¿Eres de los que toma analgésicos y antiinflamatorios para cada dolor de cabeza o molestia física que se te presenta? ¿Qué tan dependiente eres de esa aspirina? ¿De las cremas con esteroides o el omeprazol?
Recurrir a una pastilla para cada achaque, casi en modo automático, no es más que una representación de la salida fácil que se suele promover en el consultorio médico de quienes practican la medicina convencional: limitarse a prescribir medicamentos para aliviar síntomas, sin enfocarse en buscar –y tratar–- la causa raíz de ese recurrente dolor de colon, por ejemplo.
Este mes, un estudio de más de 9 mil visitas al médico para los dolores de cabeza realizadas entre 1999 y 2010 reveló que “en lugar de hablar con los pacientes sobre las causas y las posibles fuentes de alivio del dolor de cabeza, los médicos están pidiendo cada vez más escaneos avanzados y remitiendo a especialistas, dos de las cuales se consideran de poco valor en el tratamiento de rutina de la cefalea”, señala un comunicado.
Como tratamiento de rutina se sugiere, en cambio, asesorar al paciente para que reduzca el estrés o prohibir el consumo de ciertos alimentos que pudieran detonar los síntomas, señaló John N. Mafi, del Centro Médico Beth Israel Deaconess (BIDMC) y autor de la investigación, cuyos resultados fueron publicados en Journal of General Internal Medicine.
No se tomaron en cuenta datos de visitas con “focos rojos”, como déficit neurológico, cáncer o trauma.
Para Mafi, “estos hallazgos parecen reflejar una tendencia más amplia en el sistema de salud de Estados Unidos más allá del dolor de cabeza: médicos demasiado apresurados parecen estar invirtiendo menos tiempo conectando con sus pacientes y más tiempo pidiendo pruebas y tratamientos”.
Este protocolo clínico es precisamente el que no realiza Robynne Chutkan, gastroenteróloga integrativa y fundadora del Centro Digestivo para la Mujer, en Washington. La especialista en trastornos intestinales ejerce su profesión bajo la filosofía de “menos es más”, intentando, en la medida de lo posible, tratar a sus pacientes a través de cambios en la alimentación y el estilo de vida.
En entrevista para The Atlantic, Chutkan puso el ejemplo común de mujeres que, al llegar al médico con molestias de inflamación estomacal, éste les da una “palmadita en la cabeza” y les dice “ah, tienes el síndrome de colon irritable, y aquí está un Xanax. Estás estresada”.
“A veces hay algo de verdad en eso”, reconoce Chutkan, “pero cuando profundizas un poco más y tomas un trozo del pastel de síndrome de colon irritable, suele haber algo más tangible al igual que una solución. Hay un parásito que no ha sido diagnosticado, hay una sensibilidad a algún alimento, hay un hipertiroidismo por descubrir. Hay dominación del estrógeno”.
En breve, “existe alguna razón, fisiológica, funcional —o es debido a algo en el botiquín. Alguna vitamina, píldora prescrita o suplemento que está chocando contigo”, asegura la también autora del best seller de The New York Times “La buena digestión: un plan de diez días para eliminar toxinas, limpiar tu tracto digestivo y olvidarte de la inflamación”.
Sé proactivo con tu salud
Al igual que Chutkan, existe todo una comunidad de médicos interesados en tratar y curar las enfermedades crónicas de sus pacientes atacando la causa raíz de los mismos, y no solo los síntomas, por “encimita”.
Y su mensaje es el mismo: sé un paciente activo, no pasivo, busca la raíz de tu problema, en lugar de intoxicar a tu cuerpo con innumerables fármacos.
Se trata de transformar el cuidado de la salud a través de lo que se conoce como “medicina funcional”, “una nueva manera de pensar sobre las causas y desequilibrios subyacentes en las enfermedades crónicas”, explica en The Huffington Post Mark Hyman, médico de la familia y reconocido líder mundial en el campo de la medicina funcional.
Hyman se especializa en tratar enfermedades crónicas, todas vinculadas con la inflamación, como, el cáncer, las enfermedades coronarias, la diabetes, obesidad e incluso la depresión y la ansiedad, entre otra, así como la fatiga, las alergias y enfermedades autoinmunes, como la artritis reumatoide y el síndrome de colon irritable, que afectan a millones de personas en el mundo.
“Estamos viendo una epidemia de enfermedades inflamatorias”, escribió en un blogpost el también autor best seller de The New York Times.
“¡De hecho casi cualquier enfermedad moderna es causada por inflamación!”.
Hyman coincide en que la asistencia sanitaria actual a nivel mundial es un sistema fallido: “como médicos, estamos capacitados para apagar la inflamación con aspirina, medicamentos antiinflamatorios como Advil o Motrin, esteroides y cada vez más potentes medicamentos de supresión inmune con efectos secundarios graves”.
“Pero no estamos capacitados para encontrar y tratar las causas subyacentes de la inflamación en las enfermedades crónicas”, como “alérgenos ocultos, infecciones, toxinas ambientales, una dieta antiinflamatoria y estrés”.
Los defensores de este sistema de medicina no están peleados con los antibióticos, sino con el abuso de los mismos.
Como aclara en su blog Aviva Romm, médico de la familia y colega de Hyman en la práctica de la medicina funcional: “no hay duda de que los antibióticos son algo bueno. Salvan vidas todos los días (…). Como con muchas cosas, sin embargo, más no es siempre mejor. Y esto es ciertamente el caso de los antibióticos”.
El uso excesivo de los antibióticos es “responsable de dos importantes problemas de salud: resistencia a los antibióticos para graves infecciones y daños en el microbioma humano”.
Primero, el entorno
“Los científicos ahora saben que las condiciones de vida y trabajo, de los que todos somos parte, tienen más del doble de impacto en nuestra salud que nuestro código genético”, señala el médico hindú e innovador en salud pública Rishi Manchanda, en su conferencia de TED de agosto del año pasado. Manchanda tampoco se enfoca en tratar los síntomas de sus pacientes, sino en hallar la causa raíz de lo que los está enfermando, como “una mala alimentación, un trabajo estresante, la falta de aire fresco”, describe su biografía publicada en TED.
“En total, las condiciones de vida y trabajo representan 60 por ciento de las muertes evitables”.