo de apoyo le hacen recuperar la fe y el aliento.
“Cuando llegan y me preguntan ‘¿cómo les ayudo?’, como que me devuelven la esperanza y me reconcilian un poco. He perdido un poco de fe en los niños, porque me ha tocado ver historias terribles de ellos y los animales”, señala.
No obstante, afirma que seguirá su labor como activista en pro de los animales con el objetivo de que mantengan una vida libre del maltrato, y para que las autoridades sean más activas ante una sociedad que cada vez es más consciente de la problemática.