A su llegada a Nuevo León por los comicios internos, el dirigente nacional del PAN, Gustavo Madero, encontró un partido divido y lleno de traiciones por los grupos de poder.
Y es que la traición contra la precandidata Margarita Arellanes se consumó, por lo que no le quedó otra que iniciar la operación cicatriz hacia el interior del partido.
La ventaja que tenía Arellanes se acortó de manera dramática en la recta final con respecto a su contrincante, Felipe de Jesús Cantú.
Jesús Padilla