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El resultado de las elecciones del pasado domingo habla no solo de un voto de castigo contra el PRI, sino de un voto contra el sistema establecido.
Los cuestionamientos por las acciones de los gobiernos priistas, los escándalos de los gobernadores y el bajo nivel de popularidad del Gobierno federal, fueron ingredientes para que los votantes decidieran apoyar una opción diferente en las urnas.
Más que un triunfo del PAN, la del domingo fue una derrota al PRI y al sistema.
En voz de los propios panistas, la victoria del domingo fue producto de un conjunto de circunstancias que los favorecieron.
“Alguien tenía que ganar”, afirmó Ernesto Ruffo Appel, panista y primer gobernador de oposición del país.
La lucha fue contra un sistema que en muchos casos tuvo que ser vencido por los propios candidatos para poder ser una opción en la votación.
Sin embargo, el rompimiento no fue absoluto. Los ciudadanos decidieron regresar su confianza a los mismos a quienes se las había negado años atrás.
Aunque con algunos destellos lejanos de la izquierda, la alternancia ocurrió principalmente entre el PRI y el PAN.
El cambio ocurre en una ola a nivel internacional en la que los votantes están decidiendo votar contra el establishment y su forma tradicional de ejercer el poder en las naciones.
La fuerza del régimen
Como en otras ocasiones, el enfrentamiento entre las fuerzas políticas antagónicas incluyó la batalla con el gobierno establecido en las entidades.
Aun así, los opositores salieron airosos, algunos con márgenes muy altos respecto a sus competidores.
En México, durante las elecciones presidenciales del 2012, irrumpió con fuerza el movimiento #Yosoy132, conformado por grupos de estudiantes de diferentes universidades de la Ciudad de México, que después se diluyeron como movimiento.
Hoy algunos líderes de ese bloque siguen abanderando algunas causas ciudadanas en la capital del país.
Los tres virtuales ganadores del domingo pasado de la alianza PAN-PRD, han admitido que la lucha no solo fue con sus oponentes del PRI, sino contra el sistema entero.
“Yo quisiera significar un hecho: nosotros le ganamos no solo al PRI. Derrotamos al PRI, al Partido Verde, al Partido Nueva Alianza, al Partido Cardenista y al Partido Veracruzano. Y derrotamos también a tres candidatos impulsados desde el gobierno, que logró extraerlos del PAN y postularlos por el PT, por el PES y uno como independiente. Es decir, derrotamos a ocho partidos.
“Fue un triunfo realmente extraordinario porque, adicionalmente, algo que casi no se dice, es que derrotamos al régimen. Lo más fuerte fue derrotar al régimen, a los sistemas de inteligencia, a los sistemas de espionaje, a la policía, a los recursos públicos, al uso de los programas sociales; ese es el triunfo democrático del pueblo veracruzano”, ha dicho Miguel Ángel Yunes, virtual ganador de la coalición PAN-PRD al gobierno de Veracruz.
Carlos Joaquín González, candidato ganador a la gubernatura de Quintana Roo, también reconoció que la embestida del gobierno fue absoluta, buscando tirar su candidatura.
“Fue una contienda muy complicada, muy difícil, y vencimos más allá que solamente al PRI. Los demás partidos también tenían candidatos impulsados por el régimen del Gobierno del Estado. Estaban aliados, no solamente en la parte visible, sino también en lo que hacían, en cada una de sus acciones (…) y aun así los ciudadanos mostraron el deseo de ese cambio”, refirió Joaquín.
La misma historia se repitió en Durango, donde el candidato ganador, José Rosas Aispuro, ha dicho que todo el aparato gubernamental se volcó en su contra.
“Nos enfrentamos al régimen, nos enfrentamos a todo el aparato del Estado; pero hoy vemos con mucha satisfacción que la ciudadanía fue mucho más fuerte que ese aparato, que logramos vencer esos obstáculos que el gobierno nos quiso poner”, asentó Aispuro.
Votos contra el sistema
La decisión de los ciudadanos que acudieron a las urnas el domingo apuntó a votar contra el sistema y todo lo que lo representa: el gobierno, sus partidos, sus candidatos.
En algunos casos, las elecciones fueron ganadas por expriistas que, incluso, dejaron sus partidos apenas unos meses antes del proceso electoral.
En varias entidades se repitió lo que sucedió en Nuevo León en el 2015. En ese año, los ciudadanos votaron contra el PRI y apoyaron, paradójicamente, a un expriista postulado como independiente.
En Quintana Roo, por ejemplo, los votantes sufragaron también contra el PRI, pero apoyaron a Carlos Joaquín, un priista que dejó ese partido semanas antes de la elección.
Al igual que ocurrió en Monterrey el año pasado, cuando pasó la alternancia con tal de sacar al PRI del gobierno, este año en ciudades como Juárez, en Chihuahua, o el municipio de Solidaridad, en Quintana Roo, la gente votó contra el régimen.
En Solidaridad, donde se encuentra el polo turístico de Playa del Carmen, resultó ganadora Cristina Torres Gómez, quien era colaboradora de Carlos Joaquín González y dejó el PRI para postularse por el PAN-PRD.
En el caso de Ciudad Juárez, el independiente Armando Cabada venció dos votos a uno a su principal contendiente, Héctor Murguía, del PRI, quien ya había sido alcalde de esa ciudad en dos ocasiones.
Cabada, un experiodista y conductor de televisión de la empresa local Canal 44, decidió lanzarse a las urnas porque ya estaba cansado de informar sobre los problemas de su ciudad.
“No es una ambición, ni es un capricho; es todo lo contrario. Es el haber visto durante tantos años la injusticia de tratar mal a una ciudad como la nuestra y que sigue en las mismas condiciones. 27 años diciéndole a usted sobre los baches, la iluminación, la policía corrupta. Llega un momento en que nos cansamos y debemos dar el paso necesario”, dijo Cabada en enero pasado, en su noticiero, cuando se despidió del público.
Ahora, Cabada será el primer presidente municipal de Ciudad Juárez que sea completamente independiente; en el gobierno, hará mancuerna con Javier Corral, el candidato incómodo del PAN que ganó la elección para gobernador en Chihuahua.
Corral es el más vivo reflejo del voto antisistema.
Con una postura que defiende los principios de Acción Nacional más allá de los pragmatismos –nunca ha sido priista- Corral se convirtió en candidato del albiazul menos de un año después de que disputara la presidencia del PAN con Ricardo Anaya.
Ahí, hubo un rompimiento entre ambos; sin embargo, el ánimo de hartazgo en Chihuahua contra los gobiernos priistas fueron determinantes para que alcanzara el triunfo.
“Desde Chihuahua, nos hemos propuesto romper el pacto de impunidad para combatir el sello de la corrupción política (…)
“También nos hemos propuesto influir para empezar a cambiar este injusto modelo económico de distribución de la riqueza que ya no le sirve ni a los más ricos de México, de una enorme concentración de la riqueza en unas cuantas manos mientras la inmensa mayoría de las personas carece de lo más necesario”, asentó tres días después de ganar la elección.
En el caso de Corral y otros estados, se repitió un fenómeno interesante: los ciudadanos dieron una segunda oportunidad a quienes habían sido perdedores en otras elecciones.
Javier Corral compitió por la gubernatura de su entidad en el 2004, elección que perdió contra el priista Reyes Baeza.
José Rosas Aispuro, de Durango, también recibió una segunda oportunidad; en el 2010 compitió contra el actual gobernador, Jorge Herrera Caldera.
Miguel Ángel Yunes Linares también ya había sido candidato a la gubernatura de Veracruz en el 2010, elección que perdió frente al hoy gobernador Javier Duarte.
En Aguascalientes, Martín Orozco ganó la elección; ya en el 2010 había competido contra el hoy gobernador del PRI, Carlos Lozano de la Torre.
¿Victoria del PAN?
Para Ernesto Ruffo Appel, senador y primer gobernador de oposición del país –conquistó el gobierno de Baja California en 1989-, más que una victoria del PAN, lo ocurrido en las elecciones de este año es una derrota para el PRI.
“Yo diría que fue un triunfo por reducción. A lo mejor somos los menos malos”, expuso Ruffo en entrevista.
Para el panista, fueron muchos los factores que provocaron que el PAN se alzara con una victoria.
Ruffo Appel centra el nuevo reto del PAN en volver a sus raíces ciudadanas para ser un partido al servicio de las comunidades.
Eso, aseguró, llevará a que la próxima vez Acción Nacional gane votos legítimos de la gente que pensará que el albiazul es la mejor opción y no nada más porque voten contra el régimen establecido.
“Estos nuevos gobernadores me hacen recordar los mismos momentos que yo viví (en 1989), entre la alegría del triunfo y el escenario de la responsabilidad por venir.
“La responsabilidad que tienen es muy grande. No la van a resolver de una manera total en su sexenio, pero sí pueden establecer los cauces, los rumbos y, eso sí, deben dar el ejemplo”, sugirió el senador.
Para Ruffo, los gobernadores electos tienen una oportunidad histórica por las condiciones de hartazgo que se viven en el país.
“Se debe tener una razón de servicio para querer tener el poder”, sentenció.
De no aprovechar el momento histórico, subrayó, el PAN podría nuevamente enfrentar una crisis como la ocurrida hace unos años, cuando la división hizo mella en sus filas y nuevamente el PRI se convirtió en la única opción de cambio.
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