Se fue sin su mayor anhelo: el Premio Nobel de Literatura. El escritor mexicano, nacido en Panamá y educado en América y en Europa, de voz grave y pausada, siempre mantuvo el garbo y la elegancia de un joven dandy inglés.
A sus 83 años, era un renacentista quien donde iba recibía trato de jefe de Estado.
La noticia de su muerte, trending topic mundial, corrió como pólvora ayer martes en las redes sociales.
La Presidenta del CONACULTA @CSaizar envió un abrazo a su viuda, la periodista Silvia Lemus. “Carlos Fuentes ha muerto en su México. Su ausencia sacude a la Patria de la ñ. Gracias por sus letras y su pensamiento. Adiós, Maestro!”
Era cierto. El octogenario autor de “Aura” había fallecido la tarde del martes 15 de mayo en el Hospital Ángeles del Pedregal El autor será velado hoy al mediodía en el Palacio de Bellas Artes.
Acababa de terminar su novela “Federico en su Balcón”, y estaba a punto de empezar “El Baile del Centenario” el lunes pasado. Nunca dejó de trabajar.
Siempre mantuvo una disciplina férrea. En el Viejo Continente y en éste. Vivía entre la Ciudad de México y Londres. Allá, antes de ir al teatro, se levantaba a escribir todos los días a las siete u ocho de la mañana. Acá, en su ciudad, hacía más vida social.
Su pasión fue la literatura y escribir, decía, lo mantuvo joven. Pero Carlos Fuentes fue mucho más que un escritor. Fue diplomático, historiador, cantante, amante de la música, de la buena comida y del baile.
Mexicano universal, hablaba inglés y francés a la perfección. Agudo crítico de la política internacional, condenó con igual intensidad a George Bush y al régimen de los Castro.
Su primera aria en público
Fue a capela cuando le entregó la estafeta de la Generación del Boom a Jorge Volpi y Xavier Velasco, de la Generación del Crack, en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara en 2004. Ocurrió así:
Fuentes, entonces con 76 años, seleccionó a sus hijos literarios, conocidos como la generación del boomerang, y les pasó la estafeta de la generación del boom.
Fue su primera aria en público. Aunque en palabras de uno de sus editores, “cantar es una de las cosas que mejor hace”. La idea fue de Jorge Volpi, quien se lo sugirió luego de escuchar a Xavier Velasco “rapear” durante el diálogo intergeneracional boom-boomerang en uno de los muchos foros de la feria.
“Después de escuchar el rapeo de Xavier, Fuentes me preguntó: ¿Y ahora qué hago? Cántate un aria, le dije, y lo hizo”, contó Volpi en su momento.
Escogió a los autores que participaron en el foro y los sentó a su gusto y antojo. Volpi, Ignacio Padilla y Pedro Angel Palou, del Crack, a su derecha; Cristina Rivera-Garza y Xavier Velasco a su izquierda. Al primer grupo lo calificó de “archipiélago” y al segundo, de “islas”.
Todos confesaron deberle algo. Y es que fue Maestro de muchos y amigo de pocos.
Escritor por sus abuelas
Sus dos abuelas fueron las responsables de su pasión por la escritura, confesó en una ocasión. Con ellas, en Sinaloa y Veracruz, pasaba sus veranos de infancia, cuando su padre era consejero de la Embajada de México en Estados Unidos.
“Creo que me convertí en escritor por esas historias—todas aquellas historias que no conocía sobre México, sobre mi propia tierra. Fueron el almacén de todo esos grandes relatos de migrantes, revoluciones, asaltos de carreteras, bandidos, amoríos, formas de vestir, de comer—ellas tenían todo este almacén del pasado en sus mentes y en sus corazones. Todo eso fue fascinante para mí, y mi relación con mis dos abuelas, quienes son realmente las autoras de todos mis libros”.
En una de sus últimas entrevistas periodísticas hace pocos días, tras volver de Argentina, dijo que “cuando se llega a cierta edad, o se es joven o se lo lleva a uno la chingada”.
Aunque poco se le notaba, nunca se recuperó del fallecimiento de sus dos hijos jóvenes.
Hay quienes dicen que la edad no importa. En el caso de Fuentes, sí y no. Nunca pareció un octogenario pero siempre cargaba con la sabiduría de un anciano.
Autor de más de 30 obras entre las que destacan:
Los días enmascarados (1954). Volumen de cuentos que recibe buena acogida por el público y los críticos.
La región más transparente (1958). Comparte la intimidad de la identidad mexicana y describe los temores en todos los ámbitos, incluso la lucha interna de cada mexicano.
Las buenas conciencias (1959). Novela que expresa la contradicción profunda entre un estilo de la conciencia cristiana y la adecuación a las relaciones humanas.
La muerte de Artemio Cruz (1962). Es una visión panorámica de la historia de México que el autor describe en doce periodos de la vida de Artemio.
Aura (1962). Novela corta considerada como una de las más importantes, en 2001, el secretario del Trabajo, Carlos Abascal censuró el texto al que calificó como obsceno.
Cantar de ciego (1966). Siete cuentos donde los personajes encuentran situaciones insólitas que incluyen incesto, encuentros sobrenaturales y amores secretos.
Cambio de piel (1967). Obra prohibida por la censura franquista.
Terra Nostra (1975). Novela que escribió en seis años y con la que se dio a conocer en el mundo.
Orquídeas a la luz de la luna (1982). Obra de teatro que estrena en Harvard y critica la política exterior de Estados Unidos.
Gringo viejo (1984). Historia basada en un hecho real, donde un periodista estadounidense abandona todo para a cruzar la frontera mexicana y unirse a las tropas de Pancho Villa.
Contra George Bush (2004). Esta obra reúne reflexiones sobre la crisis política estadounidense y global provocada por la administración del ex presidente y su círculo más próximo.