Como nunca antes en la historia de México, en el 2018 la Iglesia católica marcará el paso de la agenda de los candidatos a la Presidencia de la República.
Bernardo Barranco, experto en el estudio de las religiones, es enfático: los candidatos ajustarán su agenda a la moral conservadora de la Iglesia para evitar ser castigados por el “voto católico”, como le ocurrió al PRI en el 2016.
En mayo de ese año, el presidente Enrique Peña Nieto presentó una iniciativa para legalizar el matrimonio igualitario en todo el país.
Tres semanas después, en las elecciones del 5 de junio, el PRI tuvo una derrota histórica y perdió el gobierno de varios estados. Todo indicaba que el voto católico había sido de castigo para un gobierno –y su partido- que presentó una agenda progresista.
“La clase política entró en pavor (…) Los académicos estamos en duda de si hay o no voto católico, pero los políticos no se arriesgan (…). Lo cual es perjudicial porque no vamos a tener agendas progresistas en el ámbito moral”, consideró Barranco en entrevista.
En un alejamiento a la idea del Estado laico, los políticos de hoy prefieren adaptar su discurso a la postura conservadora de la Iglesia católica, como ocurrió en el Estado de México, donde el candidato del PRI se pronunció abiertamente en contra del matrimonio igualitario y a favor de la defensa de la vida desde la concepción, dos temas torales para la Iglesia.
“Los políticos se han alejado de los principios de laicidad. Asumen la agenda moral de la Iglesia como propia, ¿por qué? Una razón es la legitimidad de esa moral conservadora. Pero otra es el temor a que exista un voto católico, ya sea que los favorezca o que los perjudique. Y a la Iglesia le encanta chantajear con ese factor”, destacó Barranco.
Es conocida la influencia que quiere tener la Iglesia católica mexicana en las definiciones políticas y de gobierno de México. Las elecciones del año siguiente no serán la excepción.
Ya hay un antecedente en el año 2000, con Fox, rememora Barranco. En las iglesias, los párrocos decían en las homilías: “Les recuerdo, amados míos, antes de que se vayan a sus casas y antes que terminemos nuestra ceremonia eucarística, que hoy hay elecciones”, y hacían el signo típico de Fox.
Por ello, para los políticos que sean candidatos a la Presidencia de la República será vital hacerse del apoyo de la Iglesia, pues les garantiza el apoyo de una institución con amplia presencia e influencia en cada rincón del país.
“Todos se están apuntando a ser candidatos de la Iglesia. Margarita Zavala o el mismo (Ricardo) Anaya tienen raíces, son cercanos al Yunque todos ellos. El mismo Andrés Manuel López Obrador es gran amigo del Cardenal. Y Andrés Manuel es muy enigmático porque a veces tiene deslices católicos, a veces tiene deslices evangélicos, luego va y entrega cartas al Papa, y luego tiene deslices laicos, como es juarista y tiene fotografías de Juárez por todos lados; es mimético”, dijo.
El cabildeo de los candidatos para ganarse ese apoyo puede incluir desde la adopción de la agenda conservadora, la promesa de dinero para mejorar la infraestructura de la Iglesia o la garantía de impunidad.
Lo más grave, sin embargo, es la influencia que la Iglesia conservadora ganará no solo en el discurso de los políticos, sino en el plan de gobierno de quien gane. Por ello, advirtió el experto, la sociedad debe estar alerta y no permitir ningún tipo de injerencia de ninguna Iglesia en política electoral.
“Como sociedad tenemos que ser muy estrictos. Hay un principio de separación (Iglesia-Estado) que no solamente es católico. Hoy los evangélicos están cada vez más politizados, tienen un instrumento que es (el Partido) Encuentro Social, y estamos asistiendo a un resquebrajamiento de esos principios que nos habían caracterizado.
“Tenemos que estar muy atentos y muy críticos. La Iglesia no debe meterse en política electoral”, sentenció Barranco.
Norberto, ‘el pastor del poder’
Soberbia. Vanidad. Codicia. Encubrimiento. Impunidad. Para Bernardo Barranco, la lista de pecados de la cúpula de la Iglesia católica encierra fallas que han pegado directamente al corazón de una sociedad que se aleja cada vez más de esa institución.
La viva encarnación de ese fenómeno es Norberto Rivera Carrera, arzobispo primado de México, quien rige la Arquidiócesis más poderosa del país –con sede en la Ciudad de México- y para quien Barranco ha dedicado su más reciente libro: “Norberto Rivera, El pastor del poder” (Grijalbo, 2017), una serie de ensayos de varios autores que desmenuzan la personalidad, el trabajo y el legado que dejará una de las máximas figuras de la cúpula eclesial mexicana.
Uno de los grandes pecados por el que será recordado Norberto Rivera es haber encubierto a sacerdotes pederastas y permitir que tanto ellos, como él mismo, sean un ejemplo de impunidad.
“Norberto Rivera ha sido uno de los grandes actores impunes en este país. Porque apoyó a Nicolás Aguilar, un horrendo sacerdote que abusó en Tehuacán, en Los Ángeles, en la Ciudad de México, de niños (…) A Marcial Maciel (…) un tipo totalmente torcido, protegido hasta el último nivel por Norberto Rivera. Y ahora surgen 15 casos de sacerdotes que ha denunciado Alberto Athié. Y ¿dónde está el cardenal? Sigue siendo intocable”, acusó Barranco.
Otros de sus pecados son la vanidad y la codicia. Detalles que, a juicio del analista, pintan de cuerpo entero a Norberto Rivera, son el hecho de que se pinta el cabello, tiene gustos refinados y prefiere rodearse de personajes de la cúpula empresarial y política del país.
Para Barranco, el legado que Norberto Rivera dejará en el país tras 22 años como arzobispo primado de México, será una Iglesia católica con fuertes vínculos con el poder político y económico; y una institución rica y opaca.