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Un año sin Mireles

A un año del encarcelamiento de José Manuel Mireles, el jefe fundador de los grupos de autodefensa, Michoacán sigue en medio de la guerra. El cártel de Los Caballeros Templarios no ha desaparecido por completo y la resistencia civil armada mantiene bajo su control la seguridad de por lo menos 67 poblados del centro y sur del estado.

Para la Federación, los grupos de autodefensa en Michoacán dejaron de existir el 10 de mayo del 2014

A un año del encarcelamiento de José Manuel Mireles, el jefe fundador de los grupos de autodefensa, Michoacán sigue en medio de la guerra. El cártel de Los Caballeros Templarios no ha desaparecido por completo y la resistencia civil armada mantiene bajo su control la seguridad de por lo menos 67 poblados del centro y sur del estado.

Se estima que al momento existen al menos unos 4 mil 500 hombres que continúan armados en 13 municipios, haciendo la labor que el gobierno estatal y federal no hicieron por muchos años: desarticulando las células del crimen organizado que se niega a desaparecer aunque para la Federación estan formalmente extintas, desde la captura de Servando Gómez, “La Tuta”.

La mayoría de los fundadores del movimiento, tras breves acercamientos con la Federación y desconfiando siempre del gobierno estatal, han regresado a las armas. Otros intentan la vía política como alternativa de solución al conflicto que no se ha podido apagar con la política de negación oficial.

A los autodefensas que se han alejado del movimiento -como los hermanos Sierra Santana y Luis Antonio Torres- se les ha vinculado, tanto por la PGR y el Cisen, con células del cártel Jalisco Nueva Generación, al que se le atribuye el financiamiento de diversos grupos de autodefensas en el estado.

Para la Federación, los grupos de autodefensa en Michoacán dejaron de existir el 10 de mayo del 2014, cuando por decreto se constituyó la policía estatal Fuerza Rural. Sin embargo, las autodefensas siguen movilizándose.

Para el gobierno del sustituto Salvador Jara, el tema de la guerra entre civiles, aunque latente, es un asunto no solo superado, sino que no existe en la agenda del gobierno estatal. Reporte Índigo ha solicitado conocer oficialmente la postura oficial sobre el tema de las autodefensas y la persistencia del cártel de Los Templaros, pero no ha habido respuesta.

A un año de ser declarado proscrito, desde su celda, en el área de hospitalización del penal federal número 11 de Hermosillo, el doctor Mireles intenta sostener su lucha. Con las únicas armas que tiene a la mano –tinta y papel-, mantiene la comunicación con los jefes de la resistencia armada, a los que arenga a no desistir en la guerra que se ve interminable.

De acuerdo al abogado de Mireles, Javier Livas Cantú, la salud del fundador del movimiento civil armado de Michoacán es delicada. Las condiciones severas de reclusión a que ha sido sometido han hecho que su salud merme. Ha tenido que ser hospitalizado de manera permanente debido a crisis de hipertensión y diabetes. Actualmente se encuentra postrado en una silla de ruedas a causa de una lesión en la columna.

Nadie sabe la forma en que Mireles se lesionó algunas de las vértebras, pero el maltrato carcelario en el sistema penitenciario federal, en donde se aplican “tratamientos de conducta” fincados en la tortura física, no deja muchas opciones de suposición. Mireles ha dicho a los pocos que lo pueden visitar, que teme por su vida.

No recibe medicamentos suficientes para la atención de la hipertensión y diabetes. Los alimentos son insuficientes. Se le mantiene asilado del resto de la población carcelaria y se le han suspendido todas las actividades recreativas. Sale solo una hora cada ocho días a tomar sol al patio.

En reclamo de mejores condiciones de vida, el propio Mireles iniciará otra batalla: comienza una huelga de hambre para solicitar a las autoridades federales que lo trasladen a una cárcel estatal de Michoacán, en donde su condición sea solo la de un preso común, y no la de un reo al que el estado intenta eliminar a costa de lo que sea.

El anuncio de la huelga de hambre que inicia Mireles en el interior de la cárcel de Hermosillo fue hecho por Virginia Mireles, una de las pocas visitas que le permiten al jefe de las autodefensas.

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