Wallace… Razones para no festejar
Justo en el mes de julio, Isabel Miranda de Wallace tiene dos motivos para no festejar: su hijo, Hugo Alberto Wallace, cumplió siete años de haber sido asesinado, y su derrota en busca de la jefatura de gobierno.
La segunda, es la que menos le importa, dice.
“Siete años de extrañarte”, puso Isabel en su muro de las redes sociales, ya un poco más tranquila, después de su derrota en busca de la jefatura de gobierno por el PAN, en donde quedó en el tercer lugar de la contienda, muy por debajo de Miguel Ángel Mancera del PRD y de Beatriz Paredes del PRI.
Icela Lagunas
Justo en el mes de julio, Isabel Miranda de Wallace tiene dos motivos para no festejar: su hijo, Hugo Alberto Wallace, cumplió siete años de haber sido asesinado, y su derrota en busca de la jefatura de gobierno.
La segunda, es la que menos le importa, dice.
“Siete años de extrañarte”, puso Isabel en su muro de las redes sociales, ya un poco más tranquila, después de su derrota en busca de la jefatura de gobierno por el PAN, en donde quedó en el tercer lugar de la contienda, muy por debajo de Miguel Ángel Mancera del PRD y de Beatriz Paredes del PRI.
Para la activista empieza una nueva etapa, la persecución y el veto de las autoridades del Gobierno del Distrito Federal, quienes no le perdonarán que los haya calificado de narcogobierno.
Y como prueba de esa revancha de los perredistas en el poder, la activista recibió, dos días después de las elecciones, la notificación de que la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal (SSPDF) le retira los cuatro elementos que desde hace más de seis años ese encargaban de su custodia por las amenazas de muerte en su contra.
Isabel, luego de la pasada elección, forma parte de uno de los capítulos de derrota mas vergonzosos de la historia del panismo. El partido casi desaparece como fuerza política en el Distrito Federal y sólo retiene la delegación Benito Juárez.
No es culpa de la activista, quien por méritos propios gozaba de una reputación que muchos envidiaban. Era común observar que cuando ella entraba a algún lugar público, donde no la esperaban, la gente le aplaudía y se acercaba a saludarla.
Nunca más será la misma Isabel. Aquella que descubrió cementerios clandestinos en busca de los restos de su hijo; la que excavo y encontró osamentas; la que encabezó sus propios operativos para detener a los responsables del secuestro que la marcó de por vida.
“Bienvenida al ring de la política”, le dijo un viejo político priista cuando se destapó su nombre públicamente como la abanderada del PAN para la jefatura de gobierno.
De ahí se subió a una montaña rusa en la que creyó salir avante con la bandera de candidata ciudadana.
Aunque poco a poco, en sus actos se le veía más panista, ahora acompañando a Josefina a un evento; luego pintando bardas con la primera dama, Margarita Zavala; en carrera de tacones con Mariana Gómez del Campo y de lleno, defendiendo las estrategias y políticas del gobierno federal.
”A mí no me tragó el PAN, yo estoy utilizando la plataforma del PAN, la credibilidad la tengo yo porque voy como candidata independiente, Isabel Miranda de Wallace sigue siendo la misma”, dijo a Reporte Indigo en entrevista, durante los primeros días de su campaña.
¿Quién se tragó a quién?, ¿Quién perdió más en esta jornada de elecciones? ¿El panismo cuya presencia quedó debilitada al grado de extinguirse o Isabel, quien para muchos perdió credibilidad al sumarse al partido en el poder como su candidata?
Estos días, Miranda de Wallace se ha dado a la tarea de vaciar la que sirvió de su oficina y casa de operaciones, en la que puso a funcionar computadoras que consiguió prestadas, dado que los recursos del PAN destinados para su campaña llegaron tarde y fueron muy pocos.
Como los recursos no caían, la casa que ocupó durante este tiempo se la prestó Ernesto Cordero, quien fuera el precandidato del PAN a la Presidencia de la República.
Una contadora se encargó de presentar el balance final de gastos, cuánto se recibió y en qué se gasto. Se habla de once millones de pesos de los recursos que el PAN destinó para la elección en el DF, más tres millones más provenientes de donaciones.
Austera campaña fue la suya
Una de las campañas más austeras. Wallace no regaló playeras ni colocó miles de pendones en la capital, acaso unos espectaculares, algunos de los cuales fueron apoyo de la industria a la que pertenece.
Ya firmó el papeleo correspondiente y no ha vuelto a ver más a los panistas que la encumbraron como candidata. La última conversación fue con Gustavo Madero, el líder nacional del PAN, quien le agradeció a Isabel el haber aceptado el cargo de candidata.
Decisión que dicho sea de paso, le acarreó al propio Madero y a Isabel, por separado, críticas, acusaciones, desgaste y abandono.
Los panistas la dejaron sola, fue uno de los mensajes que más se leyeron en los medios respecto a la campaña de Isabel Miranda. Pero mucho hizo ella para separarse de algunos personajes panistas que se le acercaron y a quienes ella rechazó.
Uno de estos fue la líder de la bancada panista en la Asamblea Legislativa del DF, Mariana Gómez del Campo, quien le ofreció una comida-reunión con empresarios en apoyo a su campaña. La misma que rechazó.
Lo que ocurrió en el PAN a nivel nacional y Distrito Federal, obliga a una introspección para reflexionar la manera de cómo acercarse a la ciudadanía, opina Miranda de Wallace.
El gran perdedor: PAN
A todas luces, el albiazul es el gran perdedor de esta contienda, al perder la presidencia que durante dos sexenios ganó, primero con Vicente Fox Quesada y luego con Felipe Calderón Hinojosa.
En la capital, lejos quedaron de ganar la jefatura de gobierno, más aún perdieron sus bastiones históricos, como la delegación Miguel Hidalgo y Cuajimalpa.
Sus pugnas internas terminaron aniquilándolo, la ciudadanía les cobró la factura en las urnas al colocarlos ya no como la segunda fuerza política sino como la tercera.
Y es que como candidata, Isabel no alcanzó ni el millón de votos como sus antecesores sino apenas 648 mil votos. Y la diferencia es notable.
“Yo creo que indudablemente es una derrota que sacudió al PAN”, opina serena.
Pretende retomar su vida personal, de activista y empresarial. Ahora trabaja en la elaboración de un memorial para víctimas para recordar a quienes han muerto por la violencia organizada en el país.
Una vez sola, lejos de los reflectores, viene el recuento de los daños.
Ella que llamó narcogobierno al GDF, por permitir la proliferación del narcomenudeo en la capital; ella que señaló a Marcelo Ebrard Casaubón por encabezar la “Ley del Embudo”; la misma que los señaló de corruptos.
Muy pronto llegó el revire. Los elementos de custodia de la agrupación Fuerza de Tarea, que desde hace más de cinco años se encargaban de su seguridad, fueron suspendidos por órdenes de la SSPDF.
Sólo le quedan los policías federales que también se encargan de su seguridad.
Qué más viene para Isabel Miranda, quien en meses pasados, tenía derecho de picarporte igual en Los Pinos con el presidente Felipe Calderón, que en el GDF, con Marcelo Ebrard.
Cabe mencionar que como empresaria de la publicidad con la compañía Show Case, está a expensas de los permisos que decida darle o quitarle la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda (Seduvi) a quien también acusó de corrupción en días pasados durante su campaña.
Pérdida por partida doble
Fue justo el 2 de julio, cuando su hijo conoció a Juana Hilda González Lomelí, la mujer que sirvió de gancho a los secuestradores de Hugo Alberto Wallace.
El 11 julio del 2005, ocurrió el secuestro y muerte de Hugo Alberto en manos de los plagiarios encabezados por César Freyre, quien se encuentra preso.
La búsqueda de justicia y de los secuestradores de su hijo, fue el motor que desde ese año la llevó por un camino que poco a poco la acercó al poder.
Y el poder la conquistó.
Por eso el poeta Javier Sicilia, en su momento, criticó al PAN de utilizar a la activista para allegarse de votos. Ambos partido y activista decidieron hacer juntos una apuesta, que no les resultó. Cada uno, por separado, hoy paga las consecuencias.
Hoy, a siete años de la muerte de Hugo Alberto, no hay quien recuerde, como cada año, el llamado “Caso Wallace”, la historia de una madre en busca de justicia personal, que se enfrentó a las instituciones, ha quedado atrás.