Vivir sin Pemex
El gobierno se aferra a mantener con vida a la petrolera aunque eso implique dar menos recursos a otros rubros como salud o educación. Pero si la empresa no existiera, México atravesaría por graves problemas y no estaría posicionada dentro del sector energético a nivel mundial
Nayeli Meza y Viviana BranMéxico tiene una relación tóxica y dependiente con Pemex. Aunque las finanzas de la empresa se han convertido en un dolor de cabeza para el país, lo cierto es que sin ella no se hubiera logrado el desarrollo energético que hoy se tiene.
El lado menos romántico de esta relación es que la petrolera a cargo de Octavio Romero se ha convertido en una bolsa sin fondo, ya que cada año se le asignan recursos en un intento por rescatarla de una crisis que parece no tener fecha de caducidad.
Analistas del sector se preguntan si los esfuerzos por sacar del bache a la petrolera más endeudada del mundo aún valen la pena o es mejor dejarla morir.
La nostalgia de la Cuarta Transformación por mantener a flote a Pemex está en sus raíces: el discurso nacionalista que el expresidente Lázaro Cárdenas empleó para devolver el petróleo a los mexicanos.
En términos de deuda financiera total, la empresa reportó un quebranto de 2 billones 63 mil 943 millones de pesos, cifra 1.3 por ciento superior en contraste con el último trimestre de 2018 cuando se ubicó en 2 billones 37 mil 861 millones de pesos.
Al cierre del año pasado, la empresa reportó el nivel más bajo en su producción desde 1990 y las calificadoras parecen no darle tregua por los planes que el gobierno tiene para el futuro.
El último anuncio que se dio fue la firma del acuerdo con HSBC, JP Morgan y Mizuho para ampliar un fondo revolvente por 8 mil millones de dólares.
De manera específica el convenio consiste en un refinanciamiento de deuda por un monto de 2 mil 500 millones de dólares, además de la renovación de dos líneas de crédito hasta por 5 mil 500 millones de dólares.
A pesar de que los años de gloria del oro negro quedaron atrás por diversos factores relacionados con la caída en los precios del crudo y la producción, en algo coinciden los analistas: México no puede vivir sin Pemex.
La fe en este sector se mantiene firme, ya que muchos no se hacen a la idea de que uno de los principales productores de petróleo en el mundo atraviese por este tipo de crisis.
Si por alguna razón esta industria dejara de existir, el país perdería un ingreso anual de 35 mil millones de dólares y otras compañías extranjeras podrían tomar el control de la producción.
Luis Miguel Labardini, socio en Marcos y Asociados, Infraestructura y Energía, asegura que el gobierno debe implementar medidas que ayuden a recuperar la autonomía de la industria petrolera, sobre todo, porque este año la producción petrolera no será muy alentadora.
“Se debe dar importancia al servicio que se da a través de la perforación de pozos, de ductos y la fabricación de industriales, porque junto a Pemex representan más del 100 por ciento del producto interno del país. Si se pierde la atención en estas actividades se perdería 17 por ciento de los ingresos del Gobierno federal”.
Relación complicada
Pemex es la mayor apuesta del Gobierno federal. La misión del inquilino de Palacio Nacional es cambiar el rostro de la petrolera al disminuir su deuda e incrementar la producción del crudo.
Sin embargo, el mayor cuestionamiento que se la ha hecho es que se pretende lograr esto sin importar el costo que se deba pagar, incluso si eso significa comprometer el presupuesto de otros sectores como salud o educación durante el próximo año.
A finales de abril, Carlos Elizondo renunció como miembro del Consejo de Administración de Pemex argumentando que la visión que se tiene para la petrolera es contraria a la que se buscó durante años, ya que es muy complicado que se gane dinero con inversiones industriales si no se tienen mejores capacidades gerenciales.
Arturo Carranza, consultor energético de Mercury LLC, opina que los recursos que se están destinando a Pemex podrían utilizarse en problemas que son más urgentes, sin embargo, la lógica del gobierno es interesante porque quiere aumentar la producción petrolera para atender a otros pilares de la economía.
Aunque la intención puede ser buena, el mayor desafío al que se enfrentan las autoridades es que se requieren de muchos años para lograr el objetivo y dadas las condiciones actuales del gobierno y del país no es posible.
Recursos a manos llenas
La petrolera siempre ha estado al centro de las agendas presidenciales, pero en este sexenio hay un marcado interés.
Aunque el sector energético en México y el resto del mundo rema a contracorriente, para este año se prevé una producción de 1.7 millones de barriles diarios y una recuperación a 1.9 millones al cierre de 2020.
En el plan de rescate del sector energético también se contempla la rehabilitación de las seis refinerías que existen en el país y la construcción de una más en Dos Bocas, Tabasco, cuya inversión será de 160 mil millones de pesos.
Aunque la petrolera es uno de los pilares de la Cuarta Transformación, esta relación no ha sido bien vista por los ojos de muchos, comenzando por las calificadoras internacionales.
La primera que castigó a la petrolera fue Fitch Ratings al recortar la nota de los bonos emitidos por la empresa dirigida por Octavio Romero de “BBB+” a “BBB-”, con perspectiva negativa.
Esta reacción se contagió poco después a S&P, quien cambió de Estable a Negativa la perspectiva soberana de México, cuya calificación se encuentra en “BBB+”. La razón: menores previsiones de crecimiento.
Hace unos días, analistas de Moody’s advirtieron que el hecho de que la construcción de la refinería en Dos Bocas haya quedado en manos de Pemex y la Secretaría de Energía eleva el riesgo de que ocurran retrasos y sobrecostos.
Un análisis elaborado por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) estima en 2 por ciento las probabilidades de éxito para el proyecto.
“Pese a todos los desaciertos que puede haber alrededor de Pemex, la empresa le ha dado identidad al país frente a los ojos del mundo y eso no se hubiera logrado si no existiera”.
Con combustible de reserva
Pemex sobrevive. Este año, una de las petroleras más importantes del mundo cumple 81 años de mantenerse al pie de la batalla para salvaguardar la integridad de México.
Lázaro Cárdenas dio el primer paso al cambio, nadie se imaginaba que desde el 7 de junio de 1938 hasta la fecha, el sustento de las finanzas públicas del país estarían bajo la responsabilidad de Petróleos Mexicanos.
Por años, la industria ayudó a librar las crisis económicas del Estado mexicano. En diferentes sexenios sus ingresos fueron ocupados por los políticos para no aumentar los impuestos y para cubrir las deudas que se generaban en los múltiples sectores.
Dichas acciones con el tiempo lo convirtieron en un contribuyente cautivo, que salía a la luz solo para reparar los daños y lo exprimían hasta dejarlo con los mínimos recursos como para mantenerse a flote.
A pesar del oscuro panorama, los especialistas aseguran que en Pemex aún hay esperanza y la solución será de corte gradual, más allá de la parte económica tiene que ver con un costo ideológico, en donde en vez de producir más barriles de petróleo, gasolina o gas natural, se busque la manera de que no siga perdiendo dinero.
Gonzalo Monroy, director general de la consultoría GMEC, comenta que la petrolera puede solucionar los problemas que tiene, tomando como eje su fuerza de producción actual y no excediéndose en recursos.
“Es mucha inversión para bajos resultados. Pemex tiene 145 mil empleados y solo se necesitan 45 mil, todos los ahorros que podría generar se destinan a pensiones, obligaciones contractuales y prestaciones, las cuales son bastante significativas”, detalla el especialista.
Futuro sombrío
Los comentarios negativos siempre estarán a la orden del día, pero un futuro sin los recursos que ofrece este sector cambiaría el rumbo de la política, la sociedad, el consumo y el ambiente; prácticamente, la forma de vivir.
Si Pemex desapareciera, en sólo tres días la organización de todo el país podría colapsar. El sector energético es el eje transversal de todas las actividades humanas, sin él, todo el esquema económico y social se detendría.
El recurso más valioso que este sector ofrece a la sociedad es el gas natural, gracias a él, es posible que la energía eléctrica llegue a todos los hogares e industrias, sin ella se retornaría a la edad de las tinieblas.
Si este servicio desapareciera en primera instancia habría apagones generalizados en gran parte de la República.
En la parte del sector alimenticio no se podría mover la carne a sus destinos y tampoco se podrían llevar las cosechas a los centros de distribución, como lo son las centrales de abasto o los supermercados.
Gonzalo Monroy explica que sin energía no es posible que la vida se lleve a cabo de la manera en que hoy se conoce, pues hasta para poder tener una conversación por el teléfono celular se necesita de una cargador que se conecte a la energía eléctrica, las telecomunicaciones dependen totalmente de este sector.