Nuevo censo indigente
Contabilizar a los adultos y niños que viven en la calle de la Ciudad de México es uno de los proyectos que plantea la institución de asistencia privada Ednica a la Secretaría de Desarrollo Social (Sedeso) capitalina para este 2017.
El conteo de personas que viven en la calle busca actualizar el ejercicio que se hizo en el 2015 por el Gobierno del entonces Distrito Federal, a fin de potenciar los contenidos del Programa de Derechos Humanos y del protocolo Interinstitucional de Atención Integral a Personas en Riesgo de Vivir en Calle e Integrantes de las Poblaciones Callejeras.
Icela Lagunas
Contabilizar a los adultos y niños que viven en la calle de la Ciudad de México es uno de los proyectos que plantea la institución de asistencia privada Ednica a la Secretaría de Desarrollo Social (Sedeso) capitalina para este 2017.
El conteo de personas que viven en la calle busca actualizar el ejercicio que se hizo en el 2015 por el Gobierno del entonces Distrito Federal, a fin de potenciar los contenidos del Programa de Derechos Humanos y del protocolo Interinstitucional de Atención Integral a Personas en Riesgo de Vivir en Calle e Integrantes de las Poblaciones Callejeras.
Dónde están, cuántos son y qué necesidades tienen cada uno de los llamados indigentes de la capital, es uno de los retos que plantea este grupo de asistencia privada que desde hace muchos años es uno de los principales testigos de lo que se hace y se deja de hacer a favor de las personas en situación de calle.
“En 2015 se hizo un ejercicio para contabilizar a las personas que viven en los espacios públicos de la Ciudad de México; este esfuerzo fue coordinado por el gobierno local y contó con la participación de organizaciones de sociedad civil.
“Es tiempo de realizar nuevamente este ejercicio. Será la base para contar con una mejor estructura presupuestal, planear de mejor forma la instrumentación de la política pública y medir los resultados e impactos de la misma”, propone Édnica a la Sedeso, que se encarga de atender a este sector de la población.
“En el 2017, podríamos decir que nuestra ciudad es otra, que en nuestra perspectiva se trata de una comunidad más robusta en lo político y con mayores recursos metodológicos para instrumentar política pública de derechos humanos para quienes habitan en las calles de la Ciudad de México”, puntualiza la institución privada que trabaja con niños y jóvenes en situación de calle.
De ese último conteo, las autoridades capitalinas reportaron que son poco más de 4 mil personas, adultas y niños, los que deambulan en aproximadamente 260 puntos de las calles de la Ciudad de México: bajo puentes, edificios abandonados y plazas públicas donde piden apoyo a los transeúntes para comer.
El personal del Instituto de Asistencia e Integración Social (IASIS) es el área de la Sedeso responsable del conteo de 2015, en cuyo ejercicio detectaron estos 260 puntos de pernocta o concentración de grupos de entre 10 y hasta 30 personas.
En esos puntos es fácil detectar hasta recién nacidos, pues en algunos casos las parejas jóvenes se reproducen y mantienen a sus bebés en la calle viviendo con el grupo.
Pero también hay casos de ancianos que al desintegrarse sus núcleos familiares se hacen parte de estos grupos callejeros en la ciudad.
Aunque son 4 mil las personas que viven en la calle, la Sedeso monitorea a más de mil indigentes que responden a esta dinámica de desplazarse a diferentes puntos en las delegaciones, de acuerdo a los factores del clima o trabajo.
De acuerdo con información que se obtuvo de esta población que es monitoreada, más de la mitad de ellos dejó sus hogares por diversos problemas que los expulsan de su núcleo familiar y que a decir de ellos no pudieron resolver en familia: maltrato físico, falta de dinero para comer y adicciones.
Entre ayuda y desprecio
Trabajar y ayudar a los indigentes o personas en situación de calle no es tarea sencilla para las autoridades.
Por un lado, hay sectores de la sociedad que los acusan de ocasionar basura, molestia, malos olores y de protagonizar episodios de promiscuidad en plena vía pública.
Por otro, existen grupos que trabajan en busca de lograr su reinserción a sus hogares o trabajos.
De ahí que las asociaciones civiles como El Caracol Ednica y Alianza Mexicana de Poblaciones Callejeras son testigo de lo que ocurre con estos grupos incómodos o invisibles en la ciudad.
Dichos grupos son los responsables de documentar ante la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México algunas detenciones arbitrarias por parte de los policías preventivos, o retiros por la fuerza ejecutados por las autoridades delegacionales.
Los invisibles
Para conocer sus necesidades, la Sedeso monitorea a una fracción de la población que vive en la calle:
>> 4,000
Personas viven en las calles de la Ciudad de México, de acuerdo al censo del 2015
>> 10
Personas o hasta 30 integran estos grupos de concentración
>> 260
Puntos identificados de pernocta o concentración de estas personas
>> 1,000
Indigentes monitoreados por el Instituto de Asistencia e Integración Social (IASIS) de la Sedeso
Mecanismos a su favor
El Protocolo que laboró la Sedeso con el consenso de la Comisión local de Derechos Humanos y grupos de expertos se compone fundamentalmente de diez apartados que describen los mecanismos de atención y coordinación entre los entes responsables y corresponsables de prevenir y, en su caso, intervenir con respecto al fenómeno que representa la vida en calle.
La fase de Prevención se encuentra dirigida a las personas en riesgo de vivir en calle, brindándoles servicios sociales a través del Centro de Acción Preventiva (CAP) encaminados a detectar aquellos factores de riesgos que puedan derivar en la vinculación de la persona hacia la calle.
Por lo que respecta a la fase de Intervención, esta se encuentra orientada exclusivamente en la atención de personas integrantes de las poblaciones callejeras.
A ellos se les ofrece servicios sociales en dos modalidades, tanto en puntos de socialización o en espacios físicos como los Centros de Atención y Asistencia Social, y el Centro de Servicios Sociales (CSS) con la finalidad de invitar a estas personas a un proceso de integración social. Por último, la fase denominada Proceso de Integración Social es dirigida a la atención de personas en condición de integración social.