
En un país postrado por la violencia y la desigualdad, urge una revolución científico-tecnológica que aproveche la creatividad de los jóvenes y los aleje de la violencia.
Esta es la visión de Esther Orozco, acerca del papel que debe jugar la ciencia en México, más allá de reproducir modelos como el del actual Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.