Tan lejos de Dios, tan cerca de Maciel
Los Legionarios de Cristo están cada vez más lejos de Dios y más cerca de Marcial Maciel.
El padre fundador de la Legión de Cristo tenía una moral para la feligresía en las altas élites y otra debajo de la sotana.
Llevaba una doble vida, pues se le relacionó con al menos tres mujeres con quien tuvo hijos, tenía adicción a las drogas y abusó sexualmente de niños. Así lo relata Raúl Olmos, periodista especializado en corrupción, en “El Imperio Financiero de Los Legionarios de Cristo” (Grijalbo, 2015).
Julio Ramírezhttps://www.youtube.com/watch?v=cRSn8YTZt3o
Los Legionarios de Cristo están cada vez más lejos de Dios y más cerca de Marcial Maciel.
El padre fundador de la Legión de Cristo tenía una moral para la feligresía en las altas élites y otra debajo de la sotana.
Llevaba una doble vida, pues se le relacionó con al menos tres mujeres con quien tuvo hijos, tenía adicción a las drogas y abusó sexualmente de niños. Así lo relata Raúl Olmos, periodista especializado en corrupción, en “El Imperio Financiero de Los Legionarios de Cristo” (Grijalbo, 2015).
El libro explica cómo la congregación llegó a hacerse de una fortuna de miles y miles de millones de dólares en diferentes países del mundo.
En una investigación de dos años, olmos encontró 500 empresas e inversiones en paraísos fiscales o sitios propicios para el lavado de dinero, prácticas muy cuestionables para un un grupo de religiosos dedicados a la fe y a servir a los pobres.
“(Los Legionarios) tienen un Centro para la Ética de los Negocios en Roma, donde ellos imponen restricciones para inversiones vinculadas o alejadas de la fe católica, como invertir en armas, en anticonceptivos y pornografía, y, sin embargo, lo que expone el libro, es que varios de los fondos que ellos administran los invierten en eso que ellos condenan: armas, anticonceptivos, en empresas vinculadas con el juego y con el alcohol y con la pornografía.
“Es una práctica recurrente el uso de empresas fachada. Yo contabilicé por lo menos 500 empresas de la congregación y muchas de ellas fachada, porque no tienen instalaciones. Yo fui a los domicilios donde reportaban y no había ni un trabajador”, afirma Olmos en entrevista para Reporte Indigo.
En el libro explica que en un humilde domicilio en el Distrito Federal, donde hay una tienda de ropa, la Legión de Cristo tiene registradas más de 50 empresas.
“Me tardé casi dos años en completar la investigación y fue algo complejo, pero muy enriquecedor, maravilloso, porque fue ir descubriendo que en varios países hay información que es pública y que los mexicanos, desde lejos, lo vemos así como imposible.
“En los registros públicos de Estados Unidos se puede consultar todo, con mucha paciencia, con mucho tesón, pero es una veta para el periodismo de investigación”, considera el escritor.
Todo este enramado de corrupción escondida en paraísos fiscales conforman la capacidad financiera, que en fachada son colegios en diferentes partes del mundo y empresas que reciben donativos de millonarios amigos de la Legión de Cristo, que muchas veces son convencidos para que generen aportaciones e incluso para que cedan sus herencias a la congregación.
“El operador de todo esto fue Marcial Maciel, quien tenía un encanto peculiar, decían que tenía un halo, él hacía ver, como un halo de santidad, con su discurso de referencias bíblicas y religiosas, muchos lo veían como un santo en vida y entonces eso hacía que conquistara a las viudas, a las mujeres solas, a la gente muy muy católica y sobre todo la estrategia que utilizó y que siguió desde un inicio fue acercarse a los grupos del poder económico y era ahí donde él abiertamente confesaba que era su labor evangelizadora.
“Decía él que alguien tenía que evangelizar a los ricos y esa labor la asumió la Legión de Cristo.
“Y para ir ad hoc con este estilo de vida ellos fueron construyendo un imperio económico que si fuera una empresa competiría fácilmente con cualquiera de las grandes corporaciones de México”, asegura el reportero Raúl Olmos.
Es hora de prender la luz
Los Legionarios de Cristo podrían mejorar su reputación si abrieran las cuentas a los miembros de la congregación, considera el autor de “El Imperio Financiero de Los Legionarios de Cristo”.
“Lo que yo planteo es que es tiempo de saber y de abrir y de prender las luces, porque ahí podría estar oculto algún seguidor de Maciel agazapado en la oscuridad. Prender las luces significa abrirse, ser transparentes en la Legión de Cristo, informar desde los niveles más pequeños, que son las escuelas, cómo se generan los recursos y en qué se utilizan”, afirma el periodista Raúl Olmos.
“Queda bastante de Maciel. Yo lo que planteo es que los discípulos son los que tomaron las riendas de esta estructura y ellos han seguido, a pesar de que se han deslindado de Maciel, a pesar de que han renegado, a pesar de que incluso borraron su nombre, su ejemplo y sus enseñanzas siguen vigentes. En el aspecto empresarial, en la forma de estructurar su red de negocios, la siguen operando los discípulos de Maciel y en lo general no ha cambiado nada”.
El autor considera que los cambios en la congregación, a partir de la intervención del Vaticano, son más de forma que de fondo.
“Cuando se dio la intervención del Vaticano, hace algunos años, los analistas creían que esto iba a cambiar, adentro incluso de la congregación existía la certeza de que iba a ocurrir una refundación de la congregación y que eso implicaba un cambio de nombre, un cambio de estructuras, un cambio de fondo, lo que ocurrió fue que tras la intervención lo único que hizo el Vaticano fue prohibir que mencionaran el nombre de Maciel.
“Porque todas sus enseñanzas en el ámbito de los negocios, en el ámbito de lucrar con la religión, sigue en la práctica ahora”, señala el periodista.
Olmos insiste en que gran parte de Los Legionarios de Cristo son gente limpia, que tienen alguna referencia de lo que pasó, pero que ya no tienen esa marca de haber crecido bajo la tutela de Marcial Maciel. No así los jerarcas, quienes crecieron con las enseñanzas de Maciel.
“El libro no es contra la religión, contra los Legionarios o los miembros del Regnum Christi que hacen una labor social en forma desinteresada y realmente creyendo que hacen un bien. La crítica del libro es contra los jerarcas que han hecho mal uso de esos recursos que se generan, que ocultan, que siguen este mismo esquema de Maciel, de ocultamiento, de enconcharse, de no informar, de solamente beneficiarse entre ellos mismos”, apunta.
Olmos ha sido crítico del Teletón y reconoce que sí ayuda a los niños discapacitados, pero también esconde unas ganancias muy por encima de las que reportan en la transmisión. Asegura que fue una forma muy inteligente cambiar la meta para este año y en lugar de que fuera una cifra ahora sean visitas a los centros de rehabilitación.
“Yo creo que fue una forma de lavarse la cara, de decir ‘vean que no nos interesa tanto el dinero, nos interesa la ayuda’ y fue una forma yo creo que muy inteligente de, masivamente en la televisión, mostrar que estaban invirtiendo bien los recursos”, reconoce.
“Desgraciadamente, no dijeron muchísimas cosas que la gente debería de saber, por ejemplo, que el altísimo monto de los donativos que reciben se van a sueldos de grandes ejecutivos. Hay ejecutivos que ganan más que los gobernadores de los estados, directores de los centros CRIT. Si hacen una labor altruista se entendería que tendrían que tener sueldos decorosos, pero sin llegar a esos niveles”.
El autor ha cuestionado que el programa caiga en el chantaje para que la gente aporte más dinero, cuando la suma recaudada se obtiene desde mucho antes de que arranque la transmisión. Sólo con la recaudación de 2013, se hubieran podido realizar más de 50 centros, de acuerdo con Raúl Olmos.
“Lo que yo cuestiono es ¿por qué engañan a la gente? Por qué cada año decían ‘ya vamos a llegar a la meta, un peso más’, y no era un peso más, eran cientos de millones de pesos más”, afirma el autor.
“Esto parecería como un chantaje sentimental o un juego con la televisión de conmover para que la gente soltara el dinero”.