La pandemia de COVID-19 no le ha arrebatado la fe ni la esperanza a los habitantes de un pueblo originario de la Ciudad de México, Zentlapatl.
Apenas el pasado 18 de diciembre, el Gobierno de la Ciudad de México volvió a decretar el color rojo en el semáforo epidemiológico por el nuevo coronavirus después de que la capital del país registrara 73 por ciento de saturación en hospitales y se rebasaran las 20 mil muertes.
Pero este panorama no detuvo al barrio originario de Zentlapatl del pueblo de San Pedro Cuajimalpa, en el centro de la alcaldía Cuajimalpa, para llevar a cabo una tradición que es única del lugar: el arrullo del Niño Dios de la Iglesia de la Santísima Trinidad.
Sin embargo, debido a las condiciones críticas por la pandemia de coronavirus, la tradicional celebración tuvo que transformarse radicalmente para su realización con el más bajo riesgo de contagio.
Tradición centenaria
Para la Cuadrilla de Pastores de Zentlapatl, grupo encargado del arrullo, su costumbre es una muestra de fe y de la importancia de la herencia de la comunidad que permanece a pesar de la crisis.
El arrullo del Niño Dios de Zentlapatl es una tradición de hace 102 años que se originó en Chimalpa, Cuajimalpa, pero fue Marcos López Montesinos quien la llevó al barrio como parte de una promesa que hizo a la Virgen de Guadalupe.
Así lo cuenta Ángel López Martínez, quien es el actual director de la Cuadrilla de Pastores de Zentlapatl.
El encargado de organizar el evento relata que el arrullo se realiza desde hace 58 años en Zentlapatl y se trata de contar cómo los Reyes Magos encontraron al Niño Dios, similar a una pastorela.
“El arrullo trata del nacimiento al Niño Dios y hacer énfasis en la gruta donde lo encuentran los Reyes Magos”, dice.
A diferencia de la pastorela, en esta representación solo hay cinco personajes: el ángel que da la noticia del nacimiento, el primer pastor y los tres Reyes Magos. Después de que se termina la representación, se cantan alabanzas donde se arrulla a Jesús, relata Enrique Ruiz López, miembro de la cuadrilla.
El arrullo se hace después de las posadas, el día 24 de diciembre, e inicia a las 2 de la tarde en la Iglesia de la Santísima Trinidad.
Posteriormente, los participantes visitan las casas donde son invitados. El organizador del evento dice que cada año van a alrededor de 52 casas.
Cuenta el poblador de Zentlapatl que al año participan más de 30 personas en el arrullo, entre niños, mujeres, hombres y adultos mayores.
“Es un trabajo arduo, que se hace con fe y con amor”, señala.
Cambios por pandemia en Zentlapatl
La contingencia por COVID-19 cambió radicalmente la tradición. La cuadrilla optó por no invitar a menores de edad ni a personas de la tercera edad; en este 2020 solo serán parte del arrullo 25 pobladores.
Además, no habrá recorridos por las casas para evitar poner en riesgo de contagio a sus habitantes.
También será a puerta cerrada para prevenir aglomeraciones dentro de la Iglesia de la Santísima Trinidad.
La única forma en que los pobladores de Zentlapatl podrán ver el arrullo será a través del Facebook de la cuadrilla y de la iglesia.
Ángel López Martínez acepta que es triste y decepcionante tener que cambiar la tradición este año debido a la crisis sanitaria que se recrudeció en este mes de diciembre.
“Nuestros padres fueron los que iniciaron está tradición, mi papá era Rey Mago y nos duele mucho porque se rompe con una tradición que con mucha fe se ha llevado a cabo”, cuenta.
Afirma que por eso es importante realizar el arrullo, porque no pueden dejar morir una tradición de la comunidad que heredaron de sus familiares y que une a la comunidad.
Comercio afectado
El semáforo rojo no solo ha perjudicado a las tradiciones de San Andrés Cuajimalpa, también a su comercio local que en estas fechas se fortalecía con las romerías.
Roberto Rocha, comerciante del Mercado del centro de Cuajimalpa, afirma que año con año, en la época navideña, se coloca una romería paralela a la festividad del arrullo del Niño Dios de Zentlapatl en la que se les permite comercializar sus productos a los locatarios.
Sin embargo, con la contingencia sanitaria y la entrada del color rojo en el semáforo epidemiológico por el nuevo coronavirus, se les prohibió ponerse.
Esto, menciona Rocha, ha representado pérdidas para la mayoría de los comerciantes de hasta 70 por ciento.
“La economía de cada casa se vio afectada, teníamos mayor demanda en estos días”, explica.