Las ferias de arte, además de ser zonas de comercio de altísimo calibre, son también ocasiones sociales y, como tales, son lugares que nos obligan a llevar una etiqueta, a comportarnos de cierta manera, a dirigirnos con un lenguaje específico entre cientos de miles de obras carísimas y actores de todo el mundo. Esto puede ser extremadamente intimidante si nunca hemos ido a una.
Andrea Montes Renaud