Joyce Labol murió ahogada hace unos 3 años cuando se inclinó para recoger agua de un estanque y le vino un repentino espasmo.
La adolescente es una de los 300 ugandeses que han muerto como resultado de una enfermedad misteriosa que está afectando a cada vez más niños en el norte de Uganda y en algunas zonas de Sudán del Sur.
A la enfermedad la llaman el síndrome del cabeceo, porque aquellos que lo tienen asienten con la cabeza y algunas veces hacen movimientos parecidos a un ataque epiléptico.
Indigo Staff