Filosofando
Bendita suerte he tenido de estar en comunidades indígenas originarias. Convivir con ellos y sus costumbres es un verdadero agasajo y, por supuesto, un aprendizaje inconmensurable. Imagínate que estando con estas maravillosas personas me pusiera de creativo preguntándoles: ¿te duele no tener una tablet? ¿Qué crees que me contestarían? Doble contra sencillo que estás pensando […]
Gianco AbundizBendita suerte he tenido de estar en comunidades indígenas originarias. Convivir con ellos y sus costumbres es un verdadero agasajo y, por supuesto, un aprendizaje inconmensurable.
Imagínate que estando con estas maravillosas personas me pusiera de creativo preguntándoles: ¿te duele no tener una tablet? ¿Qué crees que me contestarían?
Doble contra sencillo que estás pensando que ni las conocen. Pues déjame decirte que te equivocas, pues tienen contacto con pueblos y urbes de los alrededores de sus comarcas. Es más, la gente joven hasta tiene teléfono inteligente, claro que lo comparten entre varias familias, pero no les es ajeno el mundo tecnológico.
Se considera al prominente filósofo alemán Arthur Schopenhauer una de las mentes más brillantes del siglo XIX. De personalidad muy compleja y rebuscada (además de que tristemente era misógino), su obra es por demás erudita. No obstante, tuvo a bien escribir una serie de aforismos que por su sencillez y contundencia los considero obra de un verdadero genio.
Regresando a la experiencia en la comunidad maya y a mi pregunta sobre el dolor causado por no tener el dispositivo mencionado, encontramos la respuesta en uno de los grandes aforismos de Schopenhauer, que a la letra dice:
El dolor no brota de no tener, brota de querer tener y sin embargo no tener
¡Qué sapiencia!
¡Claro! Es por demás obvio: si no deseo algo, luego entonces (como decimos los matemáticos) me vale un reverendo cacahuate no poseerlo. Realmente era abusado este amigo germano.
Palabras más que elocuentes para enseñarnos que lo que realmente nos despierta una sed irrefrenable de comprar es el hecho de desear. Así de fácil.
Y desde que el mundo es mundo y el ser humano dejó de ser nómada y se asentó para formar las primeras comunidades teniendo al trueque como intercambio primario, existen las “ganas” de tener.
Ni siquiera los grandes magnates tienen posesiones ilimitadas por mucho que cuenten con grandes fortunas. Mucho menos lo podemos hacer los que pertenecemos al perraje mayoritario del planeta.
Si aprendes a desear lo que se puede establecer como una meta financiera y trazas la ruta correcta en monto y plazo para alcanzarla, no sufrirás; ¡todo lo contrario!, será muy satisfactorio. Pero, si te la pasas queriendo tener lo que tu imaginación te presenta, te auguro una dolorosa existencia.
¡Que no te ganen las ganas! ¡No lo desees todo! Tenerlo todo es imposible y solo genera frustración.
Recuerda que “No es más rico el que gana más, sino el que sabe gastar”.