Sin importar el frío de diciembre, decenas de niños del Hospital Shriners de México se alistan desde muy temprano para convivir con él.
En este Hospital, ubicado al sur de la Ciudad de México, los síntomas posteriores a una operación o de rehabilitación se olvidan por unos momentos; en este espacio la magia navideña se apodera del ambiente y todo lo convierte en felicidad.
El rostro de estos infantes, que acuden a este lugar para recibir tratamiento ortopédico o por secuelas de quemaduras, se pinta con una sonrisa al ver al visitante del Polo Norte recorrer los largos pasillos de este lugar. Con su característico “¡ho, ho, ho!” el viejo de barba blanca hace su aparición, los saluda, los carga y posa junto a ellos para la lente.
Acompañado de cinco payasos y sus inseparables duendes, Santa Claus llega al patio del Hospital en un escenario provisional donde toma asiento ante miradas ilusionadas.
“¿Se portaron bien?”, pregunta Boris, un payaso que va en la comitiva navideña. “¡Yo, yo!”, responden con entusiasmo los niños con las manos levantadas.
‘Recibimos mucho más’
Los Shriners son una fraternidad internacional filantrópica que a través de sus donativos mantienen una red de 22 hospitales en el mundo enfocados en atender a la infancia.
Sus primeros pasos para ayudar a los niños en el país se remiten a 1945, cuando el Hospital Infantil de México cedió algunas camas para que esta organización pudiera iniciar su trabajo médico.
Debido a que el número de pacientes fue en aumento, la fraternidad decidió construir una casa de convalecencia. Para 1961 y ya con 60 camas, los médicos de Shriners realizaron sus primeras operaciones.
Los servicios que ofrece el hospital son otorgados de forma gratuita, debido a que muchas de las familias que acuden son de bajos recursos.
En entrevista con Reporte Índigo, Adrián Aguayo Macías, quien es shriner y también se desempeña como secretario de la Junta de Gobierno del hospital, narra las satisfacciones de ser un proveedor de recursos para una buena causa.
Para Mariano González, administrador del hospital, el reparto de los recursos provenientes de donaciones implica uno de los más grandes desafíos para la institución año con año, debido al alto número de pacientes que se atienden.
“Ese es el reto de nosotros: cómo ser buenos administradores de los recursos. La atención del hospital es totalmente gratuita, independientemente de las capacidades para pagar de las personas”, menciona.
González agrega que la labor que realiza en esta institución es una actividad que lo ha marcado desde su llegada por el gusto de mejorar la calidad de vida de muchos niños en la práctica de cirugías, la realización de prótesis para que recuperen la movilidad de alguna extremidad o mitigar las consecuencias de quemaduras.
“Esta ha sido una experiencia que ha cambiado no solamente mi vida sino la de mi familia, así como también le cambia la vida a quienes ponen la confianza en nosotros”, añade el administrador.
Al interior del hospital, los Shriners se distinguen por portar un fez morístico, una especie de birrete color guinda con letras doradas. Ellos portan con orgullo esta insignia que, entre otros significados, indica que forman parte de la fraternidad.
Shriners Un hospital que lo da todo
Las risas en el hospital no se detienen motivadas por el show de los payasos. A unos minutos de que concluya este número, Santa Claus se prepara para repartir los esperados regalos.
Entre el público, se encuentra Floralia Estrada Bernal, deportista paralímpica mexicana, medallista de oro en 54 certámenes. Considerada la cuarta mejor del mundo en disciplinas de lanzamiento de bala y de disco.
La atleta, quien se prepara para competir en los juegos paralímpicos de Tokio 2020, recuerda cómo después de haber sufrido un accidente a los 6 años, el Hospital Shriners fue escencial para su recuperación y que se convirtiera en lo que hoy es: una destacada representante del deporte mexicano a nivel internacional.
“A los 6 años no pensé que sería la persona que soy y me siento orgullosa. El Hospital Shriners es algo muy bueno, siempre lo he presumido porque es un instituto que te da todo. Más que brindarte una prótesis u operarte, te da la calidez de médicos y enfermeras que parecen parte de tu familia”, expresa.
Entre aplausos, Floralia es homenajeada por los niños del Shriners. Es presentada como un gran ejemplo para todos.
Después de algunos minutos, el momento llega, Papá Noel reparte por igual muñecas, juegos de mesa y libros para colorear. El frío ya no se siente más, ahora el sol de mediodía se mezcla con el cariño de enfermeros, padres de familia y los Shriners que tienen un solo motivo por estar en este lugar: ver sonreír a los niños.
Christopher Hernández Luna, miembro de la fraternidad shriner, asegura que es una gran responsabilidad la labor que desempeñan por ser considerada una de las filantropías más grandes del mundo.
Agrega que para esta red de ayuda el fruto más grande es ver los resultados en la mejoría de los pacientes. A pesar de que aún existen miles de niños en el país que no reciben la adecuada atención médica, mantiene la esperanza de que en este hospital seguirán apoyando a la mayor cantidad de niños posible.
“Cualquier trabajo tiene un salario y el nuestro es su sonrisa. Ver que un niño que no podía caminar ahora corre”