Sin balas, no hay armas

Hace unos días, el cinismo de “El Molca”, presunto fundador de la organización criminal La Resistencia, sorprendió más que su captura.

Posó riéndose ante los medios de comunicación y no tardó en presumir su "cuerno de chivo", un fusil de alto poder tipo AK-47 bañado en oro. Un regalo de su compadre "El Lobo Valencia", presumió Ramiro Pozos González.

Hace unos días, el cinismo de “El Molca”, presunto fundador de la organización criminal La Resistencia, sorprendió más que su captura.

Posó riéndose ante los medios de comunicación y no tardó en presumir su “cuerno de chivo”, un fusil de alto poder tipo AK-47 bañado en oro. Un regalo de su compadre “El Lobo Valencia”, presumió Ramiro Pozos González.

El caso de “El Molca” es la prueba más reciente de que los capos de la droga y los mafiosos suelen escoger su arma favorita; la que siempre llevan consigo, e incluso personalizan a su gusto. Del tipo o calibre que sea, les basta para toda una vida.

El difunto narcotraficante colombiano, Pablo Escobar, portó hasta el día de su muerte una “Sighauer” de la policía alemana, bañada en plata.

La costumbre del emblemático capo colombiano fue heredada por los mexicanos. No solo la de hacerlas más lujosas, sino de importarlas.

Todo posible gracias  al tráfico de armas. Un tema inseparable de la actual guerra contra el narcotráfico en México.

La discusión con Estados Unidos, los discursos de Calderón, y la percepción general están enfocados en las armas.

Pero un arma sin cartucho no es nada, aunque esté bañada de oro o diamantes.

Y una bala, una bala dura un instante. Su poder se vuelve nada cuando, tras el disparo, se convierte en casquillo. 

Es por esto que el tráfico de municiones representan también un grave problema, o incluso uno peor.

Hace un par de días The Wall Street Journal publicó un artículo llamado “Bullets Follow Guns to Mexico”, donde se argumenta que el flujo de municiones en la frontera está demostrando ser más dificil de detener que el de armas.

La razón más simple, expone, es porque los cartuchos son más fáciles de comprar y de esconder.

El gobierno mexicano ha solicitado en innumerables ocasiones a la administración de Obama que aumente el control de armas, para frenar el tráfico hacia México.

Sin embargo, el diario estadounidense explica que las leyes federales y estatales requieren relativamente de poco rastreo a las personas que adquieren municiones, por lo que es más difícil capturarlos. Incluso en la mayoría de los estados no hay límite en la cantidad de cartuchos que se pueden comprar.

Agrega que este tipo de casos adquieren poca publicidad, en comparación a otros sucesos como el de “Rápido y Furioso”, por las armas que terminan en manos de criminales en México.

En agosto, menciona Ana Campoy en su artículo, un hombre fue arrestado en Nuevo Mexico porque se le encontraron 65 mil cartuchos. El acusado confesó que desde finales de 2011 había comprado y mandado a México  un total de 200 mil.

Según cifras oficiales, entre diciembre de 2006 y agosto de 2011 se decomisaron cerca de 120 mil armas en México. En el mismo periodo, se han icautado 12 millones de cartuchos que las hacen “funcionar”. 

Los datos anteriores dejan al aire la pregunta ¿Cuál solución será más eficaz para inhabilitar a los delincuentes: frenar la venta de armas o el flujo de municiones?

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