Aún no llegaba Ivonne Álvarez a registrarse como precandidata del PRI a la gubernatura y algunos acarreados, cansados de esperar bajo la lluvia y el frío, prefirieron desertar.
“Llegamos desde muy temprano”, dijo uno de ellos. Su compañero lo apoyó diciendo que podrían retirarse: “que al cabo que ya tomaron lista, yo tampoco me voy a esperar a que llegue la candidata”.
El cierre de las calles aledañas al edificio del PRI estatal, en el centro de Monterrey, poco antes de la medianoche del martes, fue el aviso de lo que sería el regreso de las viejas prácticas del “partidazo”.
Poco después de las 9 de la mañana del miércoles, arribó el primer camión que trasladaba a los acarreados al evento. Descendieron poco más de 40 hombres y mujeres de todas las edades.
Conforme los simpatizantes priistas llegaban procedentes de todos los municipios, militantes al servicio del Revolucionario Institucional los acomodaban sobre la calle Arteaga, tras las vallas que rodeaban el edificio.
La arteria permanecía cerrada a la circulación, hasta su cruce con la calle Villagrán.
Camiones y taxis saturados de simpatizantes llegaban en hilera, previo a la llegada de la “princesa”, como le apodaron los comerciantes de los negocios afectados por el evento.
El operativo vial corrió a cargo de los oficiales de Tránsito de Monterrey, que trataban de dar fluidez a la avenida Pino Suárez, de Arteaga hasta Madero, y de Rayón a Villagrán, y de apaciguar a los automovilistas inconformes.
Al arribo de decenas de elementos de Fuerza Civil, éstos se apresuraron a resguardar cada entrada del lugar, dando paso sólo a quienes previamente fueron acreditados para el evento.
La operación de seguridad de los elementos estatales no sólo incluía impedir el acceso a personas sin invitación y formar una valla para el paso de funcionarios, militantes, la precandidata y su familia.
También incluyó un dispositivo de vigilancia extrema, como si previeran un ataque directo por amenaza, cuando se postraron francotiradores en las azoteas de los edificios contiguos, con sus armas dirigidas a la calle.
Entre batucada y sofocados
Mientras tanto el salón polivalente ya albergaba a funcionarios de todos los niveles, militantes y familiares de la priista.
En el lugar no cabía nadie más. Los que estaban afuera querían entrar, ser parte de ese momento en el que por primera vez, una mujer se postula para gobernar Nuevo León.
Pero quienes estaban en el interior, se lamentaban, deseaban haberse quedado a la intemperie, gozando de los 5 grados centígrados y no padecer la sofocación que provocaban tantas personas aglutinadas.
Fue casi una hora tarde que la precandidata arribó acompañada de su esposo Mario Martínez, su hijo Patricio, sus padres y hermanos.
Una vez registrada y aceptada su precandidatura, Álvarez salió a la calle y al ritmo de batucada subió al templete preparado para la celebración.
Arropada por 9 de los once precandidatos, los presidentes de su partido, dirigentes de las centrales obreras, diputados y senadores de diversos estados, Ivonne lanzó a los presentes un discurso de unidad.
Al presidente nacional, César Camacho Quiroz, le ofreció una campaña sin guerra sucia ni golpeteo.
“Nosotros no nos vamos a distraer en eso, presidente, nosotros con unidad, con trabajo, con esfuerzo y con esa lucha constante, y nada nos va a vencer.
“La muestra es ésta y el camino correcto que sabemos los priistas para salir adelante, es la unidad, es en equipo, es la suma de voluntades, es estar juntos en un solo proyecto, que es Nuevo León”.