¿Tejidos que nacen de una planta? Ni ciencia ficción, ni sueños guajiros.
Se trata de una nueva revolución textil, con la que se hará posible reproducir la complejidad de la naturaleza mediante la tecnología.
Hacia esta nueva era apunta Carole Collet, pionera en la disciplina de Textile Futures (o “Futuros Textiles”), hoy traducida en un curso de maestría que dirige desde hace una década en el Central Saint Martins’ College of Arts and Design de Londres.
Entre las propuestas innovadoras que resultan del enfoque de Collet, “guiado por la necesidad de incorporar factores de impulso sostenible en la esencia del proceso de diseño”, señala su perfil en el sitio de la universidad, está su proyecto Biolace, que apuesta por el futuro de la producción de bienes orgánicos, aprovechando procesos biológicos, o lo que se conoce como “biofábrica”.
La idea es que una planta de fresa, por ejemplo, sea reprogramada mediante la ingeniería genética, para producir, además del alimento, tejidos como el encaje.
“Esto no es simple ficción, sino una ilustración de lo que podrá ser posible si las promesas de biología sintética se cumplen de forma total”, menciona Collet en el video acerca del proyecto Biolace.
En el curso de Textile Futures también se cosechan otras innovaciones, como células solares comestibles, o aperitivos acuñados como “e-tapas”, que resultaron de un taller con el artista e investigador Bart Vandeput, al replicar el mismo proceso de fotosíntesis que se realiza con plantas (conversión de energía luminosa en energía eléctrica).
“Fue una forma divertida de implementar un principio de biomimetismo- tratando de emular un proceso en el mundo natural”, dijo Collet para The Guardian.